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Columnista - 9 junio, 2018

En disyuntiva

La participación ciudadana en el proceso electoral presidencial del pasado 27 de mayo llegó al 53.3% del Censo Electoral, la cuarta más alta desde 1958. Este comportamiento distingue la estructura mental del nuevo elector, que tiene la pretensión de construir el país hacia adelante, apartándose de las prácticas deplorables que concibe la política tradicional. El […]

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La participación ciudadana en el proceso electoral presidencial del pasado 27 de mayo llegó al 53.3% del Censo Electoral, la cuarta más alta desde 1958. Este comportamiento distingue la estructura mental del nuevo elector, que tiene la pretensión de construir el país hacia adelante, apartándose de las prácticas deplorables que concibe la política tradicional. El resultado electoral obtenido por Sergio Fajardo, concibe la expresión democrática revolucionaria del nuevo contexto de la política, donde confluyen la decencia y las convicciones por los intereses del país.

Iván Duque y Gustavo Petro candidatos a suceder al presidente Juan Manuel Santos, tienen el reto de interpretar los cambios de la nueva generación de dirigentes políticos que se viene formando y la capacidad de discernimiento y pensamiento crítico del nuevo elector; particularmente, para revertir la brecha de desigualdad, el 10 por ciento de la población más rica gana cuatro veces lo que gana el 40% más pobre. Las frías estadísticas nos convierten según el Banco Mundial en el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo en todo el mundo. Superar esta situación define la orientación del país que queremos ser, en esa línea de pensamiento confluyen las desconfianzas reales y fundamentales frente al gobierno hipotético de Iván Duque o Gustavo Petro.

Los procesos revolucionarios de derecha o de izquierda, en vez de diferenciarse comparten similitudes. A los colombianos nos preocupan las sospechas o falsas verdades que insinúan la implementación del Socialismo del Siglo XXI en un hipotético gobierno de Gustavo Petro o que con Iván Duque siga el proceso que hace de Colombia un país con una amplia brecha de desigualdad.

No voy a descubrir nada nuevo manifestando que la agrupación de dirigentes políticos que acompañan a Iván Duque, entre ellos, los expresidentes Uribe, Pastrana, Gaviria y los hasta hace poco denominados enmermelados, representan la vieja política y los señalamientos por actuaciones vinculantes con la corrupción. Iván Duque me parece un hombre estructurado, simpático e inteligente, representa en la política el concepto del “outsider” pero la impresión de ser nuevo en la política tiene el desafío de emerger por fuera del sistema político que lo rodea. En condiciones normales recibir el respaldo de tres expresidentes sería muy positivo, pero este no es el caso, no obstante, guardo esperanza que imponga su estilo y convicción si le toca ser presidente.

Respecto a Gustavo Petro, está bien rodeado, pero las consideraciones sobre su personalidad no son positivas y su periodo como alcalde de Bogotá, ha sido objeto de cuestionamientos, sobre todo, por algunos errores de carácter administrativo. Estos aspectos son preocupantes para un gobernante, para el caso colombiano ha sido una generalidad, pero con el contraste que los errores nada tienen que ver con corrupción y esto es una variable diferencial; es por ello, que la situación de Venezuela juega en su contra y ha sido un instrumento de contrataque usado por sus antagonistas.

Conservo la ilusión de la sostenibilidad del voto de opinión por su importancia y utilidad en el proceso de devolverle a la institucionalidad su relevancia, porque caminamos por la cornisa en la que nos vaticinan dos escenarios: primero el futuro en manos del Socialismo del Siglo XXI y el segundo la continuidad en el poder de la elite dominante de nuestra historia republicana.

@LuchoDiaz12

Columnista
9 junio, 2018

En disyuntiva

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

La participación ciudadana en el proceso electoral presidencial del pasado 27 de mayo llegó al 53.3% del Censo Electoral, la cuarta más alta desde 1958. Este comportamiento distingue la estructura mental del nuevo elector, que tiene la pretensión de construir el país hacia adelante, apartándose de las prácticas deplorables que concibe la política tradicional. El […]


La participación ciudadana en el proceso electoral presidencial del pasado 27 de mayo llegó al 53.3% del Censo Electoral, la cuarta más alta desde 1958. Este comportamiento distingue la estructura mental del nuevo elector, que tiene la pretensión de construir el país hacia adelante, apartándose de las prácticas deplorables que concibe la política tradicional. El resultado electoral obtenido por Sergio Fajardo, concibe la expresión democrática revolucionaria del nuevo contexto de la política, donde confluyen la decencia y las convicciones por los intereses del país.

Iván Duque y Gustavo Petro candidatos a suceder al presidente Juan Manuel Santos, tienen el reto de interpretar los cambios de la nueva generación de dirigentes políticos que se viene formando y la capacidad de discernimiento y pensamiento crítico del nuevo elector; particularmente, para revertir la brecha de desigualdad, el 10 por ciento de la población más rica gana cuatro veces lo que gana el 40% más pobre. Las frías estadísticas nos convierten según el Banco Mundial en el segundo país más desigual de América Latina y el séptimo en todo el mundo. Superar esta situación define la orientación del país que queremos ser, en esa línea de pensamiento confluyen las desconfianzas reales y fundamentales frente al gobierno hipotético de Iván Duque o Gustavo Petro.

Los procesos revolucionarios de derecha o de izquierda, en vez de diferenciarse comparten similitudes. A los colombianos nos preocupan las sospechas o falsas verdades que insinúan la implementación del Socialismo del Siglo XXI en un hipotético gobierno de Gustavo Petro o que con Iván Duque siga el proceso que hace de Colombia un país con una amplia brecha de desigualdad.

No voy a descubrir nada nuevo manifestando que la agrupación de dirigentes políticos que acompañan a Iván Duque, entre ellos, los expresidentes Uribe, Pastrana, Gaviria y los hasta hace poco denominados enmermelados, representan la vieja política y los señalamientos por actuaciones vinculantes con la corrupción. Iván Duque me parece un hombre estructurado, simpático e inteligente, representa en la política el concepto del “outsider” pero la impresión de ser nuevo en la política tiene el desafío de emerger por fuera del sistema político que lo rodea. En condiciones normales recibir el respaldo de tres expresidentes sería muy positivo, pero este no es el caso, no obstante, guardo esperanza que imponga su estilo y convicción si le toca ser presidente.

Respecto a Gustavo Petro, está bien rodeado, pero las consideraciones sobre su personalidad no son positivas y su periodo como alcalde de Bogotá, ha sido objeto de cuestionamientos, sobre todo, por algunos errores de carácter administrativo. Estos aspectos son preocupantes para un gobernante, para el caso colombiano ha sido una generalidad, pero con el contraste que los errores nada tienen que ver con corrupción y esto es una variable diferencial; es por ello, que la situación de Venezuela juega en su contra y ha sido un instrumento de contrataque usado por sus antagonistas.

Conservo la ilusión de la sostenibilidad del voto de opinión por su importancia y utilidad en el proceso de devolverle a la institucionalidad su relevancia, porque caminamos por la cornisa en la que nos vaticinan dos escenarios: primero el futuro en manos del Socialismo del Siglo XXI y el segundo la continuidad en el poder de la elite dominante de nuestra historia republicana.

@LuchoDiaz12