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Columnista - 24 abril, 2017

Claves en la piqueria vallenata

En los cantos primitivos vallenatos el estilo predominante de los versos era la copla, tipo de estrofa de tradición popular compuesta por cuatro versos octosílabos, con rima en los versos pares (2 y 4). Las coplas por su vigencia en el tiempo se convierten en una expresión de la memoria colectiva. El poeta español Manuel […]

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En los cantos primitivos vallenatos el estilo predominante de los versos era la copla, tipo de estrofa de tradición popular compuesta por cuatro versos octosílabos, con rima en los versos pares (2 y 4). Las coplas por su vigencia en el tiempo se convierten en una expresión de la memoria colectiva. El poeta español Manuel Machado lo explica de esta manera: Hasta que el pueblo las canta/ las coplas, coplas no son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor. 

Derivada de la copla, están la cuarteta y la redondilla, que son estrofas de cuatro versos de ocho silabas métricas, pero con doble rima, generalmente consonante. En la cuarteta riman los versos 1 con el 3, y el 2 con el 4. En la redondilla riman los versos 1 con el 4, y el 2 con el 3.

La décima, o espinela, es una estrofa de diez versos octosílabos con una rima especial. Los trovadores antioqueños utilizan la copla. Los llaneros en su contrapunteo, la copla y a veces en romance. Los verseadores vallenatos en el concurso de piqueria cantan en cuartetas y en redondillas (que en el folclor le llaman versos de cuatro palabras) y en décimas (versos de diez palabras).

La piqueria es emoción, ingenio, manifestación de talento creativo. Es destreza mental y armónica para improvisar versos. Consuelo Araujonoguera en el libro ‘Léxico del Valle de Upar’ (Ministerio de Cultura, 2002), explica: “Piquería. (Sustantivo de rancia estirpe vallenata). Duelo musical entre dos cantantes o repentistas de la música vallenata. Desafío que un improvisador en versos le plantea a otro de sus mismas condiciones para demostrar el talento y la versatilidad en el arte de construir, cantando coplas con gracia, agilidad y precisión”. Es importante aclarar, a seguidores y comentaristas de la piqueria, que el propósito del desafío poético no es la ofensa; es una controversia, un escenario para improvisar versos con gracia y melodía. La belleza de la mujer suele resultar un tema interesante para una buena piqueria, porque es una competencia poética de quien improvise los mejores versos a la dama. Es común presenciar que cuando a los verseadores les corresponde un tema libre, se quedan en el estilo de la pelea, el autoelogio y repiten casi los mismos versos, a veces varían un poco, pero vuelven a las rimas de cajón. Los versos al amor inspiran más el alma del poeta, que los versos a la ofensa.

Una piqueria famosa en la música vallenata fue la protagonizada por Emiliano Zuleta y Toño Salas, dos colosos acordeoneros, hijos de la vieja Sara María, que con sus versos adornaron memorables parrandas en la comarca vallenata. Ellos cantaron en estrofas de cuatro versos y de diez, con diferentes temáticas. En una ocasión Emiliano le cantó una décima, en cuyos últimos versos le dice: …que recuerde que en La Jagua/ montado allá en la gallera/ me llevaba a to´a carrera/ que no me dejó hacer nada/ pero fue en cuatro palabras/ que eso lo canta cualquiera. 

Esos dos maestros demostraron que la clave del buen verseador es: agilidad mental para improvisar con medida literaria y armonía musical, gracia y coherencia en el verso y que invite al adversario a responder los requerimientos poéticos. Ellos entendieron que el verseador nace y se hace con la disciplina del aprendizaje, cultivando la memoria y la sensibilidad por la poesía y la música. El repentista sabe que la poesía es un don que se cultiva.

A modo de epílogo, comparto una décima anónima que sintetiza las cualidades del buen repentista: El verseador de perfecta/ expresión a flor de labios/ es una mezcla de sabio/ de literato y poeta/ Es un pintor sin paleta/ de indiscutible valor/ que si habla de alguna flor/ antes que la flor se abra/ la pinta con la palabra/ y le da mejor color.

