Muchas veces, hemos oído que determinada legislación se cumplió a medias
Un correcto y funcional proceso de interacción y diálogo con las variadas expresiones del colectivo social hoy por hoy cobra fuerza y trascendencia tras la finalidad de poder salir de una vez por todas del más cruento y envolvente maremágnum que vive el país; pareciese que se hubiese enquistado en nuestros seres el ADN de hacer daño a nuestros semejantes. Es menester crear el diseño e implementación de una nueva hoja de ruta encaminada a desarraigar odios, resentimientos, antagonismos y polarización, pues no será fácil esta tarea; el reto lo tenemos que asumir todos, bajo un eco vibrante de unión y voluntades, lo ideal aquí es la disposición integral de todos los ciudadanos para que aportemos un granito de arena en aras de frenar esta tenaz situación de crispación social.
Lo fundamental en este propósito es emprender un consenso que debe nacer pensando en Colombia y sus futuras generaciones, coherente, razonable y realizable que brinde soluciones integrales. Es decir, lo que anda mal, es imperioso y urgente solucionarlo, no admitir que el flagelo de la incertidumbre y el caos se robustezcan. Necesitamos cumplir las Leyes que no se aplican, ejercer la acción de cumplimiento para las mismas, no con normas que se desgastan y evaporan en el tiempo y que, a la hora de la verdad, lo que producen es pérdida de recursos a la institucionalidad.
En otras palabras, no desviarnos en debates estériles que a nada conducen, lo coherente y sensato es centrarnos en lo sustancial y vital, a lo que sinceramente nos aqueja; por ejemplo, la descomposición que origina el hacinamiento carcelario, la excesiva criminalidad, la corrupción asqueante, el narcotráfico, la desigualdad, la falta de oportunidades, el asesinato de líderes sociales, la carencia de empleos, etc.
Es preciso aclarar que los actos legislativos, leyes, decretos, siempre han existido, y en todos los campos, pero lo más importante es que esa normatividad funcione. Es más, muchas veces, hemos oído que determinada legislación se cumplió a medias, se requiere entonces que la sociedad colombiana exprese al unísono su férrea voluntad y que la toma de decisiones se lleven a la praxis sin fraccionamiento alguno, puesto que lo contrario crea insatisfacción.
En este sentido es valioso refrendar el apoyo irrestricto que anuncia el nuevo gobierno en materia de empoderamiento por parte de la juventud en procesos de innovación, transformación y cambio y sobre todo en la necesidad de instituir un sistema de vida independiente, muy nuestra, para frenar la intromisión de estereotipos extranjeros que nada proporcionan. Para ser más precisos, no se deben incorporar modelos importados para solucionar problemas internos; cada país tiene sus angustias, escenarios y actores. Evitaríamos así, muchos dolores de cabeza para la presente y futuras generaciones de jóvenes con la articulación de políticas públicas reales, accesibles y oportunas. En tal sentido, los diálogos y acuerdos que se concreten deben ser sobre la base de construir la unidad que Colombia requiere de manera directa y sin tanta tramitología para los más vulnerados que por culpa de odios y discriminación han sido estigmatizados por la polarización. Todo, todo lo que se procure, haga o planifique de utilidad, es necesario y pertinente para esta nación, lo valioso es la voluntad y decisión para definir dónde se realizan esos cambios. La concertación es fundamental.
Muchas veces, hemos oído que determinada legislación se cumplió a medias
Un correcto y funcional proceso de interacción y diálogo con las variadas expresiones del colectivo social hoy por hoy cobra fuerza y trascendencia tras la finalidad de poder salir de una vez por todas del más cruento y envolvente maremágnum que vive el país; pareciese que se hubiese enquistado en nuestros seres el ADN de hacer daño a nuestros semejantes. Es menester crear el diseño e implementación de una nueva hoja de ruta encaminada a desarraigar odios, resentimientos, antagonismos y polarización, pues no será fácil esta tarea; el reto lo tenemos que asumir todos, bajo un eco vibrante de unión y voluntades, lo ideal aquí es la disposición integral de todos los ciudadanos para que aportemos un granito de arena en aras de frenar esta tenaz situación de crispación social.
Lo fundamental en este propósito es emprender un consenso que debe nacer pensando en Colombia y sus futuras generaciones, coherente, razonable y realizable que brinde soluciones integrales. Es decir, lo que anda mal, es imperioso y urgente solucionarlo, no admitir que el flagelo de la incertidumbre y el caos se robustezcan. Necesitamos cumplir las Leyes que no se aplican, ejercer la acción de cumplimiento para las mismas, no con normas que se desgastan y evaporan en el tiempo y que, a la hora de la verdad, lo que producen es pérdida de recursos a la institucionalidad.
En otras palabras, no desviarnos en debates estériles que a nada conducen, lo coherente y sensato es centrarnos en lo sustancial y vital, a lo que sinceramente nos aqueja; por ejemplo, la descomposición que origina el hacinamiento carcelario, la excesiva criminalidad, la corrupción asqueante, el narcotráfico, la desigualdad, la falta de oportunidades, el asesinato de líderes sociales, la carencia de empleos, etc.
Es preciso aclarar que los actos legislativos, leyes, decretos, siempre han existido, y en todos los campos, pero lo más importante es que esa normatividad funcione. Es más, muchas veces, hemos oído que determinada legislación se cumplió a medias, se requiere entonces que la sociedad colombiana exprese al unísono su férrea voluntad y que la toma de decisiones se lleven a la praxis sin fraccionamiento alguno, puesto que lo contrario crea insatisfacción.
En este sentido es valioso refrendar el apoyo irrestricto que anuncia el nuevo gobierno en materia de empoderamiento por parte de la juventud en procesos de innovación, transformación y cambio y sobre todo en la necesidad de instituir un sistema de vida independiente, muy nuestra, para frenar la intromisión de estereotipos extranjeros que nada proporcionan. Para ser más precisos, no se deben incorporar modelos importados para solucionar problemas internos; cada país tiene sus angustias, escenarios y actores. Evitaríamos así, muchos dolores de cabeza para la presente y futuras generaciones de jóvenes con la articulación de políticas públicas reales, accesibles y oportunas. En tal sentido, los diálogos y acuerdos que se concreten deben ser sobre la base de construir la unidad que Colombia requiere de manera directa y sin tanta tramitología para los más vulnerados que por culpa de odios y discriminación han sido estigmatizados por la polarización. Todo, todo lo que se procure, haga o planifique de utilidad, es necesario y pertinente para esta nación, lo valioso es la voluntad y decisión para definir dónde se realizan esos cambios. La concertación es fundamental.