Este monte, situado en Tanzania, con sus 5,895 metros de altura, se considera la montaña independiente más alta del mundo.
El vallenato Jorge Dangond Cuello dialogó con EL PILÓN para contar su experiencia de escalar el Monte de Kilimanjaro, una de las cimas más altas del mundo. Su relato permite ampliar la visión sobre la importancia del turismo natural y sobre la necesidad de buscar un mejor aprovechamiento de las riquezas con que cuenta la naturaleza de la región Caribe.
Desde hace un tiempo conjuntamente con unos amigos de diferentes nacionalidades nos propusimos viajar al continente africano y cumplir este reto. Tomamos un vuelo desde Estados Unidos, donde hicimos escala en Doha, Qatar, con destino final al aeropuerto internacional de Kilimanjaro, ubicado en la región rural del Kilimanjaro, entre los pueblos Arusha y Moshi.
Principalmente soy un gran admirador de la naturaleza y los animales. Y por supuesto, me gusta viajar, conocer el mundo y sus diferentes culturas y costumbres ya que esto alimenta el espíritu, enriquece el alma y desarrolla la mente.
El Monte Kilimanjaro, en Tanzania, con sus 5,895 metros de altura, se considera la montaña independiente más alta del mundo, es algo superior a los picos de nuestra Sierra Nevada, la montaña más alta del continente africano y una de las siete cumbres más apetecidas por los escaladores en el mundo.
Nos tomó ocho días. Diariamente caminábamos en promedio unas ocho horas y acampábamos en los diferentes campamentos del parque nacional Kilimanjaro. Pasamos por todos los pisos térmicos.
Es un requisito para todo visitante estar acompañado por guías experimentados. Afortunadamente nuestro guía de nombre ‘Baba Andrew’ tiene más de 27 años de experiencia y ha llegado a la cumbre más de 347 veces. Como nota curiosa, me comentó que cuando llegara a las 400 cumbres, se retiraba.
Este viaje me confirmó cómo el turismo es un dinamizador del desarrollo. Este país, Tanzania, ha sabido aprovechar sus recursos naturales como los parques nacionales Serengueti y Tarangire, el cráter de Ngorongoro y el Monte Kilimanjaro y han promocionado y construido una economía turística alrededor de estos. La generación de empleo formal e informal en esta región rural del país es impresionante.
Subir al Kilimanjaro me recordó las bellezas naturales alrededor de nuestra Sierra Nevada.
Definitivamente en materia de turismo natural vale la pena tener a este país como referente. Debemos aprovechar las maravillas naturales que hacen parte de nuestro territorio, capacitarnos y emprender en turismo natural. Al hacerlo, sembramos en las personas curiosidad por nuestro país y en algún tiempo estas nos visitarán; generaran empleo y se convertirán en difusores de nuestra cultura, riquezas naturales y gastronomía, aumentando exponencialmente nuestro turismo, que se ha vuelto un propósito de todos.
El Cabo de la Vela, las dunas de Taroa, el Cerro Pintao en la serranía del Perijá, la Sierra Nevada, la Ciénaga grande de Santa Marta y la de Zapatosa, la isla de Salamanca, el Volcán del Totumo, la ciénaga de Mallorquín, los humedales de La Mojana, el río Magdalena, el río Sinú, entre otras, son solo algunas de las maravillas naturales que la costa Caribe ofrece y desafortunadamente no le damos el valor que se merecen. Imagínase el potencial de los ríos Guatapurí, el río Badillo y el balneario La Mina.
Las riquezas naturales son detonadores de turismo que atraen a una gran cantidad de aventureros y turistas del mundo. Sin duda, con la amabilidad y la sencillez que nos caracteriza, con esa riqueza cultural, un excelente servicio, clara planeacion y muchas ganas podemos aprovechar estas ventajas competitivas que tiene nuestro territorio y desarrollar plenamente el turismo natural.
REDACCIÓN EL PILÓN.
