Caía la tarde del 27 de noviembre cuando cayó el quinto del partido, una mezcla furia y tristeza se apoderó de los presentes en el estadio Chemesquemena de Valledupar ; lo que en principio pudo ser dar un paso más cerca de un sueño llamado ascenso, terminó con una goleada de inimaginada y que generó quejas […]
Caía la tarde del 27 de noviembre cuando cayó el quinto del partido, una mezcla furia y tristeza se apoderó de los presentes en el estadio Chemesquemena de Valledupar ; lo que en principio pudo ser dar un paso más cerca de un sueño llamado ascenso, terminó con una goleada de inimaginada y que generó quejas que se escucharon desde la capital mundial del vallenato, hasta las cercanías de la frontera con Venezuela.
El sueño empezó a gestarse en el año 2003, una ficha se liberó en Popayán, se rechazó en Floridablanca, y en Valledupar se hizo la gestión para que el Valledupar Fútbol Club fuera una realidad. Con apoyo de la alcaldía y respaldado por toda la ciudadanía, el exjugador vallenato ‘Kiko’ Barrios fue el designado para dirigir el barco que ponía rumbo a Primera División.
Los nombres fueron sumándose al plantel, una amalgama de juventud y experiencia construyeron las bases de la primera promoción del Valledupar FC, jugadores como Manuel Galarcio, Hermes Martínez, Jaider Romero, William Blanco, entre otros, fueron los encargados de defender el orgullo de una ciudad y de lograr que sobre el mismo territorio se entrelazaran las notas del acordeón con los cánticos de las tribunas.
En la primera jornada del certamen los dirigidos por ‘Kiko’ Barrios visitaron a Bajo Cauca, arrancando con el pie derecho gracias a una victoria que empezó a construirse gracias a un tanto del vallenato Hermes Martínez, quien recuerda aquella fase de todos contra todos con cariño esto por el apoyo que les dieron los vallenatos, él mismo Hermes nos detalló más de lo vivido en esa época en una sincera entrevista:
“Había una motivación constantemente, nosotros salíamos a la ciudad y en cualquier barrio y nos reconocían, la gente muy amorosa nos decía vamos que podemos ganar”.
Los cuadrangulares
Tras numerosas jornadas de fútbol incesante, el cuadro vallenato aseguró los primeros cuadrangulares para la ciudad en su primer año en el fútbol profesional, donde compartió el Grupo B junto a pesos pesados de la categoría. Fueron el Cúcuta Deportivo, Alianza Petrolera, Real Cartagena y Valledupar FC los elegidos que pelearon con el cuchillo entre los dientes por el primer lugar del grupo. Un único cupo, un único objetivo compartido por cuatro equipos, un sólo resultado sirve.
Iván Ochoa Campo tiene grabada en la memoria aquellos cuadrangulares, mismos que palpitó desde la cabina de Radio Guatapurí acompañando al equipo en cada partido dentro y fuera de casa. Sin embargo, también recuerda con recelo algunas situaciones inexplicables de varios partidos que parecían tener un factor común, beneficiar al Cúcuta Deportivo. En una entrevista el mismo Iván Ochoa nos comentó el clima enrarecido que se gestó por las constantes decisiones arbitrales que afectaron a los demás equipos del grupo:
“Nosotros teníamos un acercamiento con el equipo, viajábamos con el equipo a todas partes… Se manejaba el tema de que ‘esta gente’ quiere meter al Cúcuta ‘a lo macho… Todo estaba previsto para que el Cúcuta ascendiera”.
Goles en fuera de juego que fueron convalidados, goles legales que fueron ilegítimos para los árbitros, tarjetas injustificadas, penales sancionados de manera poco criteriosa y demás errores arbitrales desataron la inconformidad de los rivales de grupo del Cúcuta Deportivo, lo que popularizó el rumor de que la Dimayor estuvo metiendo su mano dispuesta a ensuciarse para salvar al Cúcuta Deportivo, tal como lo hizo en 1999 cuando evitó su descenso a Tercera División, argumentando que era un club socio de la Dimayor y por ende no debe disputar fútbol amateur.
