El problema es que efectivamente en varias ciudades de países en vías de desarrollo el suministro municipal de agua, si es que existe, no cumple con los niveles de calidad mínimos exigidos para el agua potable, pero ello se debe al mal estado de las redes públicas. Y como algunas marcas de agua embotellada no […]
El problema es que efectivamente en varias ciudades de países en vías de desarrollo el suministro municipal de agua, si es que existe, no cumple con los niveles de calidad mínimos exigidos para el agua potable, pero ello se debe al mal estado de las redes públicas. Y como algunas marcas de agua embotellada no son sino agua pública envasada, el problema se vuelve circular.
Las autoridades tienen la solución en sus manos, pues un aspecto preocupante sobre el tema del agua embotellada es el enorme gasto de dinero público que hacen los gobiernos para comprarla, en lugar de destinar esas sumas a obras de mejoramiento en los sistemas municipales o a invertir en pequeñas plantas purificadoras.
Y no solo es una cuestión de precio al consumidor, también lo es de costo: comparada con el agua municipal, el agua embotellada puede llegar a costar cientos de veces más ya que en el requerimiento energético habrá que incluir la producción, el empaque, el transporte, el enfriamiento y el reciclado de las botellas usadas. La industria del agua embotellada es un proceso en el que se usa intensamente la energía. Combinando todos los gastos energéticos del proceso se estima que el costo en energía es dos mil veces mayor que en el que se incurre para la producción de agua entubada.
Esta agua suele venderse en envases de plástico, sean de PVC (Cloruro de polivinilo) o PET (Tereftalato de polietileno). Como estos envases son mas seguros y ligeros que el vidrio, han desplazado a este material casi por completo. El PET se usa cada vez más que el PVC, pues tiene muchas ventajas, como una transparencia semejante a la del vidrio y representa menor daño al medio ambiente que el PVC, que al incinerarse despide cloro. Es más fácil de trabajar y puede convertirse en fibras para la industria textil y del vestido, en cajas para huevos, flejes industriales y envases. Podría reducirse el impacto ambiental si se recircularan las botellas, aunque esto implicaría mayores costos de transporte. Es preciso saber que se surten peligros que no suelen darse a conocer: se recomienda evitar rellenar o guardar los envases por mucho tiempo, pues en la elaboración del PET se usa antimonio que permanece en las botellas y tiende a migrar hacia el agua; aunque su toxicidad es baja debería evitarse. Además, este producto se torna inestable al dejarse en un sitio muy caliente, por ello no debe dejarse en el interior de un automóvil, esto puede reconocerse por un mal sabor que deja en el agua.
Pero quizá lo mas malo, socialmente hablando, es que las grandes empresas tienden a acaparar las fuentes naturales para satisfacer los requerimientos de su enorme volumen de producción, afectando a las comunidades vecinas y a sus plantas. Hasta ahora los gobiernos locales se han mostrado lentos para resolver esas demandas, que involucran grandes sumas de dinero. El agua embotellada es, pues, un producto más de las oportunidades que genera la publicidad combinada con la negligencia de las autoridades.
El problema es que efectivamente en varias ciudades de países en vías de desarrollo el suministro municipal de agua, si es que existe, no cumple con los niveles de calidad mínimos exigidos para el agua potable, pero ello se debe al mal estado de las redes públicas. Y como algunas marcas de agua embotellada no […]
El problema es que efectivamente en varias ciudades de países en vías de desarrollo el suministro municipal de agua, si es que existe, no cumple con los niveles de calidad mínimos exigidos para el agua potable, pero ello se debe al mal estado de las redes públicas. Y como algunas marcas de agua embotellada no son sino agua pública envasada, el problema se vuelve circular.
Las autoridades tienen la solución en sus manos, pues un aspecto preocupante sobre el tema del agua embotellada es el enorme gasto de dinero público que hacen los gobiernos para comprarla, en lugar de destinar esas sumas a obras de mejoramiento en los sistemas municipales o a invertir en pequeñas plantas purificadoras.
Y no solo es una cuestión de precio al consumidor, también lo es de costo: comparada con el agua municipal, el agua embotellada puede llegar a costar cientos de veces más ya que en el requerimiento energético habrá que incluir la producción, el empaque, el transporte, el enfriamiento y el reciclado de las botellas usadas. La industria del agua embotellada es un proceso en el que se usa intensamente la energía. Combinando todos los gastos energéticos del proceso se estima que el costo en energía es dos mil veces mayor que en el que se incurre para la producción de agua entubada.
Esta agua suele venderse en envases de plástico, sean de PVC (Cloruro de polivinilo) o PET (Tereftalato de polietileno). Como estos envases son mas seguros y ligeros que el vidrio, han desplazado a este material casi por completo. El PET se usa cada vez más que el PVC, pues tiene muchas ventajas, como una transparencia semejante a la del vidrio y representa menor daño al medio ambiente que el PVC, que al incinerarse despide cloro. Es más fácil de trabajar y puede convertirse en fibras para la industria textil y del vestido, en cajas para huevos, flejes industriales y envases. Podría reducirse el impacto ambiental si se recircularan las botellas, aunque esto implicaría mayores costos de transporte. Es preciso saber que se surten peligros que no suelen darse a conocer: se recomienda evitar rellenar o guardar los envases por mucho tiempo, pues en la elaboración del PET se usa antimonio que permanece en las botellas y tiende a migrar hacia el agua; aunque su toxicidad es baja debería evitarse. Además, este producto se torna inestable al dejarse en un sitio muy caliente, por ello no debe dejarse en el interior de un automóvil, esto puede reconocerse por un mal sabor que deja en el agua.
Pero quizá lo mas malo, socialmente hablando, es que las grandes empresas tienden a acaparar las fuentes naturales para satisfacer los requerimientos de su enorme volumen de producción, afectando a las comunidades vecinas y a sus plantas. Hasta ahora los gobiernos locales se han mostrado lentos para resolver esas demandas, que involucran grandes sumas de dinero. El agua embotellada es, pues, un producto más de las oportunidades que genera la publicidad combinada con la negligencia de las autoridades.