Este monte, situado en Tanzania, con sus 5,895 metros de altura, se considera la montaña independiente más alta del mundo.
El vallenato Jorge Dangond Cuello dialogó con EL PILÓN para contar su experiencia de escalar el Monte de Kilimanjaro, una de las cimas más altas del mundo. Su relato permite ampliar la visión sobre la importancia del turismo natural y sobre la necesidad de buscar un mejor aprovechamiento de las riquezas con que cuenta la naturaleza de la región Caribe.
Desde hace un tiempo conjuntamente con unos amigos de diferentes nacionalidades nos propusimos viajar al continente africano y cumplir este reto. Tomamos un vuelo desde Estados Unidos, donde hicimos escala en Doha, Qatar, con destino final al aeropuerto internacional de Kilimanjaro, ubicado en la región rural del Kilimanjaro, entre los pueblos Arusha y Moshi.
Principalmente soy un gran admirador de la naturaleza y los animales. Y por supuesto, me gusta viajar, conocer el mundo y sus diferentes culturas y costumbres ya que esto alimenta el espíritu, enriquece el alma y desarrolla la mente.
El Monte Kilimanjaro, en Tanzania, con sus 5,895 metros de altura, se considera la montaña independiente más alta del mundo, es algo superior a los picos de nuestra Sierra Nevada, la montaña más alta del continente africano y una de las siete cumbres más apetecidas por los escaladores en el mundo.
Nos tomó ocho días. Diariamente caminábamos en promedio unas ocho horas y acampábamos en los diferentes campamentos del parque nacional Kilimanjaro. Pasamos por todos los pisos térmicos.
Es un requisito para todo visitante estar acompañado por guías experimentados. Afortunadamente nuestro guía de nombre ‘Baba Andrew’ tiene más de 27 años de experiencia y ha llegado a la cumbre más de 347 veces. Como nota curiosa, me comentó que cuando llegara a las 400 cumbres, se retiraba.
Este viaje me confirmó cómo el turismo es un dinamizador del desarrollo. Este país, Tanzania, ha sabido aprovechar sus recursos naturales como los parques nacionales Serengueti y Tarangire, el cráter de Ngorongoro y el Monte Kilimanjaro y han promocionado y construido una economía turística alrededor de estos. La generación de empleo formal e informal en esta región rural del país es impresionante.
Subir al Kilimanjaro me recordó las bellezas naturales alrededor de nuestra Sierra Nevada.
Definitivamente en materia de turismo natural vale la pena tener a este país como referente. Debemos aprovechar las maravillas naturales que hacen parte de nuestro territorio, capacitarnos y emprender en turismo natural. Al hacerlo, sembramos en las personas curiosidad por nuestro país y en algún tiempo estas nos visitarán; generaran empleo y se convertirán en difusores de nuestra cultura, riquezas naturales y gastronomía, aumentando exponencialmente nuestro turismo, que se ha vuelto un propósito de todos.
El Cabo de la Vela, las dunas de Taroa, el Cerro Pintao en la serranía del Perijá, la Sierra Nevada, la Ciénaga grande de Santa Marta y la de Zapatosa, la isla de Salamanca, el Volcán del Totumo, la ciénaga de Mallorquín, los humedales de La Mojana, el río Magdalena, el río Sinú, entre otras, son solo algunas de las maravillas naturales que la costa Caribe ofrece y desafortunadamente no le damos el valor que se merecen. Imagínase el potencial de los ríos Guatapurí, el río Badillo y el balneario La Mina.
Las riquezas naturales son detonadores de turismo que atraen a una gran cantidad de aventureros y turistas del mundo. Sin duda, con la amabilidad y la sencillez que nos caracteriza, con esa riqueza cultural, un excelente servicio, clara planeacion y muchas ganas podemos aprovechar estas ventajas competitivas que tiene nuestro territorio y desarrollar plenamente el turismo natural.
REDACCIÓN EL PILÓN.