Una medianoche de la década del setenta, sentimos en el techo un espeluznante estropicio, como si hubiese caído sobre la casa otra casa tirada de mala gana para hacer una de dos pisos a las malas.
Por José Gregorio Guerrero
Una medianoche de la década del setenta, sentimos en el techo un espeluznante estropicio, como si hubiese caído sobre la casa otra casa tirada de mala gana para hacer una de dos pisos a las malas; eso fue lo que me imaginé; entonces me dijo “Aba” entre dientes: “es una bruja que viene cansada de volar y está descansando” yo la miré con ojos saltones, ella me arropó hasta el cuello con una sabana de figuritas multicolor que me gustaba “ojalá no se vaya a coger los mangos maduros” y con aquella naturalidad adornó el episodio “cayó mal la pobrecita” cuando quise reaccionar me lo impidió “le voy a decir a “Toño” Villero que venga a coger esa gotera”.
Para mí en ese instante el mundo entero dormía, años después supe que mientras acá dormíamos, los chinos estaban despiertos, a eso le llegué a atribuir sus estrechos ojos “deben de parar con sueño” pensaba.
Si el episodio hubiese sido anoche, pensaría que la bruja recibió una llamada a su celular o vio en Facebook un chiste de “Pablito” Pérez porque soltó una carcajada inmarcesible que terminó por despertar a los vecinos.
Del traspatio se sintió un grito masculino, el que era, estaba armado “nojoda deja dormir, aprovechas que el “Cacha” viaja para salir a volar” le gritó Pablo Arias, y remató “vagabunda de mierda”.
Al día siguiente los primeros comentarios era la atechizada (aterrizar en el techo) en la casa de Adela. Tres noches después se sintió el estropicio exponencialmente, y una algarabía descomunal; ya no era una, ahora eran varias; dice “Paco” Monsalvo que eran siete y tenían cara de venir de Maicao.
Pablo esa noche les hizo una descarga al aire, y estas antes de huir lo mandaron a coger mujer. En los siguientes días le pregunté a Paco que cara ponía la gente cuando venía de Maicao, me miró y me respondió puntualmente “de preocupación” me dijo.
Y a Pablo le pregunté por qué no cogía mujer a lo que me respondió: “vaya a estudiar”. Se pensó entonces en traer de Barrancas en La Guajira a “Yeyo”, un hombre experto en cazarlas con secretos negros, pero este se retiró del ejercicio porque embarazó a varias y terminó mirándolas como cuñadas.
Y se supo que varias quedadas barranqueras de buenas familias habían cogido la escoba para ver si con “Yeyo” levantaban bandera.
Muchos años después, como treinta, una media noche sentimos un niño llorar, se formó una discusión que no era llanto de niño, sino de gato; pero resultó siendo un niño.
Esa media noche salió una mujer a la esquina del episodio y gritó a puro pulmón ¡Milo…. Cállate! y Milo se calló; la mujer desapareció, y más atrás los allí presentes.
Una medianoche de la década del setenta, sentimos en el techo un espeluznante estropicio, como si hubiese caído sobre la casa otra casa tirada de mala gana para hacer una de dos pisos a las malas.
Por José Gregorio Guerrero
Una medianoche de la década del setenta, sentimos en el techo un espeluznante estropicio, como si hubiese caído sobre la casa otra casa tirada de mala gana para hacer una de dos pisos a las malas; eso fue lo que me imaginé; entonces me dijo “Aba” entre dientes: “es una bruja que viene cansada de volar y está descansando” yo la miré con ojos saltones, ella me arropó hasta el cuello con una sabana de figuritas multicolor que me gustaba “ojalá no se vaya a coger los mangos maduros” y con aquella naturalidad adornó el episodio “cayó mal la pobrecita” cuando quise reaccionar me lo impidió “le voy a decir a “Toño” Villero que venga a coger esa gotera”.
Para mí en ese instante el mundo entero dormía, años después supe que mientras acá dormíamos, los chinos estaban despiertos, a eso le llegué a atribuir sus estrechos ojos “deben de parar con sueño” pensaba.
Si el episodio hubiese sido anoche, pensaría que la bruja recibió una llamada a su celular o vio en Facebook un chiste de “Pablito” Pérez porque soltó una carcajada inmarcesible que terminó por despertar a los vecinos.
Del traspatio se sintió un grito masculino, el que era, estaba armado “nojoda deja dormir, aprovechas que el “Cacha” viaja para salir a volar” le gritó Pablo Arias, y remató “vagabunda de mierda”.
Al día siguiente los primeros comentarios era la atechizada (aterrizar en el techo) en la casa de Adela. Tres noches después se sintió el estropicio exponencialmente, y una algarabía descomunal; ya no era una, ahora eran varias; dice “Paco” Monsalvo que eran siete y tenían cara de venir de Maicao.
Pablo esa noche les hizo una descarga al aire, y estas antes de huir lo mandaron a coger mujer. En los siguientes días le pregunté a Paco que cara ponía la gente cuando venía de Maicao, me miró y me respondió puntualmente “de preocupación” me dijo.
Y a Pablo le pregunté por qué no cogía mujer a lo que me respondió: “vaya a estudiar”. Se pensó entonces en traer de Barrancas en La Guajira a “Yeyo”, un hombre experto en cazarlas con secretos negros, pero este se retiró del ejercicio porque embarazó a varias y terminó mirándolas como cuñadas.
Y se supo que varias quedadas barranqueras de buenas familias habían cogido la escoba para ver si con “Yeyo” levantaban bandera.
Muchos años después, como treinta, una media noche sentimos un niño llorar, se formó una discusión que no era llanto de niño, sino de gato; pero resultó siendo un niño.
Esa media noche salió una mujer a la esquina del episodio y gritó a puro pulmón ¡Milo…. Cállate! y Milo se calló; la mujer desapareció, y más atrás los allí presentes.