Al margen de las posiciones partidistas, de las posturas conceptuales y de los planteamientos moralistas y entendiendo que la decisión de la Cámara de Representantes de hundir el proyecto de ley que buscaba regularizar el consumo de cannabis recreativo es respetable y seguramente consecuente con las formas de pensar de muchos de los legisladores y […]
Al margen de las posiciones partidistas, de las posturas conceptuales y de los planteamientos moralistas y entendiendo que la decisión de la Cámara de Representantes de hundir el proyecto de ley que buscaba regularizar el consumo de cannabis recreativo es respetable y seguramente consecuente con las formas de pensar de muchos de los legisladores y de muchas personas en el país, es de reflexionar posturas como las del representante a la cámara Alfredo Deluque quien señala que: “Siendo coherentes, mis colegas que hundieron la regularización del cannabis recreativo deben legislar para prohibir el alcohol que es 4 veces más dañino, está asociado a la mayoría de casos de violencia social y familiar y es la puerta de entrada al consumo de drogas psicoactivas.”
Es más frente a una afirmación que le hacen a Deluque sobre que: “En los expendios está prohibida la venta de licores a menores”, Deluque con claridad y a manera de interrogante responde que sí por esa prohibición se cree “¿qué los menores no consumen alcohol?” Todos sabemos que en un país como el nuestro el acceso al alcohol por parte de los menores es pan de cada día e incluso lamentablemente muchas de las veces socialmente aceptado.
Deluque incluso plantea que, la “regularización del cannabis precisamente busca impedir y prevenir la venta y el consumo de menores”; pero además, se refiere al negocio desde la mirada del campesino colombiano que la siembra; es decir, de aquel que busca en este cultivo una forma de sustento y que no necesariamente esta pensando en la ilegalidad.
Recientemente en las páginas de El Pilón se titulaba “Multinacional invierte en cannabis medicinal en La Jagua de Ibirico. Las operaciones de cultivo y extracción del cannabis medicinal generarían 500 empleos en el departamento del Cesar”. Titular que permite preguntarnos: ¿Siempre y cuando sea bien regulado el cannabis recreativo puede ser una fuente de empleo y productividad para el campo en varias regiones del país?
Pero, además, si somos conscientes y apelamos a la sensatez, el consumo de alcohol en exceso y más en los menores, muchas de las veces puede ser más dañino que el consumo de cannabis. Seguramente las posturas de ‘los Deluque’, durante mucho tiempo serán incomodas para algunos sectores de la sociedad, pero desde la racionalidad no son incoherentes; por el contrario, invitan a un debate en el que seguro se debe ir más allá de posturas que muchas de las veces dicen que NO pero sin profundizar. Lo cual no significa que se esté invitando al consumo recreativo de cannabis por parte de los menores y de los adolescentes.
Recientemente señaló un actor del sector agropecuario, sobre el cannabis: “Se convierte en uno de los productos alternativos para trabajar en la reactivación económica ya que contribuye a la generación de empleo”, y en departamentos como el Cesar, tal como lo señaló El Pilón: “Alrededor de 1.439.400 hectáreas conforman la frontera agrícola del Cesar. En el caso de este cultivo, las potencialidades se presentan en el sur del departamento por la alta pluviosidad en municipios como San Alberto, San Martín, Río de Oro, González; y por el norte del departamento, la mayor potencialidad para la siembra del cannabis medicinal estaría en los municipios ubicados en las estribaciones de la Serranía de Perijá y la sierra Nevada de Santa Marta: Pueblo Bello, Manaure, El Copey, Codazzi, La Jagua y Becerril”.
Aunque no todo en la vida vale, las cosas no siempre son en negro o en blanco, definitivamente desde muchos puntos de vista las posturas de ‘los Deluque’ frente al cannabis llevan e invitan a reflexionar. Reflexionar no esta mal, por el contrario; permite crecer como sociedad.
