La abstención se da cuando el ciudadano cuenta con todas las facilidades y garantías para ejercer el derecho al voto y no vota.
La no participación del ciudadano en unas elecciones, es denominado como abstención. Ese fenómeno político está presente en la historia reciente de Colombia, a partir del inicio del Frente Nacional en 1958, y se ha hecho más evidente en años posteriores, hasta alcanzar en la actualidad márgenes alarmantes, que llaman a la reflexión sobre los posibles factores que hacen que el colombiano de hoy elija a los mismos funcionarios para los cargos de elección.
La abstención se da cuando el ciudadano cuenta con todas las facilidades y garantías para ejercer el derecho al voto y no vota. Y es que en Colombia existe el derecho al voto, pero no hay norma constitucional ni legal que imprima al mismo la calidad de “obligación”, es decir, que el ciudadano que vota lo hace voluntariamente.
Indiscutiblemente, la abstención electoral en Colombia es supremamente alta, de ello hay testimonios estadísticos de distintas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Pero, el problema en el país es mucho más complejo, ya que no involucra simplemente la voluntad o no voluntad de sufragar, sino que hay otros ingredientes que, en muchos casos son decisivos.
El conflicto interno (con guerrillas y paramilitares), la corrupción, las dificultades logísticas en muchos municipios del país, la falta de garantías de seguridad por parte del Estado y, sobre todo, la poca motivación que para el colombiano medio tiene el hecho de depositar el voto, podrían ser los detonantes principales.
Los resultados indican un grueso número de colombianos (por encima del 44%) que no se hace presente en las urnas. Obviamente, en atención a las posibles razones citadas, no se puede afirmar que todos lo hacen conscientemente, pero sí se puede decir que la motivación, que deriva del comportamiento de la clase política en Colombia, es poco menos que nula y de ahí que esa clase política tenga a su cargo el comportamiento de los procesos electorales en Colombia, en el sentido de poder manipular la voluntad ciudadana, ante la falta de iniciativa democrática de los votantes colombianos.
No se trata aquí de defender una u otra posición política. Se trata de abordar el fenómeno de la abstención desde una perspectiva real y no desde el enfoque sesgado que hacen los capitales políticos, cuando dicen rimbombantemente que cuentan con el respaldo de tantos miles de votantes. Si bien la evidencia de ese respaldo es el voto, el mismo no expresa de manera explícita la razón que tiene cada votante para sufragar, aspecto que, de ser conocido, seguramente dejaría en crítica posición a la clase política ante la opinión nacional.
Abordo la temática de la abstención porque estimo que la misma, a pesar de la importancia que tiene en una democracia, parece pasar inadvertida para quienes tienen en sus manos la posibilidad de cultivar el sentido ciudadano de manera tal, que lleve al individuo a considerar seriamente su participación en los eventos electorales, mostrando libremente sus preferencias. Se estima que no se puede permanecer de espaldas o indiferente ante una situación que, con sus cifras, reclama la atención del Estado y de todos los ciudadanos de bien, en Colombia.
Gobernadores elegidos con solo el 32% de los votos y diputados y concejales elegidos con una abstención que alcanza más del 50 %.
A nivel presidencial el asunto es más delicado, aunque el actual presidente Gustavo Petro alardee que resultó electo por 11 millones y medio de los colombianos, cuando debieron votar en el país 39.002.239 colombianos, con una abstención del 41,83 % que se traduce en más del 45 % incluyendo la compra venta de votos y otros factores. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.
La abstención se da cuando el ciudadano cuenta con todas las facilidades y garantías para ejercer el derecho al voto y no vota.
La no participación del ciudadano en unas elecciones, es denominado como abstención. Ese fenómeno político está presente en la historia reciente de Colombia, a partir del inicio del Frente Nacional en 1958, y se ha hecho más evidente en años posteriores, hasta alcanzar en la actualidad márgenes alarmantes, que llaman a la reflexión sobre los posibles factores que hacen que el colombiano de hoy elija a los mismos funcionarios para los cargos de elección.
La abstención se da cuando el ciudadano cuenta con todas las facilidades y garantías para ejercer el derecho al voto y no vota. Y es que en Colombia existe el derecho al voto, pero no hay norma constitucional ni legal que imprima al mismo la calidad de “obligación”, es decir, que el ciudadano que vota lo hace voluntariamente.
Indiscutiblemente, la abstención electoral en Colombia es supremamente alta, de ello hay testimonios estadísticos de distintas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Pero, el problema en el país es mucho más complejo, ya que no involucra simplemente la voluntad o no voluntad de sufragar, sino que hay otros ingredientes que, en muchos casos son decisivos.
El conflicto interno (con guerrillas y paramilitares), la corrupción, las dificultades logísticas en muchos municipios del país, la falta de garantías de seguridad por parte del Estado y, sobre todo, la poca motivación que para el colombiano medio tiene el hecho de depositar el voto, podrían ser los detonantes principales.
Los resultados indican un grueso número de colombianos (por encima del 44%) que no se hace presente en las urnas. Obviamente, en atención a las posibles razones citadas, no se puede afirmar que todos lo hacen conscientemente, pero sí se puede decir que la motivación, que deriva del comportamiento de la clase política en Colombia, es poco menos que nula y de ahí que esa clase política tenga a su cargo el comportamiento de los procesos electorales en Colombia, en el sentido de poder manipular la voluntad ciudadana, ante la falta de iniciativa democrática de los votantes colombianos.
No se trata aquí de defender una u otra posición política. Se trata de abordar el fenómeno de la abstención desde una perspectiva real y no desde el enfoque sesgado que hacen los capitales políticos, cuando dicen rimbombantemente que cuentan con el respaldo de tantos miles de votantes. Si bien la evidencia de ese respaldo es el voto, el mismo no expresa de manera explícita la razón que tiene cada votante para sufragar, aspecto que, de ser conocido, seguramente dejaría en crítica posición a la clase política ante la opinión nacional.
Abordo la temática de la abstención porque estimo que la misma, a pesar de la importancia que tiene en una democracia, parece pasar inadvertida para quienes tienen en sus manos la posibilidad de cultivar el sentido ciudadano de manera tal, que lleve al individuo a considerar seriamente su participación en los eventos electorales, mostrando libremente sus preferencias. Se estima que no se puede permanecer de espaldas o indiferente ante una situación que, con sus cifras, reclama la atención del Estado y de todos los ciudadanos de bien, en Colombia.
Gobernadores elegidos con solo el 32% de los votos y diputados y concejales elegidos con una abstención que alcanza más del 50 %.
A nivel presidencial el asunto es más delicado, aunque el actual presidente Gustavo Petro alardee que resultó electo por 11 millones y medio de los colombianos, cuando debieron votar en el país 39.002.239 colombianos, con una abstención del 41,83 % que se traduce en más del 45 % incluyendo la compra venta de votos y otros factores. Hasta la próxima semana. [email protected] @tiochiro.