El partido oscuro
Faltaba solo una jornada de cuadrangulares y todos los preparativos estaban listos para el día decisivo, hasta que el calendario marcó el 27 de noviembre de 2004, y la tabla del Grupo B había un cuádruple empate a 7 puntos, pequeños detalles separaban a unos de otros pero resultaban insuficientes para determinar quién iba a enfrentarse al Deportivo Antioquia en la final de ascenso. En Valledupar se respiraba la ilusión, el sueño estaba más cerca que nunca y el equipo tenía una única tarea, matar o morir.
Valledupar recibió al Cartagena y el Cúcuta hizo lo propio con el Alianza Petrolera, todo estaba a definirse y cuatro ciudades se encomendaron a Dios con el pitazo inicial de los jueces centrales de ambos compromisos. El partido en el estadio Chemesquemena inició con la inesperada ausencia de Hermes Martínez, que se quedó con las botas puestas al ser dejado fuera de los titulares al último minuto, por decisión del entrenador Kiko Barrios.
El partido era de esas finales que te llevan a otra final y el Cartagena sabiendo esto se adelantó en el marcador sorprendiendo al público local, que vio como sus aspiraciones de ascenso palidecían con el pasar de los minutos. En la ‘ciudad amurallada’ los ánimos también decayeron un poco tras la rápida respuesta del Cúcuta Deportivo en su casa, casi como si ambos equipos estuvieran jugando un tercer partido entre ellos aunque separados por 535 kilómetros de distancia.
Ambos encuentros estaban por culminar, parecía que el Cúcuta Deportivo se iba a salir con las suyas e iba a regresar a Primera División, dejando a su paso una estela de dudas y sospechas de que algo raro estaba sucediendo.
O al menos eso parecía hasta que llegó el cero a dos que acercaba más al Real Cartagena, cuando el partido palidecía en Valledupar llegó el cero a tres, la ilusión de los heroicos crecía exponencialmente aún con los escasos minutos que le quedaban al reloj, pero que fueron más que suficientes para marcar otros tres goles capaces de generar alegrías y desconciertos a partes iguales. En la ciudad amurallada todo era fiesta, en la ciudad fronteriza todo fue escándalo y la capital mundial del vallenato no salía de la perplejidad.
El Cúcuta no demoró en poner el grito en el cielo y presentó una queja formal ante la Dimayor que obligó a que se aplazaran las finales del ascenso, en lo que se decidía si ante lo sucedido en Valledupar se debían tomar medidas drásticas, para fortuna del Real Cartagena dichas medidas nunca se hicieron efectivas y tras tres años de lucha pudieron regresar a la máxima categoría.
Mientras tanto en la ciudad de Valledupar, empezaron a correr rumores de lo que pasó aquel opaco 27 de noviembre del 2004, casi todos estos apuntaban al equipo, cuerpo técnico y jugadores como unos “vendidos”, pero ¿qué tanto tienen de verdadero estos rumores?
¿Se vendieron?
El mismo Iván Ochoa Campo es uno de los que asegura que el equipo no se “vendió” cómo aseguran otras personas. Su hipótesis apunta a un pacto que se realizó previo al partido entre el Real Cartagena y Valledupar FC, que tenía como objetivo que el Cúcuta no clasificara a la final por el ascenso cueste lo que cueste, en una entrevista nos aseguró que de haberse puesto en ventaja el Valledupar FC, la historia habría sido distinta:
“Si nosotros hacemos el penal y abrimos el marcador, de seguro el Cartagena se dejaba hacer sus tres o cuatro goles dependiendo del resultado en Barrancabermeja”.
Sin embargo, el precio que tuvo que pagar el Valledupar FC en su momento fue que muchos vallenatos se sintieron traicionados, al ver a su equipo siendo vapuleado en su casa sin oponer resistencia. Uno de los que se sintió muy frustrado fue el defensor Hermes Martínez, quien tuvo que ver cómo despedazaron al equipo de su ciudad que tanta ilusión le había despertado.
Frustración que se acrecentó cuando el exfutbolista supo la verdad de lo que realmente sucedió aquella tarde, a través de una entrevista nos relató el momento en el que se enteró de lo que hubo detrás de aquel día oscuro en la historia del deporte vallenato.
“Al tiempo me enteré de que hubo un acuerdo entre los equipos, donde si pasaba un equipo tenía que ser de acá de la costa”.
