En todo el mundo, la demanda de agua supera la disponibilidad. La demanda se ha duplicado desde 1960. El aumento de la demanda de agua es a menudo el resultado del crecimiento de poblaciones e industrias como la agricultura de regadío, la ganadería, la producción de energía y la manufactura. Mientras tanto, la falta de […]
En todo el mundo, la demanda de agua supera la disponibilidad. La demanda se ha duplicado desde 1960. El aumento de la demanda de agua es a menudo el resultado del crecimiento de poblaciones e industrias como la agricultura de regadío, la ganadería, la producción de energía y la manufactura. Mientras tanto, la falta de inversión en infraestructura hídrica, las políticas insostenibles de uso del agua o el aumento de la variabilidad debido al cambio climático pueden afectar el suministro de agua disponible.
El estrés hídrico, la relación entre la demanda de agua y el suministro de energías renovables, mide la competencia por los recursos hídricos locales. Cuanto menor es la brecha entre oferta y demanda, más vulnerable es un lugar a la escasez de agua. Un país que enfrenta un “estrés hídrico extremo” significa que está utilizando al menos el 80 % de su suministro disponible, un “estrés hídrico elevado” significa que está retirando el 40 % de su suministro. Sin intervención (como inversión en infraestructura hídrica y una mejor gobernanza del agua), el estrés hídrico seguirá empeorando, especialmente en lugares con poblaciones y economías en rápido crecimiento.
Para 2050, se espera que mil millones de personas más vivan con un estrés hídrico extremadamente alto, incluso si el mundo limita el aumento de la temperatura global a 1,3 grados C a 2,4 grados C (2,3 grados F a 4,3 grados F).
En Colombia el efecto por el estrés hídrico se refleja en los niveles de los embalses, pese a las recientes lluvias siguen en una situación crítica por el fenómeno de El Niño. Este fenómeno llevó a que el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunciara un racionamiento del suministro de agua en la capital. Los embalses, además, del suministro de agua para el consumo tienen el propósito de generación de energía, situación preocupante, porque la escasez de agua prendería una alerta de racionamiento de energía.
La escasez de agua puede provocar interrupciones industriales, cortes de energía y pérdidas de producción agrícola, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria mundial. Para alimentar a los 10 mil millones de personas proyectadas para 2050, el mundo necesitará producir un 56 % más de calorías alimentarias que en 2010, y al mismo tiempo lidiar con una creciente escasez de agua y desastres provocados por el clima, como sequías e inundaciones.
El diagnóstico sobre la comprensión del estado del suministro y la demanda de agua, avala la decisión del alcalde de Bogotá, y concibe las formas clave para mejorar la gestión del agua y reducir el estrés hídrico. En ese sentido se hace necesario mejorar la gobernanza del agua, adoptar una gestión integrada de los recursos hídricos y mejorar la infraestructura hídrica a través de infraestructura verde.
Las circunstancias exhortan un cambio cultural conexo con el uso racional del agua y de la energía, y la reconversión de la visión de mediano y largo plazo en los procesos de focalización de la inversión. El país no puede seguir en la angustia de los fenómenos de El Niño y de La Niña, requerimos inversiones para adaptarnos a la crisis climática.
Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12
En todo el mundo, la demanda de agua supera la disponibilidad. La demanda se ha duplicado desde 1960. El aumento de la demanda de agua es a menudo el resultado del crecimiento de poblaciones e industrias como la agricultura de regadío, la ganadería, la producción de energía y la manufactura. Mientras tanto, la falta de […]
En todo el mundo, la demanda de agua supera la disponibilidad. La demanda se ha duplicado desde 1960. El aumento de la demanda de agua es a menudo el resultado del crecimiento de poblaciones e industrias como la agricultura de regadío, la ganadería, la producción de energía y la manufactura. Mientras tanto, la falta de inversión en infraestructura hídrica, las políticas insostenibles de uso del agua o el aumento de la variabilidad debido al cambio climático pueden afectar el suministro de agua disponible.
El estrés hídrico, la relación entre la demanda de agua y el suministro de energías renovables, mide la competencia por los recursos hídricos locales. Cuanto menor es la brecha entre oferta y demanda, más vulnerable es un lugar a la escasez de agua. Un país que enfrenta un “estrés hídrico extremo” significa que está utilizando al menos el 80 % de su suministro disponible, un “estrés hídrico elevado” significa que está retirando el 40 % de su suministro. Sin intervención (como inversión en infraestructura hídrica y una mejor gobernanza del agua), el estrés hídrico seguirá empeorando, especialmente en lugares con poblaciones y economías en rápido crecimiento.
Para 2050, se espera que mil millones de personas más vivan con un estrés hídrico extremadamente alto, incluso si el mundo limita el aumento de la temperatura global a 1,3 grados C a 2,4 grados C (2,3 grados F a 4,3 grados F).
En Colombia el efecto por el estrés hídrico se refleja en los niveles de los embalses, pese a las recientes lluvias siguen en una situación crítica por el fenómeno de El Niño. Este fenómeno llevó a que el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, anunciara un racionamiento del suministro de agua en la capital. Los embalses, además, del suministro de agua para el consumo tienen el propósito de generación de energía, situación preocupante, porque la escasez de agua prendería una alerta de racionamiento de energía.
La escasez de agua puede provocar interrupciones industriales, cortes de energía y pérdidas de producción agrícola, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria mundial. Para alimentar a los 10 mil millones de personas proyectadas para 2050, el mundo necesitará producir un 56 % más de calorías alimentarias que en 2010, y al mismo tiempo lidiar con una creciente escasez de agua y desastres provocados por el clima, como sequías e inundaciones.
El diagnóstico sobre la comprensión del estado del suministro y la demanda de agua, avala la decisión del alcalde de Bogotá, y concibe las formas clave para mejorar la gestión del agua y reducir el estrés hídrico. En ese sentido se hace necesario mejorar la gobernanza del agua, adoptar una gestión integrada de los recursos hídricos y mejorar la infraestructura hídrica a través de infraestructura verde.
Las circunstancias exhortan un cambio cultural conexo con el uso racional del agua y de la energía, y la reconversión de la visión de mediano y largo plazo en los procesos de focalización de la inversión. El país no puede seguir en la angustia de los fenómenos de El Niño y de La Niña, requerimos inversiones para adaptarnos a la crisis climática.
Luis Elquis Díaz
@LuchoDiaz12