Nos quedó la impresión de que la primera Feria Navideña Nocturna, realizada en el Centro Histórico de Valledupar, dejó sensaciones encontradas entre los que tuvimos la oportunidad de enterarnos y visitarla.
Esas impresiones de doble vía nos permiten admitir que, por un lado, hay que reconocer la buena intención de la administración municipal de dinamizar la economía local, respaldar a los emprendedores y aprovechar un escenario emblemático como la plaza Alfonso López, especialmente en una temporada tan propicia como la navideña; y, por otra parte, también es claro que una iniciativa con tanto potencial terminó desarrollándose a medias, sin lograr consolidarse como otro gran evento de ciudad que pudo y debió ser para Valledupar.
Esta feria fue desarrollada durante los días 12 y 13 de diciembre, la cual contó con una interesante oferta gastronómica, artesanal y cultural, respaldada por alianzas público-privadas con la Cámara de Comercio de Valledupar, la Fundación Arce y actores del sector gastronómico como José Corzo, un esfuerzo que debe valorarse.
Destacable también el gran número de emprendimientos participantes, 140 en total, eso nos hace pensar que existía materia prima suficiente para construir una experiencia mucho más ambiciosa y de mayor impacto para la ciudad y su entorno regional.
Sin embargo, tras analizar el poco eco de la feria, tanto en los medios tradicionales de comunicación como en el voz a voz callejero y de taxistas, queda en el ambiente cierta sensación de debilidad como evento. Pudo haber incidido la falta de una mayor organización, difusión y convocatoria a otros sectores productivos, culturales y comunitarios, es posible que eso le haya restado alcance.
Consideramos que una feria de este tipo no puede limitarse a dos jornadas ni a un círculo reducido de actores, por el contrario, debía extenderse durante todos los días restantes de diciembre, aprovechando el alumbrado navideño instalado en la plaza Alfonso López, convirtiendo el corazón de la ciudad en un verdadero epicentro nocturno de encuentro familiar, comercio, turismo y cultura. Eso hubiese permitido una dinámica interesante en esta temporada especial.
Sigamos alimentando el concepto de que Valledupar necesita eventos que se piensen en grande, que convoquen a toda la ciudad y que proyecten una imagen sólida hacia propios y visitantes. Esta feria fue un buen intento, pero no alcanzó a consolidarse como un verdadero evento de ciudad. Faltó mayor articulación, mayor promoción previa y una visión más ambiciosa que concibiera el mes de diciembre como una temporada completa y no como una oportunidad de corto aliento.
En lo que no podríamos entrar a dudar, y sería injusto desconocerlo, es que esta es una primera experiencia muy valiosa y que debe asumirse como un piloto que deja lecciones importantes para el futuro. Por fortuna, la ciudad tiene el talento, los emprendedores, la cultura y los espacios necesarios para realizar ferias de primer nivel, pero estas no pueden ejecutarse “a medias tintas”. Requieren planeación, continuidad y una apuesta decidida por la excelencia, debe apuntársele a eso, emulando así los casos exitosos de otras ciudades.
De todas maneras, el mensaje debe ser de optimismo y ojalá que esta Feria Navideña Nocturna sirva como punto de partida para que en próximas temporadas Valledupar tenga eventos bien estructurados, de largo aliento y con verdadero impacto económico y social para todos.
Aplaudimos esa iniciativa, pero es nuestro deber recordarles a los organizadores de esta primera feria que las buenas ideas no son suficientes, estas requieren de un buen equipo para desarrollarlas con visión, organización y grandeza, tal como se lo merece Valledupar.
Posdata: el alumbrado navideño, debió instalarse en la calle 15, entre la Plaza y el Parque de Las Madres, ya que es el paseo peatonal exclusivo definido en el PEMP y eje colonial, religioso e histórico de la ciudad.
