Es una tendencia favorable al bolsillo de los consumidores.
Quienes mejor pueden hablar de la inflación en un país o una región son las amas de casa. Ellas, con esa sabiduría infinita, que les brindó la naturaleza, son las que se las ingenian para poder hacer el mercado con la misma plata, o hacer la sopa sabrosa con los ingredientes que están más baratos, los que están en cosecha.
Hay buenas noticias en materia de inflación, según el último reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas – DANE- en junio bajó la inflación.
En efecto, informa el DANE que, en junio, el índice de precios al consumidor (IPC) fue de 0,3 por ciento; en lo corrido del semestre (es decir de enero a junio de 2023 va en 6,15%); y en los últimos doce meses – junio 2022- 2023, va en 12,13 por ciento.
Es una tendencia favorable al bolsillo de los consumidores. La inflación es ese fenómeno que nos roba la plata, que le quita capacidad de compra a quienes viven de un salario, y que friega más a los pobres que a los demás estratos de la economía. La inflación viene bajando. Poco a poco, pero viene a la baja.
Las cifras las dio a conocer la directora del DANE, Piedad Urdinola, en rueda de prensa nocturna el pasado 10 de Julio. (Rueda de prensa nocturna por cuanto el dato de inflación influye mucho en los mercados financieros, el dólar y el mercado de acciones, en el día a día). Para evitar suspicacias la entidad líder de las encuestas en Colombia, cambió la fecha y hora de la entrega de los resultados.
Los mayores incrementos en el mes de junio, sexto mes del año, fueron en transporte: 1,08%; comidas fuera de casa: 0,56% y servicios públicos (promedio nacional), es decir agua, luz y gas. (Según se deducen de los promedios del DANE).
La variación de alimentos en junio fue a la baja, una reducción del 0,53 por ciento; es decir la inflación de alimentos ayudó a bajar la inflación promedio. Ese milagrito se lo debemos a nuestra prodigiosa geografía que es generosa en materia de alimentos. Otros dirán que a San Isidro el de Atánquez, que es quien nos ayuda con el régimen de lluvias. Otra buena noticia que tengamos buena oferta de alimentos.
Otros rubros que subieron en junio fueron: los servicios de salud con un 0,39 por ciento, ropa y calzado con 0,36 por ciento; y los vicios: alcohol y tabaco con un 0,48 por ciento.
Valledupar es la ciudad con la segunda inflación más alta en la costa Caribe, después de Sincelejo, capital de sucre. Desde hace años, nuestra querida ciudad, la capital del Cesar, nos viene “haciendo pistola”, como se dice popularmente, con el tema de la inflación. Nada que baja.
Atrás quedaron los años en que teníamos en Valledupar comida buena, abundante y barata, como decía el maestro Escalona en ‘El Hambre del Liceo’, cuando hablaba de buena carne de novillo empotrerao, en nuestras mesas. Algunos sectores solo ven la carne por la televisión, como el canto del inolvidable Diomedes Díaz.
Las cosas cambian y en materia de inflación en nuestra región han sido para mal. Un llamado de atención para nuestra Secretaría de Agricultura y para nuestras plazas de mercado. ¡Ay hombe!, tenemos que volver a hacer de Valledupar una ciudad de comida buena y barata. ¡Tenemos con qué!
La tasa de cambio, que normalmente se toma como el precio del peso colombiano frente al dólar americano, que alcanzó a aproximarse a los $5.000 por dólar, desde hace varios meses viene bajando. Esta semana ha estado oscilando entre los $4.100 y los $4.200. Esa reducción en el dólar debe ayudar a la inflación; principalmente por el menor valor de muchos bienes importados, como, por ejemplo, los comestibles, la ropa y el calzado, entre muchos otros.
La Superintendencia de Industria y Comercio y las ligas de consumidores podrían estar más atentas para verificar que esa reducción del dólar se refleje en los precios finales al consumidor. Ya que, en algunos casos, en Colombia los precios al consumidor suben cuando sube el dólar, pero no bajan cuando baja la cotización del billete verde.
Los aumentos en los precios del galón de gasolina a razón de $400 por galón, que tiene sus efectos en los precios a los usuarios de vehículos particulares, como también en el transporte, sin lugar a dudas tiene su efecto en materia de precios al consumidor. Los reajustes en los precios de la gasolina es una política apropiada del gobierno actual, para reducir el déficit del Fondo de Precios de los Combustibles. Ese es un mal necesario.
