En Urumita, La Guajira, el pasado fin de semana deberían haber realizado la versión 36 del Festival de Flores y Calaguala para continuar promoviendo y sosteniendo las tradiciones culturales y la música folclórica representativa de la región y del país.
En Urumita, La Guajira, el pasado fin de semana deberían haber realizado la versión 36 del Festival de Flores y Calaguala para continuar promoviendo y sosteniendo las tradiciones culturales y la música folclórica representativa de la región y del país. Todos los años coincidentes con las fiestas patronales de la virgen de Chiquinquirá se realizaba el festival en este municipio del sur de La Guajira, que por iniciativa privada se creó y logró arraigarse y hace parte del acervo cultural de esa población.
Al parecer, este año la fundación organizadora del festival de Urumita no logró concertar los apoyos con la administración municipal de turno para que no se interrumpiera este vento folclórico.
El pasado 9 de septiembre la Fundación Festival Vallenato del Magdalena Medio, de Barrancabermeja, Santander, anunció en un comunicado que debido a la falta de apoyo por parte de la Alcaldía Distrital de esa ciudad no se realizará este año la versión 38 del Festival de Acordeones del Río Grande de la Magdalena, evento que ha venido siendo reconocido como uno de los más prestigiosos e importantes de la música vallenata.
He recibido información confiable en la que se me afirma que, en el Municipio de Nobsa, Boyacá, tampoco se realizará este año la versión 38 del Festival Vallenato más importante y reconocido del interior del país, también por aparentes discordias entre la Alcaldía municipal y la junta organizadora del Festival. Me cuentan que en Nobsa el alcalde le cambió el nombre al festival y arranca con una primera versión este año, me parece un golpe bajo. Me imagino que esto viene ocurriendo también en otras poblaciones del país de las que no tengo reporte claro y concreto.
Desde hace mucho rato he venido insistiendo en mis escritos sobre la necesidad urgente de desligar estos eventos privados con la actividad política y no hacerlos exclusivamente dependientes, desde el punto de vista económico, de la Alcaldía Municipal; pues bien, ahí están las consecuencias.
He sido enfático en que las fundaciones organizadoras de festivales deben diversificar al máximo sus fuentes de financiación, de tal manera que cuando falte alguna de ellas, no incida en la realización o no del evento.
Los recursos para la premiación y los gastos de funcionamiento de un festival deben provenir de diversas actividades que realice la junta organizadora durante el año y de aportes de particulares y la empresa privada, así como de entidades públicas nacionales, departamentales y municipales, pero nunca podemos dejarle la financiación total a la Alcaldía.
Muchos alcaldes consideran que hacer un festival en su municipio es la oportunidad para devolver favores a sus electores y para promover a sus sucesores en el poder y, lo peor, es que las fundaciones organizadoras se han entregado fácilmente a ese propósito.
A río revuelto, ganancia de pescadores; también esta coyuntura está siendo aprovechada por los que ahora llaman operadores de eventos y me cuentan que algunas fundaciones de otros municipios están realizando convenios con las alcaldías para que el negocio sea redondo, es decir, un gana-gana.
En una próxima columna les seguiré contando detalles de lo que está ocurriendo en estos y otros eventos culturales de nuestra patria querida.
Colofón: Gustavo Gutiérrez Cabello, padre del romanticismo en la composición vallenata, está disfrutando las mieles de sus éxitos, con 85 años lanzó su trabajo musical “Cuando pasan los años”, volumen 2, se lanza un libro sobre su vida escrito por Fausto Cotes y se devela su estatua en cera que hará parte del Centro de Cultura y de Convenciones de la Música vallenata. Supermerecido “Flaco de Oro”.
Por: Jorge Naín Ruiz Ditta.
En Urumita, La Guajira, el pasado fin de semana deberían haber realizado la versión 36 del Festival de Flores y Calaguala para continuar promoviendo y sosteniendo las tradiciones culturales y la música folclórica representativa de la región y del país.
En Urumita, La Guajira, el pasado fin de semana deberían haber realizado la versión 36 del Festival de Flores y Calaguala para continuar promoviendo y sosteniendo las tradiciones culturales y la música folclórica representativa de la región y del país. Todos los años coincidentes con las fiestas patronales de la virgen de Chiquinquirá se realizaba el festival en este municipio del sur de La Guajira, que por iniciativa privada se creó y logró arraigarse y hace parte del acervo cultural de esa población.
Al parecer, este año la fundación organizadora del festival de Urumita no logró concertar los apoyos con la administración municipal de turno para que no se interrumpiera este vento folclórico.
El pasado 9 de septiembre la Fundación Festival Vallenato del Magdalena Medio, de Barrancabermeja, Santander, anunció en un comunicado que debido a la falta de apoyo por parte de la Alcaldía Distrital de esa ciudad no se realizará este año la versión 38 del Festival de Acordeones del Río Grande de la Magdalena, evento que ha venido siendo reconocido como uno de los más prestigiosos e importantes de la música vallenata.
He recibido información confiable en la que se me afirma que, en el Municipio de Nobsa, Boyacá, tampoco se realizará este año la versión 38 del Festival Vallenato más importante y reconocido del interior del país, también por aparentes discordias entre la Alcaldía municipal y la junta organizadora del Festival. Me cuentan que en Nobsa el alcalde le cambió el nombre al festival y arranca con una primera versión este año, me parece un golpe bajo. Me imagino que esto viene ocurriendo también en otras poblaciones del país de las que no tengo reporte claro y concreto.
Desde hace mucho rato he venido insistiendo en mis escritos sobre la necesidad urgente de desligar estos eventos privados con la actividad política y no hacerlos exclusivamente dependientes, desde el punto de vista económico, de la Alcaldía Municipal; pues bien, ahí están las consecuencias.
He sido enfático en que las fundaciones organizadoras de festivales deben diversificar al máximo sus fuentes de financiación, de tal manera que cuando falte alguna de ellas, no incida en la realización o no del evento.
Los recursos para la premiación y los gastos de funcionamiento de un festival deben provenir de diversas actividades que realice la junta organizadora durante el año y de aportes de particulares y la empresa privada, así como de entidades públicas nacionales, departamentales y municipales, pero nunca podemos dejarle la financiación total a la Alcaldía.
Muchos alcaldes consideran que hacer un festival en su municipio es la oportunidad para devolver favores a sus electores y para promover a sus sucesores en el poder y, lo peor, es que las fundaciones organizadoras se han entregado fácilmente a ese propósito.
A río revuelto, ganancia de pescadores; también esta coyuntura está siendo aprovechada por los que ahora llaman operadores de eventos y me cuentan que algunas fundaciones de otros municipios están realizando convenios con las alcaldías para que el negocio sea redondo, es decir, un gana-gana.
En una próxima columna les seguiré contando detalles de lo que está ocurriendo en estos y otros eventos culturales de nuestra patria querida.
Colofón: Gustavo Gutiérrez Cabello, padre del romanticismo en la composición vallenata, está disfrutando las mieles de sus éxitos, con 85 años lanzó su trabajo musical “Cuando pasan los años”, volumen 2, se lanza un libro sobre su vida escrito por Fausto Cotes y se devela su estatua en cera que hará parte del Centro de Cultura y de Convenciones de la Música vallenata. Supermerecido “Flaco de Oro”.
Por: Jorge Naín Ruiz Ditta.