Por José Atuesta Mindiola

 

Columnista
24 abril, 2017

Claves en la piqueria vallenata

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

En los cantos primitivos vallenatos el estilo predominante de los versos era la copla, tipo de estrofa de tradición popular compuesta por cuatro versos octosílabos, con rima en los versos pares (2 y 4). Las coplas por su vigencia en el tiempo se convierten en una expresión de la memoria colectiva. El poeta español Manuel […]


En los cantos primitivos vallenatos el estilo predominante de los versos era la copla, tipo de estrofa de tradición popular compuesta por cuatro versos octosílabos, con rima en los versos pares (2 y 4). Las coplas por su vigencia en el tiempo se convierten en una expresión de la memoria colectiva. El poeta español Manuel Machado lo explica de esta manera: Hasta que el pueblo las canta/ las coplas, coplas no son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor. 

Derivada de la copla, están la cuarteta y la redondilla, que son estrofas de cuatro versos de ocho silabas métricas, pero con doble rima, generalmente consonante. En la cuarteta riman los versos 1 con el 3, y el 2 con el 4. En la redondilla riman los versos 1 con el 4, y el 2 con el 3.

La décima, o espinela, es una estrofa de diez versos octosílabos con una rima especial. Los trovadores antioqueños utilizan la copla. Los llaneros en su contrapunteo, la copla y a veces en romance. Los verseadores vallenatos en el concurso de piqueria cantan en cuartetas y en redondillas (que en el folclor le llaman versos de cuatro palabras) y en décimas (versos de diez palabras).

La piqueria es emoción, ingenio, manifestación de talento creativo. Es destreza mental y armónica para improvisar versos. Consuelo Araujonoguera en el libro ‘Léxico del Valle de Upar’ (Ministerio de Cultura, 2002), explica: “Piquería. (Sustantivo de rancia estirpe vallenata). Duelo musical entre dos cantantes o repentistas de la música vallenata. Desafío que un improvisador en versos le plantea a otro de sus mismas condiciones para demostrar el talento y la versatilidad en el arte de construir, cantando coplas con gracia, agilidad y precisión”. Es importante aclarar, a seguidores y comentaristas de la piqueria, que el propósito del desafío poético no es la ofensa; es una controversia, un escenario para improvisar versos con gracia y melodía. La belleza de la mujer suele resultar un tema interesante para una buena piqueria, porque es una competencia poética de quien improvise los mejores versos a la dama. Es común presenciar que cuando a los verseadores les corresponde un tema libre, se quedan en el estilo de la pelea, el autoelogio y repiten casi los mismos versos, a veces varían un poco, pero vuelven a las rimas de cajón. Los versos al amor inspiran más el alma del poeta, que los versos a la ofensa.

Una piqueria famosa en la música vallenata fue la protagonizada por Emiliano Zuleta y Toño Salas, dos colosos acordeoneros, hijos de la vieja Sara María, que con sus versos adornaron memorables parrandas en la comarca vallenata. Ellos cantaron en estrofas de cuatro versos y de diez, con diferentes temáticas. En una ocasión Emiliano le cantó una décima, en cuyos últimos versos le dice: …que recuerde que en La Jagua/ montado allá en la gallera/ me llevaba a to´a carrera/ que no me dejó hacer nada/ pero fue en cuatro palabras/ que eso lo canta cualquiera. 

Esos dos maestros demostraron que la clave del buen verseador es: agilidad mental para improvisar con medida literaria y armonía musical, gracia y coherencia en el verso y que invite al adversario a responder los requerimientos poéticos. Ellos entendieron que el verseador nace y se hace con la disciplina del aprendizaje, cultivando la memoria y la sensibilidad por la poesía y la música. El repentista sabe que la poesía es un don que se cultiva.

A modo de epílogo, comparto una décima anónima que sintetiza las cualidades del buen repentista: El verseador de perfecta/ expresión a flor de labios/ es una mezcla de sabio/ de literato y poeta/ Es un pintor sin paleta/ de indiscutible valor/ que si habla de alguna flor/ antes que la flor se abra/ la pinta con la palabra/ y le da mejor color.

Por José Atuesta Mindiola