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Columnista - 5 agosto, 2022

La bandeja pendeja

Devolver lo ajeno, Ojalá que los jóvenes vallenatos devuelvan, en caso de tenerlos, esos recursos de La Paz, para que todos vivamos en paz.

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Cuando no tenemos oficio, a los humanos se nos da por todo. Valledupar hace tiempo viene ocupando el tercer lugar de desempleo en el país, mientras sus recientes alcaldes han soñado ese primer lugar a como dé lugar. Creo que por circunstancias propias de la economía global le tocará al actual   Mello, tener el mérito que iniciaron sus antecesores. 

Además de terminar las obras iniciadas  como la carretera a La Paz, de su abuelo Pepe Castro, también cargará el lastre del desvío de los recursos para la Paz, donde dicen que sus jóvenes paisanos tienen las manos metidas, hasta el tope, pero como buen ciudadano de orden, logrará ese premio  en la próxima medición.

Mientras eso llega, las cosas vallenatas siguen. Ya al menos el presidente saliente tiene la medalla Cacique Upar, entregada a los mejores hombres que pasan por la tierrita. Ya Duque es medallista como cualquier deportista bolivariano. Los paisas suelen premiar a los suyos con un collar de arepas, que a propósito esta patentado y el dueño pide tributos a quien quiera en adelante usarlo. Paisa tenía que ser. Aquí, nos embolatamos tanto que no tenemos plato típico, pero somos chachos en obtener plata atípica, sin importar de donde venga. Ese otro listado, también llegará.

Como somos una mezcla de casi todo, y ahora incluimos la receta venezolana, el cuento se pone más interesante. Las almojábanas pacíficas, hoy tienen un ingrediente, vienen rellenas de arequipe u otro dulce, el primer promotor es el periodista Aquiles Hernández, y su primer y acérrimo contradictor es Antonio María Araujo. De bando a indio. 

Pero queda claro, no tenemos plato típico vallenato,  a pesar que una colega residenciada en Italia, propuso  el arroz de zanahoria y a lo mejor  otras colegas, también sin oficio aplauden la proposición. Locos y locas hay por todas partes.

Ya en poco tiempo dejaremos de ser “Ciudad Naranja”, ese pomposo e inútil título que el alcalde anterior dejó, y solo él, y algún amigo color lechuga, fueron capaces de vestirse del color del cítrico para promocionar esa vaina que nunca existió. 

A propósito, siempre se vistieron de zanahoria, posiblemente jugando al futuro del nuevo plato típico propuesto por la amiga itálica. A propósito, por andar en tanta bulla y fotos, la administración anterior olvidó la despulpadora de mangos. Menos mal  aquí somos olvidadizos, por pura falta de oficio.

Cerremos este chorro con la noticia en pleno pueblo patillalero, que el próximo festival será para Luis Enrique Martínez, ‘El Pollo Vallenato’. Nadie duda de sus cualidades y fortalezas, muchos se preguntan por qué tan tarde, y ya tenemos la respuesta: Por su centenario. No terminábamos de lamentar la partida del gran bajista José Vázquez, ni del rey del despecho Darío Gómez, cuando las redes nos informan que Ana del Castillo, la furiosa, bonita, tremenda, osada, asada y cruda cantante vallenata, dice que rompe relaciones comerciales con su protector ( ¿usará protector?) el reconocido autor, acordeonero y productor y hasta más, Omar Geles, aquel querido exdiablito. Y todo por el punto G, que nadie ha sido capaz de encontrarle a nuestra criolla estrella femenina. Para algunos es una trampa publicitaria, para otros otra colcha de retazos y retozos.

Terminamos este coctelito, agradeciendo la gentileza paisa de ‘Fico’, el presidente de la gente. Han llegado con sobres de agradecimientos las hojas de vida recibidas cuando nuestros políticos obligatoriamente le llenaron la plaza, eso se llama decencia. 

Devolver lo ajeno, Ojalá que los jóvenes vallenatos devuelvan, en caso de tenerlos, esos recursos de La Paz, para que todos vivamos en paz. Les debo listados, pendientes.

