Zonas verdes inexistentes, monumentos en desaparición, fuentes y bancas deterioradas y canchas en mal estado, es la constante de algunos parques de Valledupar.
Zonas verdes inexistentes, monumentos en desaparición, fuentes y bancas deterioradas y canchas en mal estado, es la constante de algunos parques de la ciudad. Aunque en principio el abandono de estos espacios de esparcimiento han sido responsabilidad de los gobiernos de turno, hoy muchos habitantes de Valledupar tampoco muestran sentido de pertenencia.
Los parques contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, estos lugares son el centro de recreación de niños y jóvenes y se convierten en espacios donde el disfrute de la naturaleza se convierte en un bienestar para los adultos.
Por eso ante las quejas de los habitantes de algunos barrios de la ciudad, EL PILÓN hizo un recorrido por cinco parques que hasta el día de hoy se encuentran en precarias condiciones, con la constante de padecer de inseguridad.
Parque Los cortijos:
Históricamente siempre ha sido uno de los mejores parques de Valledupar, sin embargo hace algunos años ha estado sumido en el abandono y actualmente cuenta con andenes en mal estado, canchas en precarias condiciones, zonas verdes inexistentes, carencias de bancas, basuras, salidas metálicas y raíces de los árboles que parten los pavimentos de canchas y zonas de desplazamiento, que obstruyen el paso de quienes visitan el lugar. Los mismos árboles obstaculizan a las luminarias convirtiendo al lugar en un espacio oscuro. En ocasiones también es un foco de la delincuencia y el consumo de sustancias psicoactivas.
Parque San Judas – Simón Bolívar:
Siempre fue un parque utilizado específicamente como área de recreación de niños y jóvenes, a pesar de ser pequeño y no tener amplios espacios de esparcimiento. Hace algunos años dejó de tener bancas donde los habitantes del barrio puedan sentarse, el monumento que adorna el lugar, el Santo San Judas, le cortaron su cabeza y es foco para que delincuentes le tiren piedras constantemente sin razón alguna. Quitaron algunas de las máquinas de juegos, supuestamente para arreglarlas y es la hora y no las han puesto. Se hace necesario repicar los árboles para darle mayor iluminación a la zona porque se ha convertido en el foco de la delincuencia, como también recoger la basura que permanece intacta en el lugar.
Parque de Casimiro:
Es un parque con dos escenarios deportivos y gradas para apreciar las competencias que ahí se realizan, sin embargo todas se encuentran en mal estado impidiendo la buena realización de las actividades deportivas. El lugar carece de bancas donde los habitantes del barrio puedan sentarse y a eso se le suma que la totalidad de sus andenes están totalmente destruidos. Basuras y andenes es la constante dentro del estado de limpieza del lugar a los que también se suman grandes pilas de arena sin función alguna. Sus árboles frondosos obstaculizan las pantallas de luz convirtiéndolo el lugar en un espacio oscuro donde la delincuencia aflora.
Parque del Obrero:
Estructuralmente es un parque curioso; se divide en dos partes debido a que justo en la mitad pasa una de las avenidas de la ciudad, es un espacio con grandes zonas de sombras y es uno de los más cuidados de la ciudad, pero porque sus moradores se empeñan en mantenerlo limpio. Aunque siempre ha contado con espacios para prácticas de deportes, estas zonas se encuentran deterioradas y varias de las rejillas que cercan y protegen estos escenarios han sido violentadas y dañadas. Las máquinas de juegos están en precarias condiciones condicionando la diversión y recreación de los niños.
Parque La Popa:
La mayoría del lote se encuentra enmontado y ese mismo, en esas condiciones, son las únicas zonas verdes que tiene el parque. Las máquinas de juego se encuentran en su totalidad destruidas y los niños tienen que hacer todo tipo de peripecias para poder divertirse. El lugar también se ha convertido en foco de atracos y es sin duda un lugar condenado al olvido. Basuras y escombros también hacen parte de la constante en el lugar.
