La bronconeumonía es una inflación de las vías respiratorias bajas, concretamente de los bronquiolos finos y los sacos alveolares de los pulmones.
Es una enfermedad extremadamente frecuente, que tiende a ocurrir en los dos extremos de la vida. En el lactante existe poca experiencia previa con los microorganismos patógenos, lo que los hace más susceptible, incluso a gérmenes de baja virulencia. En el anciano especialmente si ya tiene una enfermedad seria. Por lo tanto, la bronconeumonía con frecuencia es el punto final de una larga historia de insuficiencia cardíaca progresiva o tumor diseminado.
La bronconeumonía es una lesión secundaria que aparece generalmente como complicación de una enfermedad. A diferencia de la neumonía, no posee fases evolutivas y el exudado no contiene fibrina o tiene muy poca.
Los signos y síntomas clínicos de la bronconeumonía dependen de la virulencia del agente invasor y de la extensión del proceso. El paciente, generalmente anciano, tiene fiebre de 38 a 39 grados centígrados, tos, expectoración y estertores en uno o más lóbulos. Con frecuencia existe una historia previa de encajamiento, malnutrición, alguna enfermedad, subyacente importante, aspiración del contenido gástrico o infección del aparato respiratorio superior. Puede haber disnea pero en general no es prominente. La Rx de tórax puede mostrar opacidades focales.
Las complicaciones pueden ser:
La formación de abscesos pulmonares.
La extensión a las cavidades pleurales, produciendo un empiema pleural.
La extensión a la cavidad pericárdica, dando lugar a una pericarditis supurada.
El desarrollo de una bacteriemia, con abscesos metastásicos en otros órganos.
Causas
La bronconeumonía suele hacer acto de presencia debido a las complicaciones de otras infecciones de origen vírico o bacteriano, como pueden ser los resfriados comunes, la bronquitis, la tosferina u otros. También se puede adquirir por contagio, entrando en contacto con un enfermo.
Los microorganismos que con mayor frecuencia pueden desencadenar una bronconeumonía son los estafilococos, los neumococos, los estreptococos, el Haemophylus influenzae, la Pseudomona aeruginosa o las bacterias coliformes.
También algunos factores, como el humo del tabaco o los tumores pulmonares, inciden de un modo importante en la aparición de las bronconeumonías.
Tratamiento
Aunque los casos más graves pueden requerir hospitalización y tratamiento antibiótico, si la infección es bacteriana, en general debería bastar tomando las oportunas medidas. Entre esas medidas es importante la ingestión abundante de líquidos. El paciente debe estar en un ambiente ventilado, reposando en cama el tiempo que sea necesario, y tomando una dieta que garantice la correcta nutrición, compuesta sobre todo por frutas, verduras, carnes blancas, pollo o pescado, entre otras.
En algunos casos pueden administrarse antitusivos o expectorantes para facilitar el proceso de recuperación. Cuando la fiebre o el dolor de cabeza sean aspectos que aconsejen el tratamiento, se podrá recurrir, respectivamente, a los antipiréticos o a los analgésicos. Por lo que se refiere al tratamiento antibiótico, si este es necesario, este suele llevarse a cabo con la penicilina o la ampicilina.
Información tomada de Medicina Unefm
La bronconeumonía es una inflación de las vías respiratorias bajas, concretamente de los bronquiolos finos y los sacos alveolares de los pulmones.
Es una enfermedad extremadamente frecuente, que tiende a ocurrir en los dos extremos de la vida. En el lactante existe poca experiencia previa con los microorganismos patógenos, lo que los hace más susceptible, incluso a gérmenes de baja virulencia. En el anciano especialmente si ya tiene una enfermedad seria. Por lo tanto, la bronconeumonía con frecuencia es el punto final de una larga historia de insuficiencia cardíaca progresiva o tumor diseminado.
La bronconeumonía es una lesión secundaria que aparece generalmente como complicación de una enfermedad. A diferencia de la neumonía, no posee fases evolutivas y el exudado no contiene fibrina o tiene muy poca.
Los signos y síntomas clínicos de la bronconeumonía dependen de la virulencia del agente invasor y de la extensión del proceso. El paciente, generalmente anciano, tiene fiebre de 38 a 39 grados centígrados, tos, expectoración y estertores en uno o más lóbulos. Con frecuencia existe una historia previa de encajamiento, malnutrición, alguna enfermedad, subyacente importante, aspiración del contenido gástrico o infección del aparato respiratorio superior. Puede haber disnea pero en general no es prominente. La Rx de tórax puede mostrar opacidades focales.
Las complicaciones pueden ser:
La formación de abscesos pulmonares.
La extensión a las cavidades pleurales, produciendo un empiema pleural.
La extensión a la cavidad pericárdica, dando lugar a una pericarditis supurada.
El desarrollo de una bacteriemia, con abscesos metastásicos en otros órganos.
Causas
La bronconeumonía suele hacer acto de presencia debido a las complicaciones de otras infecciones de origen vírico o bacteriano, como pueden ser los resfriados comunes, la bronquitis, la tosferina u otros. También se puede adquirir por contagio, entrando en contacto con un enfermo.
Los microorganismos que con mayor frecuencia pueden desencadenar una bronconeumonía son los estafilococos, los neumococos, los estreptococos, el Haemophylus influenzae, la Pseudomona aeruginosa o las bacterias coliformes.
También algunos factores, como el humo del tabaco o los tumores pulmonares, inciden de un modo importante en la aparición de las bronconeumonías.
Tratamiento
Aunque los casos más graves pueden requerir hospitalización y tratamiento antibiótico, si la infección es bacteriana, en general debería bastar tomando las oportunas medidas. Entre esas medidas es importante la ingestión abundante de líquidos. El paciente debe estar en un ambiente ventilado, reposando en cama el tiempo que sea necesario, y tomando una dieta que garantice la correcta nutrición, compuesta sobre todo por frutas, verduras, carnes blancas, pollo o pescado, entre otras.
En algunos casos pueden administrarse antitusivos o expectorantes para facilitar el proceso de recuperación. Cuando la fiebre o el dolor de cabeza sean aspectos que aconsejen el tratamiento, se podrá recurrir, respectivamente, a los antipiréticos o a los analgésicos. Por lo que se refiere al tratamiento antibiótico, si este es necesario, este suele llevarse a cabo con la penicilina o la ampicilina.
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