BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Históricamente en Colombia se ha simpatizado con la cultura masiva del no pago o evasión de impuestos, hasta el punto de encontrar estrategias para no tributar, recurriendo a triquiñuelas tan cotidianas que mucha gente las ve como normales, pero que están tipificadas dentro de los delitos fiscales. Con frecuencia compramos […]
BITÁCORA
Por: Oscar Ariza Daza
Históricamente en Colombia se ha simpatizado con la cultura masiva del no pago o evasión de impuestos, hasta el punto de encontrar estrategias para no tributar, recurriendo a triquiñuelas tan cotidianas que mucha gente las ve como normales, pero que están tipificadas dentro de los delitos fiscales.
Con frecuencia compramos electrodomésticos, nos instalan nuevas tuberías en el baño o nos reparan el vehículo sin que se genere importe, incluso cuando vamos a algunos almacenes o tiendas, se nos pregunta si queremos factura y en caso de no requerirla, el dueño del establecimiento, se hace el de la vista gorda y no reporta la base del IVA que debe trasladarle al Estado; cuando se compra un lote o una vivienda, al momento de hacer una escritura se cambia el valor real del inmueble, poniendo un precio inferior al que se pagó para evadir la totalidad del impuesto.
Quien vende discos compactos piratas, además de violar una ley de derechos de autor, también deja de reportar los impuestos que debe tributar por concepto de ventas; esto algunas veces sucede porque los contribuyentes no encuentran ningún incentivo para pagar, porque ven que la plata de los impuestos se mal gasta en burocracia, en enriquecimiento de los gobernantes y en contratos irregulares, mientras la población sigue careciendo de infraestructura vital de servicios como el agua, energía eléctrica, gas, educación o cobertura de salud entre otros.
Aunque éste no puede ser un pretexto para sustraerse de las obligaciones legales, está demostrado que una buena actitud de gobierno en el manejo e inversión de los recursos públicos, ayuda a que se genere una mayor cultura de tributación. Casos como el de Bogotá, donde hoy un gran porcentaje de la población acude voluntariamente al pago de sus impuestos, gracias a que los recursos se invierten de manera eficaz en las necesidades de la ciudad, (aunque aún no se haya podido controlar en su totalidad la corrupción en la contratación) así lo indican.
Países como Chile facturan en tiendas de barrio desde una caja de chicles hasta un refresco, incluso se factura el valor de un pasaje de transporte público urbano en taxis, y buses; cada producto que se expende, cada prestación de servicio tiene un gravamen que contribuye con el mejoramiento de los ingresos del Estado para sus gastos e inversión, que eficazmente se reflejan en la infraestructura vial del país y en su economía que hoy se muestra como una de las más sólidas de Latinoamérica, gracias a que la gente cree en el buen manejo de sus impuestos.
Así las cosas, recuperar la confianza cuando ésta se ha perdido es una de las labores más difíciles, mientras no se muestre una verdadera actitud de cambio, de renovación de la conducta, especialmente cuando al manejo de los dineros públicos se refiere. El pago de impuestos es un buen indicador de gestión y de confianza en las administraciones.
Valledupar acaba de obtener un reconocimiento como municipio modelo en gestión financiera debido a la recuperación histórica de su cartera. En sólo ocho meses se logró hacer algo que pareció inviable durante muchas décadas. La administración municipal desarrolló herramientas para la construcción de propuestas alternativas, que condujeron a la disminución y control de la evasión de impuestos y con ello contraer el déficit fiscal a través de otras opciones que conjugadas con la reducción del gasto pueden equilibrar el estado financiero del municipio.
Hay que reconocer que en poco tiempo la administración municipal con las obras que ha puesto en ejecución, a pesar de ser pequeñas, pero simbólicas y necesarias para el desarrollo urbanístico de la ciudad, ha mostrado voluntad, capacidad y credibilidad (aunque no dejan de haber cuestionamientos como los hechos a las concesiones y a Emdupar) para manejar los recursos con eficiencia, lo que ha permitido que los valduparenses cambien sus hábitos en la tributación, lo que de hecho se constituye en un excelente aporte a la civilidad y en una oportunidad para ratificar la necesidad de seguirle apostando al proyecto de cultura ciudadana, con el que todavía está en deuda, con Valledupar, así como con el mantenimiento de la seguridad señor alcalde.
BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Históricamente en Colombia se ha simpatizado con la cultura masiva del no pago o evasión de impuestos, hasta el punto de encontrar estrategias para no tributar, recurriendo a triquiñuelas tan cotidianas que mucha gente las ve como normales, pero que están tipificadas dentro de los delitos fiscales. Con frecuencia compramos […]
BITÁCORA
Por: Oscar Ariza Daza
Históricamente en Colombia se ha simpatizado con la cultura masiva del no pago o evasión de impuestos, hasta el punto de encontrar estrategias para no tributar, recurriendo a triquiñuelas tan cotidianas que mucha gente las ve como normales, pero que están tipificadas dentro de los delitos fiscales.
Con frecuencia compramos electrodomésticos, nos instalan nuevas tuberías en el baño o nos reparan el vehículo sin que se genere importe, incluso cuando vamos a algunos almacenes o tiendas, se nos pregunta si queremos factura y en caso de no requerirla, el dueño del establecimiento, se hace el de la vista gorda y no reporta la base del IVA que debe trasladarle al Estado; cuando se compra un lote o una vivienda, al momento de hacer una escritura se cambia el valor real del inmueble, poniendo un precio inferior al que se pagó para evadir la totalidad del impuesto.
Quien vende discos compactos piratas, además de violar una ley de derechos de autor, también deja de reportar los impuestos que debe tributar por concepto de ventas; esto algunas veces sucede porque los contribuyentes no encuentran ningún incentivo para pagar, porque ven que la plata de los impuestos se mal gasta en burocracia, en enriquecimiento de los gobernantes y en contratos irregulares, mientras la población sigue careciendo de infraestructura vital de servicios como el agua, energía eléctrica, gas, educación o cobertura de salud entre otros.
Aunque éste no puede ser un pretexto para sustraerse de las obligaciones legales, está demostrado que una buena actitud de gobierno en el manejo e inversión de los recursos públicos, ayuda a que se genere una mayor cultura de tributación. Casos como el de Bogotá, donde hoy un gran porcentaje de la población acude voluntariamente al pago de sus impuestos, gracias a que los recursos se invierten de manera eficaz en las necesidades de la ciudad, (aunque aún no se haya podido controlar en su totalidad la corrupción en la contratación) así lo indican.
Países como Chile facturan en tiendas de barrio desde una caja de chicles hasta un refresco, incluso se factura el valor de un pasaje de transporte público urbano en taxis, y buses; cada producto que se expende, cada prestación de servicio tiene un gravamen que contribuye con el mejoramiento de los ingresos del Estado para sus gastos e inversión, que eficazmente se reflejan en la infraestructura vial del país y en su economía que hoy se muestra como una de las más sólidas de Latinoamérica, gracias a que la gente cree en el buen manejo de sus impuestos.
Así las cosas, recuperar la confianza cuando ésta se ha perdido es una de las labores más difíciles, mientras no se muestre una verdadera actitud de cambio, de renovación de la conducta, especialmente cuando al manejo de los dineros públicos se refiere. El pago de impuestos es un buen indicador de gestión y de confianza en las administraciones.
Valledupar acaba de obtener un reconocimiento como municipio modelo en gestión financiera debido a la recuperación histórica de su cartera. En sólo ocho meses se logró hacer algo que pareció inviable durante muchas décadas. La administración municipal desarrolló herramientas para la construcción de propuestas alternativas, que condujeron a la disminución y control de la evasión de impuestos y con ello contraer el déficit fiscal a través de otras opciones que conjugadas con la reducción del gasto pueden equilibrar el estado financiero del municipio.
Hay que reconocer que en poco tiempo la administración municipal con las obras que ha puesto en ejecución, a pesar de ser pequeñas, pero simbólicas y necesarias para el desarrollo urbanístico de la ciudad, ha mostrado voluntad, capacidad y credibilidad (aunque no dejan de haber cuestionamientos como los hechos a las concesiones y a Emdupar) para manejar los recursos con eficiencia, lo que ha permitido que los valduparenses cambien sus hábitos en la tributación, lo que de hecho se constituye en un excelente aporte a la civilidad y en una oportunidad para ratificar la necesidad de seguirle apostando al proyecto de cultura ciudadana, con el que todavía está en deuda, con Valledupar, así como con el mantenimiento de la seguridad señor alcalde.