Hermes, que se encontraba defendiendo los colores del CD Luis Ángel Firpo de El Salvador, coincidió con uno de los miembros de aquella delegación del Real Cartagena que salió beneficiado del preacuerdo entre ambos equipos, el exjugador nos contó aquella conversación que tuvieron, donde le confirmaron lo menos pensado:
“En el almuerzo me preguntó: “¿Hermes tú supiste lo que pasó el día del 5-0?” Yo le dije: “no profe, lo único que sé yo es que perdimos”. A lo que me contestó: “No Hermes, ahí lo que pasó fue que llegaron a un acuerdo, que el equipo que fuera ganando, el otro tenía que apoyarlo en el sentido que uno de los dos siendo de la costa, tenía que avanzar””.
Esta noticia desanimó profundamente al defensor, quien de alguna forma encuentra relación en este episodio y la posterior marcha del equipo de la ciudad de Valledupar, asegurando que
“Creo que por esa mala jugada tarde o temprano se nos llevan el equipo… El mismo fútbol te cobra a ti lo que haces fuera y dentro de la cancha”
Por lo que queda confirmar que sí, sí existió un acuerdo.
Hoy
La historia del Valledupar FC lastimosamente no puede contarse sin hacer mención a este triste capítulo, y más triste aún es que nunca pudo escribir una página en la máxima categoría del fútbol colombiano aunque en más de una ocasión tocó la máxima categoría con la yema de los dedos. Es por esto que a 20 años de su llegada y 2 años de su partida, es un buen momento para rememorar al equipo que en algún momento fue sinónimo de esperanza y bravura entre los vallenatos.
Y como no hay mal que por bien no venga, tras un año sin fútbol profesional en la ciudad de Valledupar, la alegría volvió al hoy Armando Maestre de la mano del Alianza FC, acercando el fútbol de primera división y fútbol internacional de mayores a la capital mundial del vallenato, renovando las ilusiones de todo un departamento con el orgullo herido desde aquel triste y lejano 27 de noviembre de 2004.
Por: Alfredo José García Betancourt
Practicante de Areandina
Caía la tarde del 27 de noviembre cuando cayó el quinto del partido, una mezcla furia y tristeza se apoderó de los presentes en el estadio Chemesquemena de Valledupar ; lo que en principio pudo ser dar un paso más cerca de un sueño llamado ascenso, terminó con una goleada de inimaginada y que generó quejas […]
Caía la tarde del 27 de noviembre cuando cayó el quinto del partido, una mezcla furia y tristeza se apoderó de los presentes en el estadio Chemesquemena de Valledupar ; lo que en principio pudo ser dar un paso más cerca de un sueño llamado ascenso, terminó con una goleada de inimaginada y que generó quejas que se escucharon desde la capital mundial del vallenato, hasta las cercanías de la frontera con Venezuela.
El sueño empezó a gestarse en el año 2003, una ficha se liberó en Popayán, se rechazó en Floridablanca, y en Valledupar se hizo la gestión para que el Valledupar Fútbol Club fuera una realidad. Con apoyo de la alcaldía y respaldado por toda la ciudadanía, el exjugador vallenato ‘Kiko’ Barrios fue el designado para dirigir el barco que ponía rumbo a Primera División.
Los nombres fueron sumándose al plantel, una amalgama de juventud y experiencia construyeron las bases de la primera promoción del Valledupar FC, jugadores como Manuel Galarcio, Hermes Martínez, Jaider Romero, William Blanco, entre otros, fueron los encargados de defender el orgullo de una ciudad y de lograr que sobre el mismo territorio se entrelazaran las notas del acordeón con los cánticos de las tribunas.
En la primera jornada del certamen los dirigidos por ‘Kiko’ Barrios visitaron a Bajo Cauca, arrancando con el pie derecho gracias a una victoria que empezó a construirse gracias a un tanto del vallenato Hermes Martínez, quien recuerda aquella fase de todos contra todos con cariño esto por el apoyo que les dieron los vallenatos, él mismo Hermes nos detalló más de lo vivido en esa época en una sincera entrevista:
“Había una motivación constantemente, nosotros salíamos a la ciudad y en cualquier barrio y nos reconocían, la gente muy amorosa nos decía vamos que podemos ganar”.
