Lo esencial para el caminante no son los pasos, sino las huellas relevantes que deja en el camino. Quizás este proverbio fue una las razones para que un grupo de jóvenes de San Diego, con aficiones literarias creara en la década de 1980, “El Café Literario Vargas Vila”. Entre esos jóvenes, Pedro Olivella, Ulises Ospina, […]
Lo esencial para el caminante no son los pasos, sino las huellas relevantes que deja en el camino. Quizás este proverbio fue una las razones para que un grupo de jóvenes de San Diego, con aficiones literarias creara en la década de 1980, “El Café Literario Vargas Vila”. Entre esos jóvenes, Pedro Olivella, Ulises Ospina, Jairo Arzuaga, Alberto Murgas, Alexis Fuentes, Mauro Villazón, José Molina, Janer Peralta, la mayoría estudiantes del colegio ‘Manuel Rodríguez Torices’ de esa población y el novel docente Jahel Peralta.
Este grupo de jóvenes entendieron que la lectura implica la participación activa de la mente y contribuye al desarrollo de la imaginación, la creatividad, enriquece el vocabulario como la expresión oral y escrita. Desde el punto de vista psicológico ayuda a comprender mejor el mundo como a nosotros mismos, facilita las relaciones interpersonales, su desarrollo afectivo, moral y espiritual y, en consecuencia, la capacidad para construir nuestro proyecto ético de vida. En palabras del expresidente John Kennedy: “La lectura es cambiar horas de hastío por horas de maravillosa y deliciosa compañía”.
Desde la óptica de la docencia, una de las explicaciones del incipiente desarrollo del pensamiento literario en el Cesar, es porque nuestro territorio era evidente la escasez de centros educativos. Mientras que, en Mompox, el colegio Nacional de Pinillos fue creado en 1809; la Universidad de Cartagena, en 1825; la Universidad del Atlántico, en 1946; en Valledupar, el primer colegio oficial de educación media, el Nacional Loperena, en 1942, y su primera promoción de bachilleres en 1957; la Universidad Popular del Cesar, en 1976. Frente esta escasez, es trascendente la presencia del ‘Café Literario Vargas Vila’ en la historia cultural del Cesar; es el grupo pionero en la metodología de talleres de literatura, y en la creación del Festival Nacional de Poesía. Producto de ese ejercicio colectivo fue su primer libro ‘Nueve poetas sandieganos y tres canciones de Leandro’. En 1987, Jahel Peralta, edita ‘Rebeldía de los mansos’, la primera novela publicada de un escritor del Cesar. En el Festival de Poesía, hicieron presencia reconocidos poetas, como Jorge Artel, Jaime Jaramillo, Hernando Socarrás, Rogelio Echavarría, Luis Mizar, Diomedes Daza y Alfredo Silva Estrada.
De este grupo literario, aún siguen sus integrantes sembrando huellas en publicaciones y concursos. Uno de ellos Pedro Olivella Solano, además, es un reconocido jurista, magistrado en la ciudad de Montería. El próximo sábado, sus amigos le rendirán un homenaje en San Diego.
Por José Atuesta Mindiola
Lo esencial para el caminante no son los pasos, sino las huellas relevantes que deja en el camino. Quizás este proverbio fue una las razones para que un grupo de jóvenes de San Diego, con aficiones literarias creara en la década de 1980, “El Café Literario Vargas Vila”. Entre esos jóvenes, Pedro Olivella, Ulises Ospina, […]
Lo esencial para el caminante no son los pasos, sino las huellas relevantes que deja en el camino. Quizás este proverbio fue una las razones para que un grupo de jóvenes de San Diego, con aficiones literarias creara en la década de 1980, “El Café Literario Vargas Vila”. Entre esos jóvenes, Pedro Olivella, Ulises Ospina, Jairo Arzuaga, Alberto Murgas, Alexis Fuentes, Mauro Villazón, José Molina, Janer Peralta, la mayoría estudiantes del colegio ‘Manuel Rodríguez Torices’ de esa población y el novel docente Jahel Peralta.
Este grupo de jóvenes entendieron que la lectura implica la participación activa de la mente y contribuye al desarrollo de la imaginación, la creatividad, enriquece el vocabulario como la expresión oral y escrita. Desde el punto de vista psicológico ayuda a comprender mejor el mundo como a nosotros mismos, facilita las relaciones interpersonales, su desarrollo afectivo, moral y espiritual y, en consecuencia, la capacidad para construir nuestro proyecto ético de vida. En palabras del expresidente John Kennedy: “La lectura es cambiar horas de hastío por horas de maravillosa y deliciosa compañía”.
Desde la óptica de la docencia, una de las explicaciones del incipiente desarrollo del pensamiento literario en el Cesar, es porque nuestro territorio era evidente la escasez de centros educativos. Mientras que, en Mompox, el colegio Nacional de Pinillos fue creado en 1809; la Universidad de Cartagena, en 1825; la Universidad del Atlántico, en 1946; en Valledupar, el primer colegio oficial de educación media, el Nacional Loperena, en 1942, y su primera promoción de bachilleres en 1957; la Universidad Popular del Cesar, en 1976. Frente esta escasez, es trascendente la presencia del ‘Café Literario Vargas Vila’ en la historia cultural del Cesar; es el grupo pionero en la metodología de talleres de literatura, y en la creación del Festival Nacional de Poesía. Producto de ese ejercicio colectivo fue su primer libro ‘Nueve poetas sandieganos y tres canciones de Leandro’. En 1987, Jahel Peralta, edita ‘Rebeldía de los mansos’, la primera novela publicada de un escritor del Cesar. En el Festival de Poesía, hicieron presencia reconocidos poetas, como Jorge Artel, Jaime Jaramillo, Hernando Socarrás, Rogelio Echavarría, Luis Mizar, Diomedes Daza y Alfredo Silva Estrada.
De este grupo literario, aún siguen sus integrantes sembrando huellas en publicaciones y concursos. Uno de ellos Pedro Olivella Solano, además, es un reconocido jurista, magistrado en la ciudad de Montería. El próximo sábado, sus amigos le rendirán un homenaje en San Diego.
Por José Atuesta Mindiola