Vale la pena advertir que no ha subido el precio del A.C.P.M., combustible que le pega más a los insumos, materias primas y alimentos, por los mayores costos del transporte de carga. Más adelante, según ha dicho el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, vendrá el reajuste en materia del Diesel. El objetivo de esta política es claro: no se justifica mantener una política de subsidios a la gasolina; es una transferencia de recursos del Estado a los propietarios de vehículos. Es plata que se puede dedicar a subsidios de la política social.
Para los próximos meses, gobierno, Banco de la República y analistas privados esperan que la inflación siga ese camino a la baja. Para alivio de las amas de casa, y – en general- de todos los consumidores. Esa sería una buena noticia.
No obstante; la meta del Banco de la República, de que el IPC baje a alrededor del 7 por ciento, para diciembre; con todo respeto, nos parece bastante optimista. (La meta para 2024 es bajarla al 3 por ciento). Mucho optimismo…
Esa política monetaria del BR, contractiva, es decir de aumento en las tasas de interés, que ya supera el 13,5 por ciento la tasa que el Banco Emisor le cobra a los bancos co merciales, busca ayudar a apretar un poco la demanda agregada, reduciendo la capacidad de consumo, para ayudar a bajar esa tasa de inflación, vía una menor demanda. Como lo hemos dicho y explicado, en las páginas de EL PILÓN, uno de los problemas de la inflación es que luego que sube, es difícil bajarla. En varios artículos, en esta publicación, hablábamos de esa buena noticia de tener una baja inflación.
Ahora, que ha subido, hace falta, además de las políticas económicas de ajuste (en materia de política monetaria y fiscal), rogarle a San Isidro, y también a Santo Ecce Homo, en el caso de Valledupar, para que volvamos a las añoradas épocas de tener comida buena, abundante y barata en el Valle del Cacique Upar. Tocará, volver a cantar las plegarias a “San Isidro Labrador, patrono de los labriegos…”, ojalá con la guitarra de “Los Kanquis”. Y no sobra orar… y esperar.
POR: CARLOS MAESTRE MAYA/ESPECIAL PARA EL PILÓN.
Es una tendencia favorable al bolsillo de los consumidores.
Quienes mejor pueden hablar de la inflación en un país o una región son las amas de casa. Ellas, con esa sabiduría infinita, que les brindó la naturaleza, son las que se las ingenian para poder hacer el mercado con la misma plata, o hacer la sopa sabrosa con los ingredientes que están más baratos, los que están en cosecha.
Hay buenas noticias en materia de inflación, según el último reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas – DANE- en junio bajó la inflación.
En efecto, informa el DANE que, en junio, el índice de precios al consumidor (IPC) fue de 0,3 por ciento; en lo corrido del semestre (es decir de enero a junio de 2023 va en 6,15%); y en los últimos doce meses – junio 2022- 2023, va en 12,13 por ciento.
Es una tendencia favorable al bolsillo de los consumidores. La inflación es ese fenómeno que nos roba la plata, que le quita capacidad de compra a quienes viven de un salario, y que friega más a los pobres que a los demás estratos de la economía. La inflación viene bajando. Poco a poco, pero viene a la baja.
Las cifras las dio a conocer la directora del DANE, Piedad Urdinola, en rueda de prensa nocturna el pasado 10 de Julio. (Rueda de prensa nocturna por cuanto el dato de inflación influye mucho en los mercados financieros, el dólar y el mercado de acciones, en el día a día). Para evitar suspicacias la entidad líder de las encuestas en Colombia, cambió la fecha y hora de la entrega de los resultados.
Los mayores incrementos en el mes de junio, sexto mes del año, fueron en transporte: 1,08%; comidas fuera de casa: 0,56% y servicios públicos (promedio nacional), es decir agua, luz y gas. (Según se deducen de los promedios del DANE).
La variación de alimentos en junio fue a la baja, una reducción del 0,53 por ciento; es decir la inflación de alimentos ayudó a bajar la inflación promedio. Ese milagrito se lo debemos a nuestra prodigiosa geografía que es generosa en materia de alimentos. Otros dirán que a San Isidro el de Atánquez, que es quien nos ayuda con el régimen de lluvias. Otra buena noticia que tengamos buena oferta de alimentos.
