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Editorial - 21 septiembre, 2022

El invierno amenaza, otra vez

En varios municipios del Cesar se sienten los efectos del invierno que durante este año 2022 ha sido constante en la mayoría de regiones del país. Al inicio de la presente semana se presentaron los estragos de las fuertes lluvias en los municipios de Pailitas, Tamalameque, La Gloria, Chiriguaná y Curumaní, donde hubo desbordamiento de […]

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En varios municipios del Cesar se sienten los efectos del invierno que durante este año 2022 ha sido constante en la mayoría de regiones del país.


Al inicio de la presente semana se presentaron los estragos de las fuertes lluvias en los municipios de Pailitas, Tamalameque, La Gloria, Chiriguaná y Curumaní, donde hubo desbordamiento de ríos, arroyos y demás efectos del invierno que inundaron viviendas, afectaron vías y arrasaron cultivos.


En el caso del Cesar, la situación invernal apenas comienza y cada día se tornará más intensa según los anuncios de los organismos competentes, mientras que a nivel de otras regiones las lluvias han sido muy fuertes desde el mes pasado, al punto que en varios municipios del país fue declarada la alerta roja.


Estos ciclos invernales son tradicionales y conocidos por todos, incluidos los alcaldes, gobernadores y Gobierno nacional, es decir, por lo general casi todos los años se presentan y resulta irónico que siempre sucede lo mismo y las comunidades más vulnerables terminan sorteando toda clase de dificultades derivadas de las inundaciones.


Entonces si son situaciones que van y vienen, no se entiende el por qué no se previenen a tiempo o no se prepara a la gente para afrontarlas sin mayores complicaciones. A todos los gobiernos se les repite la historia, tanto del orden local, departamental como nacional.


En el departamento del Cesar se sabe con anticipación cuáles son los municipios y corregimientos expuestos a los estragos del invierno, sin embargo, todos los años se registran calamidades en miles de familias cesarenses, cuyas indemnizaciones y ayudas salen más costosas y traumáticas frente a la ejecución de macroproyectos diseñados de manera previa a la temporada invernal; además de que serían soluciones definitivas por muchos años y evitaría la repetición de ese ciclo de novedades invernales que se presentan de manera anual.


Los funcionarios de los entes encargados de enfrentar estos problemas hasta se saben los discursos y los derroteros de siempre: “vamos a hacer el censo de afectados, necesitamos hacer las caracterizaciones para cuantificar los daños”, son las voces oficiales que suelen escucharse en cada ola invernal. Entonces ya es hora de parar la repetición de esa historia.

Otro aspecto común, que también se repite siempre, es la falta de presupuesto y logística para afrontar la situación ¿pero por qué, si ya se sabe con anticipación del alto porcentaje de probabilidades de ocurrencia de ese fenómeno natural? Se podría concluir que está fallando la planificación a corto, mediano y largo plazo.

Entre tanto, desde esta tribuna solo nos resta recordarles, a las comunidades en zonas de riesgo o de posibles inundaciones, las recomendaciones que se deben tener en cuenta para tratar de mitigar las consecuencias de las lluvias, tales como: evitar la acumulación de basuras o desechos en suelos, no permitir que el agua se filtre en el interior de las montañas, abriendo zanjas, alcantarillas y cuencas firmes que permitan el desagüe adecuado; realizar un plan de emergencia familiar y estudiar rutas alternativas para su evacuación, entre otras medidas.

Editorial
21 septiembre, 2022

El invierno amenaza, otra vez

En varios municipios del Cesar se sienten los efectos del invierno que durante este año 2022 ha sido constante en la mayoría de regiones del país. Al inicio de la presente semana se presentaron los estragos de las fuertes lluvias en los municipios de Pailitas, Tamalameque, La Gloria, Chiriguaná y Curumaní, donde hubo desbordamiento de […]


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En varios municipios del Cesar se sienten los efectos del invierno que durante este año 2022 ha sido constante en la mayoría de regiones del país.


Al inicio de la presente semana se presentaron los estragos de las fuertes lluvias en los municipios de Pailitas, Tamalameque, La Gloria, Chiriguaná y Curumaní, donde hubo desbordamiento de ríos, arroyos y demás efectos del invierno que inundaron viviendas, afectaron vías y arrasaron cultivos.


En el caso del Cesar, la situación invernal apenas comienza y cada día se tornará más intensa según los anuncios de los organismos competentes, mientras que a nivel de otras regiones las lluvias han sido muy fuertes desde el mes pasado, al punto que en varios municipios del país fue declarada la alerta roja.


Estos ciclos invernales son tradicionales y conocidos por todos, incluidos los alcaldes, gobernadores y Gobierno nacional, es decir, por lo general casi todos los años se presentan y resulta irónico que siempre sucede lo mismo y las comunidades más vulnerables terminan sorteando toda clase de dificultades derivadas de las inundaciones.


Entonces si son situaciones que van y vienen, no se entiende el por qué no se previenen a tiempo o no se prepara a la gente para afrontarlas sin mayores complicaciones. A todos los gobiernos se les repite la historia, tanto del orden local, departamental como nacional.


En el departamento del Cesar se sabe con anticipación cuáles son los municipios y corregimientos expuestos a los estragos del invierno, sin embargo, todos los años se registran calamidades en miles de familias cesarenses, cuyas indemnizaciones y ayudas salen más costosas y traumáticas frente a la ejecución de macroproyectos diseñados de manera previa a la temporada invernal; además de que serían soluciones definitivas por muchos años y evitaría la repetición de ese ciclo de novedades invernales que se presentan de manera anual.


Los funcionarios de los entes encargados de enfrentar estos problemas hasta se saben los discursos y los derroteros de siempre: “vamos a hacer el censo de afectados, necesitamos hacer las caracterizaciones para cuantificar los daños”, son las voces oficiales que suelen escucharse en cada ola invernal. Entonces ya es hora de parar la repetición de esa historia.

Otro aspecto común, que también se repite siempre, es la falta de presupuesto y logística para afrontar la situación ¿pero por qué, si ya se sabe con anticipación del alto porcentaje de probabilidades de ocurrencia de ese fenómeno natural? Se podría concluir que está fallando la planificación a corto, mediano y largo plazo.

Entre tanto, desde esta tribuna solo nos resta recordarles, a las comunidades en zonas de riesgo o de posibles inundaciones, las recomendaciones que se deben tener en cuenta para tratar de mitigar las consecuencias de las lluvias, tales como: evitar la acumulación de basuras o desechos en suelos, no permitir que el agua se filtre en el interior de las montañas, abriendo zanjas, alcantarillas y cuencas firmes que permitan el desagüe adecuado; realizar un plan de emergencia familiar y estudiar rutas alternativas para su evacuación, entre otras medidas.