Valledupar vive un momento clave para comprender y orientar su crecimiento urbano, el municipio debe iniciar el próximo año la formulación del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT), un proceso que exigirá mirar con seriedad la dirección, la escala y las implicaciones del crecimiento urbano de las próximas décadas.
La ciudad se expande, y aunque a veces este fenómeno se percibe como un desbordamiento inevitable, también puede ser una oportunidad si se hace con criterio. Precisamente esa fue la visión del Programa de Expansión Urbana del Marron Institute of Urban Management de la Universidad de Nueva York (NYU): el crecimiento urbano no debe entenderse como un problema que se intenta contener a toda costa, sino como un proceso que hay que preparar con anticipación para evitar que se vuelva caótico, costoso y excluyente.
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A mediados de la década de 2010, la ciudad tuvo que diseñar el POT que está vigente hoy. La capital cesarense atravesaba una transición urbana particular. El crecimiento demográfico era moderado, pero el desarrollo físico avanzaba con rapidez, impulsado por la oferta de suelo barato en los bordes y por una demanda creciente de vivienda de bajo y mediano costo.
El municipio empezaba a expandirse más allá de sus límites tradicionales, pero lo hacía sin una estructura previa que orientara las nuevas urbanizaciones. Las grandes urbanizaciones del oriente estaban en pleno desarrollo y las del sur comenzaban a perfilarse como el siguiente frente de expansión, en un contexto donde la planificación oficial aún no lograba anticipar el ritmo real del mercado.
Caso de estudio
Ese fue el escenario que motivó a NYU a trabajar con el municipio para proyectar el crecimiento a largo plazo. Valledupar fue seleccionada como caso de estudio precisamente porque mostraba un patrón típico de muchas ciudades intermedias del país: crecimiento rápido en la periferia, escasa densificación en áreas consolidadas y dificultad para anticipar el trazado de infraestructura en zonas aún rurales.
No se trataba de frenar la expansión, sino de reconocer que iba a ocurrir y que la mejor forma de gestionarla era preparando desde temprano la estructura básica del territorio. En su análisis, el equipo encontró que la extensión de la ciudad debía darse hacia el sur occidente por dos razones: la primera es que las tierras en el nor-oriente eran altamente productivas para la agricultura y la segunda, que el terreno hacia ese sector tiene desniveles que desincentivan la urbanización.
En ese sentido, propuso unas áreas para la expansión en un horizonte de 30 años. Pero el análisis no solo se quedó allí, sino que diseñó estrategias para lograrlo de manera organizada. Después de estudiar el plano catastral, para revisar juiciosamente los predios que se verían afectados por la expansión propuesta, se llegó a un modelo de vías buscando agrupar esos predios en bloques urbanos para organizar el crecimiento.
Partiendo de las vías arterias, como la Salguero que luego se convierte en la carretera nacional hacia La Paz, la diagonal 21 que luego se convierte en la vía nacional hacia Bosconia, se propone un diseño vial con el objetivo de que haya la menor cantidad de divisiones de predios existentes posible, aunque no sean calzadas completamente ortogonales. Esta estrategia permitiría al municipio optimizar financieramente el proyecto de expansión.
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El alcance del estudio fue más allá al proponer un escalonamiento de equipamientos urbanos, especialmente parques y zonas verdes. Pero su conclusión más clara fue una: el futuro de Valledupar, con miras al 2040, se encuentra en el sur-occidente. Es importante entonces que este estudio tan juicioso no sea desechado en el proceso de planeación urbana al que se enfrentará el municipio en los próximos meses.
No es un hecho menor la presencia de la Universidad Nacional precisamente en el corredor que conecta a Valledupar y La Paz. Es de hecho un faro que sirve como guía del desarrollo urbano, económico y social de esta ciudad-región.
El nuevo POT no debe partir de cero ni ignorar los análisis de largo plazo que ya existen. La ciudad tiene hoy la oportunidad de anticiparse y orientar la expansión hacia donde sea ambiental, económica y socialmente más viable. Incorporar las lecciones del estudio de NYU no significa replicarlo de manera literal, sino aprovechar su visión estructural: analizar cuidadosamente el territorio, reservar suelo para las vías futuras, garantizar la continuidad de los espacios públicos, proteger las áreas agrícolas y planificar la expansión antes de que la expansión planifique a la ciudad.
Un POT que mire hacia el sur oriente con orden y visión puede convertir el crecimiento en una oportunidad para vivir mejor, para consolidar una ciudad más equitativa y para asegurar que el desarrollo de las próximas décadas no nos tome por sorpresa.