Por: Antonio Peralta Nieto
Zonas verdes inexistentes, monumentos en desaparición, fuentes y bancas deterioradas y canchas en mal estado, es la constante de algunos parques de Valledupar.
Zonas verdes inexistentes, monumentos en desaparición, fuentes y bancas deterioradas y canchas en mal estado, es la constante de algunos parques de la ciudad. Aunque en principio el abandono de estos espacios de esparcimiento han sido responsabilidad de los gobiernos de turno, hoy muchos habitantes de Valledupar tampoco muestran sentido de pertenencia.
Los parques contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, estos lugares son el centro de recreación de niños y jóvenes y se convierten en espacios donde el disfrute de la naturaleza se convierte en un bienestar para los adultos.
Por eso ante las quejas de los habitantes de algunos barrios de la ciudad, EL PILÓN hizo un recorrido por cinco parques que hasta el día de hoy se encuentran en precarias condiciones, con la constante de padecer de inseguridad.
Parque Los cortijos:
Históricamente siempre ha sido uno de los mejores parques de Valledupar, sin embargo hace algunos años ha estado sumido en el abandono y actualmente cuenta con andenes en mal estado, canchas en precarias condiciones, zonas verdes inexistentes, carencias de bancas, basuras, salidas metálicas y raíces de los árboles que parten los pavimentos de canchas y zonas de desplazamiento, que obstruyen el paso de quienes visitan el lugar. Los mismos árboles obstaculizan a las luminarias convirtiendo al lugar en un espacio oscuro. En ocasiones también es un foco de la delincuencia y el consumo de sustancias psicoactivas.
Parque San Judas – Simón Bolívar:
Siempre fue un parque utilizado específicamente como área de recreación de niños y jóvenes, a pesar de ser pequeño y no tener amplios espacios de esparcimiento. Hace algunos años dejó de tener bancas donde los habitantes del barrio puedan sentarse, el monumento que adorna el lugar, el Santo San Judas, le cortaron su cabeza y es foco para que delincuentes le tiren piedras constantemente sin razón alguna. Quitaron algunas de las máquinas de juegos, supuestamente para arreglarlas y es la hora y no las han puesto. Se hace necesario repicar los árboles para darle mayor iluminación a la zona porque se ha convertido en el foco de la delincuencia, como también recoger la basura que permanece intacta en el lugar.
Parque de Casimiro:
Es un parque con dos escenarios deportivos y gradas para apreciar las competencias que ahí se realizan, sin embargo todas se encuentran en mal estado impidiendo la buena realización de las actividades deportivas. El lugar carece de bancas donde los habitantes del barrio puedan sentarse y a eso se le suma que la totalidad de sus andenes están totalmente destruidos. Basuras y andenes es la constante dentro del estado de limpieza del lugar a los que también se suman grandes pilas de arena sin función alguna. Sus árboles frondosos obstaculizan las pantallas de luz convirtiéndolo el lugar en un espacio oscuro donde la delincuencia aflora.
Parque del Obrero:
Estructuralmente es un parque curioso; se divide en dos partes debido a que justo en la mitad pasa una de las avenidas de la ciudad, es un espacio con grandes zonas de sombras y es uno de los más cuidados de la ciudad, pero porque sus moradores se empeñan en mantenerlo limpio. Aunque siempre ha contado con espacios para prácticas de deportes, estas zonas se encuentran deterioradas y varias de las rejillas que cercan y protegen estos escenarios han sido violentadas y dañadas. Las máquinas de juegos están en precarias condiciones condicionando la diversión y recreación de los niños.
Parque La Popa:
La mayoría del lote se encuentra enmontado y ese mismo, en esas condiciones, son las únicas zonas verdes que tiene el parque. Las máquinas de juego se encuentran en su totalidad destruidas y los niños tienen que hacer todo tipo de peripecias para poder divertirse. El lugar también se ha convertido en foco de atracos y es sin duda un lugar condenado al olvido. Basuras y escombros también hacen parte de la constante en el lugar.
Por: Antonio Peralta Nieto