Columnista
5 agosto, 2022

La bandeja pendeja

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Devolver lo ajeno, Ojalá que los jóvenes vallenatos devuelvan, en caso de tenerlos, esos recursos de La Paz, para que todos vivamos en paz.


Cuando no tenemos oficio, a los humanos se nos da por todo. Valledupar hace tiempo viene ocupando el tercer lugar de desempleo en el país, mientras sus recientes alcaldes han soñado ese primer lugar a como dé lugar. Creo que por circunstancias propias de la economía global le tocará al actual   Mello, tener el mérito que iniciaron sus antecesores. 

Además de terminar las obras iniciadas  como la carretera a La Paz, de su abuelo Pepe Castro, también cargará el lastre del desvío de los recursos para la Paz, donde dicen que sus jóvenes paisanos tienen las manos metidas, hasta el tope, pero como buen ciudadano de orden, logrará ese premio  en la próxima medición.

Mientras eso llega, las cosas vallenatas siguen. Ya al menos el presidente saliente tiene la medalla Cacique Upar, entregada a los mejores hombres que pasan por la tierrita. Ya Duque es medallista como cualquier deportista bolivariano. Los paisas suelen premiar a los suyos con un collar de arepas, que a propósito esta patentado y el dueño pide tributos a quien quiera en adelante usarlo. Paisa tenía que ser. Aquí, nos embolatamos tanto que no tenemos plato típico, pero somos chachos en obtener plata atípica, sin importar de donde venga. Ese otro listado, también llegará.

Como somos una mezcla de casi todo, y ahora incluimos la receta venezolana, el cuento se pone más interesante. Las almojábanas pacíficas, hoy tienen un ingrediente, vienen rellenas de arequipe u otro dulce, el primer promotor es el periodista Aquiles Hernández, y su primer y acérrimo contradictor es Antonio María Araujo. De bando a indio. 

Pero queda claro, no tenemos plato típico vallenato,  a pesar que una colega residenciada en Italia, propuso  el arroz de zanahoria y a lo mejor  otras colegas, también sin oficio aplauden la proposición. Locos y locas hay por todas partes.

Ya en poco tiempo dejaremos de ser “Ciudad Naranja”, ese pomposo e inútil título que el alcalde anterior dejó, y solo él, y algún amigo color lechuga, fueron capaces de vestirse del color del cítrico para promocionar esa vaina que nunca existió. 

A propósito, siempre se vistieron de zanahoria, posiblemente jugando al futuro del nuevo plato típico propuesto por la amiga itálica. A propósito, por andar en tanta bulla y fotos, la administración anterior olvidó la despulpadora de mangos. Menos mal  aquí somos olvidadizos, por pura falta de oficio.

Cerremos este chorro con la noticia en pleno pueblo patillalero, que el próximo festival será para Luis Enrique Martínez, ‘El Pollo Vallenato’. Nadie duda de sus cualidades y fortalezas, muchos se preguntan por qué tan tarde, y ya tenemos la respuesta: Por su centenario. No terminábamos de lamentar la partida del gran bajista José Vázquez, ni del rey del despecho Darío Gómez, cuando las redes nos informan que Ana del Castillo, la furiosa, bonita, tremenda, osada, asada y cruda cantante vallenata, dice que rompe relaciones comerciales con su protector ( ¿usará protector?) el reconocido autor, acordeonero y productor y hasta más, Omar Geles, aquel querido exdiablito. Y todo por el punto G, que nadie ha sido capaz de encontrarle a nuestra criolla estrella femenina. Para algunos es una trampa publicitaria, para otros otra colcha de retazos y retozos.

Terminamos este coctelito, agradeciendo la gentileza paisa de ‘Fico’, el presidente de la gente. Han llegado con sobres de agradecimientos las hojas de vida recibidas cuando nuestros políticos obligatoriamente le llenaron la plaza, eso se llama decencia. 

Devolver lo ajeno, Ojalá que los jóvenes vallenatos devuelvan, en caso de tenerlos, esos recursos de La Paz, para que todos vivamos en paz. Les debo listados, pendientes.