Otros rubros que subieron en junio fueron: los servicios de salud con un 0,39 por ciento, ropa y calzado con 0,36 por ciento; y los vicios: alcohol y tabaco con un 0,48 por ciento.
Valledupar es la ciudad con la segunda inflación más alta en la costa Caribe, después de Sincelejo, capital de sucre. Desde hace años, nuestra querida ciudad, la capital del Cesar, nos viene “haciendo pistola”, como se dice popularmente, con el tema de la inflación. Nada que baja.
Atrás quedaron los años en que teníamos en Valledupar comida buena, abundante y barata, como decía el maestro Escalona en ‘El Hambre del Liceo’, cuando hablaba de buena carne de novillo empotrerao, en nuestras mesas. Algunos sectores solo ven la carne por la televisión, como el canto del inolvidable Diomedes Díaz.
Las cosas cambian y en materia de inflación en nuestra región han sido para mal. Un llamado de atención para nuestra Secretaría de Agricultura y para nuestras plazas de mercado. ¡Ay hombe!, tenemos que volver a hacer de Valledupar una ciudad de comida buena y barata. ¡Tenemos con qué!
La tasa de cambio, que normalmente se toma como el precio del peso colombiano frente al dólar americano, que alcanzó a aproximarse a los $5.000 por dólar, desde hace varios meses viene bajando. Esta semana ha estado oscilando entre los $4.100 y los $4.200. Esa reducción en el dólar debe ayudar a la inflación; principalmente por el menor valor de muchos bienes importados, como, por ejemplo, los comestibles, la ropa y el calzado, entre muchos otros.
La Superintendencia de Industria y Comercio y las ligas de consumidores podrían estar más atentas para verificar que esa reducción del dólar se refleje en los precios finales al consumidor. Ya que, en algunos casos, en Colombia los precios al consumidor suben cuando sube el dólar, pero no bajan cuando baja la cotización del billete verde.
Los aumentos en los precios del galón de gasolina a razón de $400 por galón, que tiene sus efectos en los precios a los usuarios de vehículos particulares, como también en el transporte, sin lugar a dudas tiene su efecto en materia de precios al consumidor. Los reajustes en los precios de la gasolina es una política apropiada del gobierno actual, para reducir el déficit del Fondo de Precios de los Combustibles. Ese es un mal necesario.
Vale la pena advertir que no ha subido el precio del A.C.P.M., combustible que le pega más a los insumos, materias primas y alimentos, por los mayores costos del transporte de carga. Más adelante, según ha dicho el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, vendrá el reajuste en materia del Diesel. El objetivo de esta política es claro: no se justifica mantener una política de subsidios a la gasolina; es una transferencia de recursos del Estado a los propietarios de vehículos. Es plata que se puede dedicar a subsidios de la política social.
Para los próximos meses, gobierno, Banco de la República y analistas privados esperan que la inflación siga ese camino a la baja. Para alivio de las amas de casa, y – en general- de todos los consumidores. Esa sería una buena noticia.
No obstante; la meta del Banco de la República, de que el IPC baje a alrededor del 7 por ciento, para diciembre; con todo respeto, nos parece bastante optimista. (La meta para 2024 es bajarla al 3 por ciento). Mucho optimismo…
Esa política monetaria del BR, contractiva, es decir de aumento en las tasas de interés, que ya supera el 13,5 por ciento la tasa que el Banco Emisor le cobra a los bancos co merciales, busca ayudar a apretar un poco la demanda agregada, reduciendo la capacidad de consumo, para ayudar a bajar esa tasa de inflación, vía una menor demanda. Como lo hemos dicho y explicado, en las páginas de EL PILÓN, uno de los problemas de la inflación es que luego que sube, es difícil bajarla. En varios artículos, en esta publicación, hablábamos de esa buena noticia de tener una baja inflación.
Ahora, que ha subido, hace falta, además de las políticas económicas de ajuste (en materia de política monetaria y fiscal), rogarle a San Isidro, y también a Santo Ecce Homo, en el caso de Valledupar, para que volvamos a las añoradas épocas de tener comida buena, abundante y barata en el Valle del Cacique Upar. Tocará, volver a cantar las plegarias a “San Isidro Labrador, patrono de los labriegos…”, ojalá con la guitarra de “Los Kanquis”. Y no sobra orar… y esperar.
POR: CARLOS MAESTRE MAYA/ESPECIAL PARA EL PILÓN.