Al margen de las posiciones partidistas, de las posturas conceptuales y de los planteamientos moralistas y entendiendo que la decisión de la Cámara de Representantes de hundir el proyecto de ley que buscaba regularizar el consumo de cannabis recreativo es respetable y seguramente consecuente con las formas de pensar de muchos de los legisladores y […]
Al margen de las posiciones partidistas, de las posturas conceptuales y de los planteamientos moralistas y entendiendo que la decisión de la Cámara de Representantes de hundir el proyecto de ley que buscaba regularizar el consumo de cannabis recreativo es respetable y seguramente consecuente con las formas de pensar de muchos de los legisladores y de muchas personas en el país, es de reflexionar posturas como las del representante a la cámara Alfredo Deluque quien señala que: “Siendo coherentes, mis colegas que hundieron la regularización del cannabis recreativo deben legislar para prohibir el alcohol que es 4 veces más dañino, está asociado a la mayoría de casos de violencia social y familiar y es la puerta de entrada al consumo de drogas psicoactivas.”
Es más frente a una afirmación que le hacen a Deluque sobre que: “En los expendios está prohibida la venta de licores a menores”, Deluque con claridad y a manera de interrogante responde que sí por esa prohibición se cree “¿qué los menores no consumen alcohol?” Todos sabemos que en un país como el nuestro el acceso al alcohol por parte de los menores es pan de cada día e incluso lamentablemente muchas de las veces socialmente aceptado.
Deluque incluso plantea que, la “regularización del cannabis precisamente busca impedir y prevenir la venta y el consumo de menores”; pero además, se refiere al negocio desde la mirada del campesino colombiano que la siembra; es decir, de aquel que busca en este cultivo una forma de sustento y que no necesariamente esta pensando en la ilegalidad.
Recientemente en las páginas de El Pilón se titulaba “Multinacional invierte en cannabis medicinal en La Jagua de Ibirico. Las operaciones de cultivo y extracción del cannabis medicinal generarían 500 empleos en el departamento del Cesar”. Titular que permite preguntarnos: ¿Siempre y cuando sea bien regulado el cannabis recreativo puede ser una fuente de empleo y productividad para el campo en varias regiones del país?
Pero, además, si somos conscientes y apelamos a la sensatez, el consumo de alcohol en exceso y más en los menores, muchas de las veces puede ser más dañino que el consumo de cannabis. Seguramente las posturas de ‘los Deluque’, durante mucho tiempo serán incomodas para algunos sectores de la sociedad, pero desde la racionalidad no son incoherentes; por el contrario, invitan a un debate en el que seguro se debe ir más allá de posturas que muchas de las veces dicen que NO pero sin profundizar. Lo cual no significa que se esté invitando al consumo recreativo de cannabis por parte de los menores y de los adolescentes.
Recientemente señaló un actor del sector agropecuario, sobre el cannabis: “Se convierte en uno de los productos alternativos para trabajar en la reactivación económica ya que contribuye a la generación de empleo”, y en departamentos como el Cesar, tal como lo señaló El Pilón: “Alrededor de 1.439.400 hectáreas conforman la frontera agrícola del Cesar. En el caso de este cultivo, las potencialidades se presentan en el sur del departamento por la alta pluviosidad en municipios como San Alberto, San Martín, Río de Oro, González; y por el norte del departamento, la mayor potencialidad para la siembra del cannabis medicinal estaría en los municipios ubicados en las estribaciones de la Serranía de Perijá y la sierra Nevada de Santa Marta: Pueblo Bello, Manaure, El Copey, Codazzi, La Jagua y Becerril”.
Aunque no todo en la vida vale, las cosas no siempre son en negro o en blanco, definitivamente desde muchos puntos de vista las posturas de ‘los Deluque’ frente al cannabis llevan e invitan a reflexionar. Reflexionar no esta mal, por el contrario; permite crecer como sociedad.