¡Uy!, qué gentío tan impresionante, me dijo el Pinde con cara de asombro en el atrio de la iglesia, no cabe ni un alfiler y tuvieron que cerrar las puertas y yo le contesté que en la funeraria había sido lo mismo, que no había espacio ni para una aguja y solamente se veían cientos de personas llorando, entre los cuales se distinguían unos hombronazos que superaban el 1.80 de estatura y los 100 kilos de pesos y que pasaban de la docena, y eran sus hijos y le agregué que definitivamente el dúo, honradez y bondad eran capaces de producir acontecimientos como éste.
Por José Manuel Aponte Martínez
¡Uy!, qué gentío tan impresionante, me dijo el Pinde con cara de asombro en el atrio de la iglesia, no cabe ni un alfiler y tuvieron que cerrar las puertas y yo le contesté que en la funeraria había sido lo mismo, que no había espacio ni para una aguja y solamente se veían cientos de personas llorando, entre los cuales se distinguían unos hombronazos que superaban el 1.80 de estatura y los 100 kilos de pesos y que pasaban de la docena, y eran sus hijos y le agregué que definitivamente el dúo, honradez y bondad eran capaces de producir acontecimientos como éste, ya que al salir de la iglesia después de la misa celebrada, en un pesado ataúd, pues el muerto fácilmente superaba los 150 kilos y cargado por 6 jóvenes altos y fornidos, hijos y nietos, fue trasladado desde la Plaza al Cementerio Central en calle de honor en donde, era la locura, sus amigos y paisanos lo esperaban para darle el último adiós. Nuevamente los vallenatos demostramos lo solidarios que somos cuando desaparece uno de sus seres más queridos, felicitaciones a este gran pueblo.
Sí, murió Juan Bautista Morales Montero, el famoso, cordial y buen amigo “Juancho Morales”, nacido en el hogar conformado por Manuel Morales Araújo y Máxima Montero, más conocida como Doña Macha; fue el tercero de una buena prole y se crió en un hogar donde las buenas costumbres y la decencia eran una marca que le fue imprimida desde muy tierna edad y además donde la inteligencia era el común denominador, pues quien no recuerda a Rafael Morales “Moralito”, famoso estudiante que dejó huellas en El Loperena, en donde también fue profesor de física y terminó sus estudios de ingeniería con admirables notas en La Nacional y hoy es una autoridad en cuestiones hidráulicas o a Manuel el benjamín de la familia, que tiene el honroso título de ser el mejor bachiller que ha tenido el Loperena en toda su historia, también Ingeniero Civil residente dese hace muchos años en Bogotá, casado con la distinguida, bella y elegante pacífica Miriam Oñate Morón.
Juancho fue un hombre excepcional que vivió el presente, 83 años y siempre tenía enredado y comprometido el futuro, porque solamente así, podía hacer lo que hizo, que con las uñas y con tesón adelantó la labor titánica de educar 15 hijos: Oscar “El Mono” que heredó su puesto en el Tribunal Superior, Digna Rosa la eterna secretaria del Doctor Calderón, que con mucha facilidad lo reemplaza en sus labores médicas, Gustavo, Ingeniero Civil, Betsi, Normalista Superior, Javier, Licenciado, Manuel Ingeniero Civil, Juan Gabriel Médico, Luis, Abogado, José Jaime, Contador, Rafael, Sacerdote, Carlos, Administrador de Empresas, Rubén, Ingeniero Civil, Jorge, Enfermero Superior, Julex, Operador y Técnico de Maquinaria Pesada y Yaiteh, Ingeniero de Sistemas. ¡Cojan ese trompo en la uña!.
Lástima, se acabó el espacio y no he dicho nada, solo puedo agregar un fraternal abrazo para la larga familia Morales Montero y a “Pema” su señora, agregándoles que comparto su dolor por la desaparición de “El Pajarillo” como fraternalmente nos decíamos desde hace más de 50 años.