Los cuadrangulares
Tras numerosas jornadas de fútbol incesante, el cuadro vallenato aseguró los primeros cuadrangulares para la ciudad en su primer año en el fútbol profesional, donde compartió el Grupo B junto a pesos pesados de la categoría. Fueron el Cúcuta Deportivo, Alianza Petrolera, Real Cartagena y Valledupar FC los elegidos que pelearon con el cuchillo entre los dientes por el primer lugar del grupo. Un único cupo, un único objetivo compartido por cuatro equipos, un sólo resultado sirve.
Iván Ochoa Campo tiene grabada en la memoria aquellos cuadrangulares, mismos que palpitó desde la cabina de Radio Guatapurí acompañando al equipo en cada partido dentro y fuera de casa. Sin embargo, también recuerda con recelo algunas situaciones inexplicables de varios partidos que parecían tener un factor común, beneficiar al Cúcuta Deportivo. En una entrevista el mismo Iván Ochoa nos comentó el clima enrarecido que se gestó por las constantes decisiones arbitrales que afectaron a los demás equipos del grupo:
“Nosotros teníamos un acercamiento con el equipo, viajábamos con el equipo a todas partes… Se manejaba el tema de que ‘esta gente’ quiere meter al Cúcuta ‘a lo macho… Todo estaba previsto para que el Cúcuta ascendiera”.
Goles en fuera de juego que fueron convalidados, goles legales que fueron ilegítimos para los árbitros, tarjetas injustificadas, penales sancionados de manera poco criteriosa y demás errores arbitrales desataron la inconformidad de los rivales de grupo del Cúcuta Deportivo, lo que popularizó el rumor de que la Dimayor estuvo metiendo su mano dispuesta a ensuciarse para salvar al Cúcuta Deportivo, tal como lo hizo en 1999 cuando evitó su descenso a Tercera División, argumentando que era un club socio de la Dimayor y por ende no debe disputar fútbol amateur.
El partido oscuro
Faltaba solo una jornada de cuadrangulares y todos los preparativos estaban listos para el día decisivo, hasta que el calendario marcó el 27 de noviembre de 2004, y la tabla del Grupo B había un cuádruple empate a 7 puntos, pequeños detalles separaban a unos de otros pero resultaban insuficientes para determinar quién iba a enfrentarse al Deportivo Antioquia en la final de ascenso. En Valledupar se respiraba la ilusión, el sueño estaba más cerca que nunca y el equipo tenía una única tarea, matar o morir.
Valledupar recibió al Cartagena y el Cúcuta hizo lo propio con el Alianza Petrolera, todo estaba a definirse y cuatro ciudades se encomendaron a Dios con el pitazo inicial de los jueces centrales de ambos compromisos. El partido en el estadio Chemesquemena inició con la inesperada ausencia de Hermes Martínez, que se quedó con las botas puestas al ser dejado fuera de los titulares al último minuto, por decisión del entrenador Kiko Barrios.
El partido era de esas finales que te llevan a otra final y el Cartagena sabiendo esto se adelantó en el marcador sorprendiendo al público local, que vio como sus aspiraciones de ascenso palidecían con el pasar de los minutos. En la ‘ciudad amurallada’ los ánimos también decayeron un poco tras la rápida respuesta del Cúcuta Deportivo en su casa, casi como si ambos equipos estuvieran jugando un tercer partido entre ellos aunque separados por 535 kilómetros de distancia.
Ambos encuentros estaban por culminar, parecía que el Cúcuta Deportivo se iba a salir con las suyas e iba a regresar a Primera División, dejando a su paso una estela de dudas y sospechas de que algo raro estaba sucediendo.
O al menos eso parecía hasta que llegó el cero a dos que acercaba más al Real Cartagena, cuando el partido palidecía en Valledupar llegó el cero a tres, la ilusión de los heroicos crecía exponencialmente aún con los escasos minutos que le quedaban al reloj, pero que fueron más que suficientes para marcar otros tres goles capaces de generar alegrías y desconciertos a partes iguales. En la ciudad amurallada todo era fiesta, en la ciudad fronteriza todo fue escándalo y la capital mundial del vallenato no salía de la perplejidad.
El Cúcuta no demoró en poner el grito en el cielo y presentó una queja formal ante la Dimayor que obligó a que se aplazaran las finales del ascenso, en lo que se decidía si ante lo sucedido en Valledupar se debían tomar medidas drásticas, para fortuna del Real Cartagena dichas medidas nunca se hicieron efectivas y tras tres años de lucha pudieron regresar a la máxima categoría.
Mientras tanto en la ciudad de Valledupar, empezaron a correr rumores de lo que pasó aquel opaco 27 de noviembre del 2004, casi todos estos apuntaban al equipo, cuerpo técnico y jugadores como unos “vendidos”, pero ¿qué tanto tienen de verdadero estos rumores?
¿Se vendieron?
El mismo Iván Ochoa Campo es uno de los que asegura que el equipo no se “vendió” cómo aseguran otras personas. Su hipótesis apunta a un pacto que se realizó previo al partido entre el Real Cartagena y Valledupar FC, que tenía como objetivo que el Cúcuta no clasificara a la final por el ascenso cueste lo que cueste, en una entrevista nos aseguró que de haberse puesto en ventaja el Valledupar FC, la historia habría sido distinta:
“Si nosotros hacemos el penal y abrimos el marcador, de seguro el Cartagena se dejaba hacer sus tres o cuatro goles dependiendo del resultado en Barrancabermeja”.
Sin embargo, el precio que tuvo que pagar el Valledupar FC en su momento fue que muchos vallenatos se sintieron traicionados, al ver a su equipo siendo vapuleado en su casa sin oponer resistencia. Uno de los que se sintió muy frustrado fue el defensor Hermes Martínez, quien tuvo que ver cómo despedazaron al equipo de su ciudad que tanta ilusión le había despertado.
Frustración que se acrecentó cuando el exfutbolista supo la verdad de lo que realmente sucedió aquella tarde, a través de una entrevista nos relató el momento en el que se enteró de lo que hubo detrás de aquel día oscuro en la historia del deporte vallenato.
“Al tiempo me enteré de que hubo un acuerdo entre los equipos, donde si pasaba un equipo tenía que ser de acá de la costa”.
Hermes, que se encontraba defendiendo los colores del CD Luis Ángel Firpo de El Salvador, coincidió con uno de los miembros de aquella delegación del Real Cartagena que salió beneficiado del preacuerdo entre ambos equipos, el exjugador nos contó aquella conversación que tuvieron, donde le confirmaron lo menos pensado:
“En el almuerzo me preguntó: “¿Hermes tú supiste lo que pasó el día del 5-0?” Yo le dije: “no profe, lo único que sé yo es que perdimos”. A lo que me contestó: “No Hermes, ahí lo que pasó fue que llegaron a un acuerdo, que el equipo que fuera ganando, el otro tenía que apoyarlo en el sentido que uno de los dos siendo de la costa, tenía que avanzar””.
Esta noticia desanimó profundamente al defensor, quien de alguna forma encuentra relación en este episodio y la posterior marcha del equipo de la ciudad de Valledupar, asegurando que
“Creo que por esa mala jugada tarde o temprano se nos llevan el equipo… El mismo fútbol te cobra a ti lo que haces fuera y dentro de la cancha”
Por lo que queda confirmar que sí, sí existió un acuerdo.
Hoy
La historia del Valledupar FC lastimosamente no puede contarse sin hacer mención a este triste capítulo, y más triste aún es que nunca pudo escribir una página en la máxima categoría del fútbol colombiano aunque en más de una ocasión tocó la máxima categoría con la yema de los dedos. Es por esto que a 20 años de su llegada y 2 años de su partida, es un buen momento para rememorar al equipo que en algún momento fue sinónimo de esperanza y bravura entre los vallenatos.
Y como no hay mal que por bien no venga, tras un año sin fútbol profesional en la ciudad de Valledupar, la alegría volvió al hoy Armando Maestre de la mano del Alianza FC, acercando el fútbol de primera división y fútbol internacional de mayores a la capital mundial del vallenato, renovando las ilusiones de todo un departamento con el orgullo herido desde aquel triste y lejano 27 de noviembre de 2004.
Por: Alfredo José García Betancourt
Practicante de Areandina