¡Uy!, qué gentío tan impresionante, me dijo el Pinde con cara de asombro en el atrio de la iglesia, no cabe ni un alfiler y tuvieron que cerrar las puertas y yo le contesté que en la funeraria había sido lo mismo, que no había espacio ni para una aguja y solamente se veían cientos de personas llorando, entre los cuales se distinguían unos hombronazos que superaban el 1.80 de estatura y los 100 kilos de pesos y que pasaban de la docena, y eran sus hijos y le agregué que definitivamente el dúo, honradez y bondad eran capaces de producir acontecimientos como éste.
Por José Manuel Aponte Martínez
¡Uy!, qué gentío tan impresionante, me dijo el Pinde con cara de asombro en el atrio de la iglesia, no cabe ni un alfiler y tuvieron que cerrar las puertas y yo le contesté que en la funeraria había sido lo mismo, que no había espacio ni para una aguja y solamente se veían cientos de personas llorando, entre los cuales se distinguían unos hombronazos que superaban el 1.80 de estatura y los 100 kilos de pesos y que pasaban de la docena, y eran sus hijos y le agregué que definitivamente el dúo, honradez y bondad eran capaces de producir acontecimientos como éste, ya que al salir de la iglesia después de la misa celebrada, en un pesado ataúd, pues el muerto fácilmente superaba los 150 kilos y cargado por 6 jóvenes altos y fornidos, hijos y nietos, fue trasladado desde la Plaza al Cementerio Central en calle de honor en donde, era la locura, sus amigos y paisanos lo esperaban para darle el último adiós. Nuevamente los vallenatos demostramos lo solidarios que somos cuando desaparece uno de sus seres más queridos, felicitaciones a este gran pueblo.
Sí, murió Juan Bautista Morales Montero, el famoso, cordial y buen amigo “Juancho Morales”, nacido en el hogar conformado por Manuel Morales Araújo y Máxima Montero, más conocida como Doña Macha; fue el tercero de una buena prole y se crió en un hogar donde las buenas costumbres y la decencia eran una marca que le fue imprimida desde muy tierna edad y además donde la inteligencia era el común denominador, pues quien no recuerda a Rafael Morales “Moralito”, famoso estudiante que dejó huellas en El Loperena, en donde también fue profesor de física y terminó sus estudios de ingeniería con admirables notas en La Nacional y hoy es una autoridad en cuestiones hidráulicas o a Manuel el benjamín de la familia, que tiene el honroso título de ser el mejor bachiller que ha tenido el Loperena en toda su historia, también Ingeniero Civil residente dese hace muchos años en Bogotá, casado con la distinguida, bella y elegante pacífica Miriam Oñate Morón.
Juancho fue un hombre excepcional que vivió el presente, 83 años y siempre tenía enredado y comprometido el futuro, porque solamente así, podía hacer lo que hizo, que con las uñas y con tesón adelantó la labor titánica de educar 15 hijos: Oscar “El Mono” que heredó su puesto en el Tribunal Superior, Digna Rosa la eterna secretaria del Doctor Calderón, que con mucha facilidad lo reemplaza en sus labores médicas, Gustavo, Ingeniero Civil, Betsi, Normalista Superior, Javier, Licenciado, Manuel Ingeniero Civil, Juan Gabriel Médico, Luis, Abogado, José Jaime, Contador, Rafael, Sacerdote, Carlos, Administrador de Empresas, Rubén, Ingeniero Civil, Jorge, Enfermero Superior, Julex, Operador y Técnico de Maquinaria Pesada y Yaiteh, Ingeniero de Sistemas. ¡Cojan ese trompo en la uña!.
Lástima, se acabó el espacio y no he dicho nada, solo puedo agregar un fraternal abrazo para la larga familia Morales Montero y a “Pema” su señora, agregándoles que comparto su dolor por la desaparición de “El Pajarillo” como fraternalmente nos decíamos desde hace más de 50 años.