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Cultura - 21 junio, 2024

El Cuento de Pedro: ‘San Isidro Labrador’

Mi padre era tan devoto de San Isidro Labrador que en cada una de sus fincas conservaba una imagen del santo de los labriegos.

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Cuando desde Valledupar subíamos, con mis hermanas a visitar a la bella población de Atánquez en compañía de mi padre Pepe Castro, el médico Hermes Pumarejo Hernández y José Antonio Mindiola, al pasar por La Mina, mi padre suspendía la música de Calixto que generalmente escuchaba para sacar del gavetero de su Jeep un casete que reproducía una linda canción interpretada por los hermanos Zuleta Díaz y que hace honor al patrono de las gentes del poblado que nos esperaba y de quienes  él sabía nos recibirían con cariño.

Una vez allí; en casa de Doris Mindiola, ganábamos confites y dulces extraídos de la mochila de Toño y nos hacía cantar en competencia la canción compuesta al patrono de los Atanqueros: 

“… San Isidro labrador, patrono de los labriegos, tu que estás allá en el Cielo me vas a hacer un favor; me le dices al Señor que con su mano derecha me vigile la cosecha que yo soy agricultor… ”.

El aparte transcrito corresponde a la canción titulada San Isidro Labrador, de la autoría del compositor plateño Mariano Enrique Pertuz, incluida en el LP “Mi Canto Sentimental” lanzado al público por discos CBS en el mes de junio de 1973.

Mi mente evocó bellos recuerdos  de mi niñez cuando  la agrupación Los Kankuis del Vallenato, hijos de Atánquez, interpretaron aquella canción que con nostalgia recibieron mis sentidos dado que ella se encuentra atada a lo más profundo de mi ser, igual le  sucedió a mi tía Petronila Mindiola Acosta, “La Male”, quien al escucharla gozó de  regocijo y alegría al sentir la sonora melodía y que a sus 97 años  la invitó  a mover finamente sus caderas ganando con su dantesco baile  los aplausos de todos los asistentes. 

Todo ocurrió en Patillal en una tarde esplendorosa en el onomástico del gran amigo y compadre Gonzalo Aroca Mindiola, allá copiosamente acudimos a homenajear a este hermano que nos regaló la vida, asistió la Mindiolera en pleno, amigos de la familia y de Hugo a quien magistralmente el maestro Rafael Manjarrez describió en una de sus célebres composiciones “Yo tenía un amigo”.

Marciano y Aurelio se lucieron, recordando a el Cacique de la Junta y al Jilguero a aquel Ruiseñor que se catapultó por su excelso canto pero que además tenía la mística para reclutar acordeoneros y hacerlos grandes; también tuvo olfato para sabanear de pueblo en pueblo a jóvenes compositores que luego triunfaron en el estrellato artístico como Diomedes Díaz, Fredy Molina y Aurelio Núñez.

A quien el Jilguero en alguna ocasión le recriminaba del porqué no le entregaba el tema “Listo para la Foto”. Aurelio le explicaba que la canción ya estaba comprometida con Diomedes, pero Jorge celoso por naturaleza le insistía en que esa obra debería llevarla al estrellato musical a través de su voz:

Dime Aurelio defínete, estás con Dios o con el Diablo… Defínete, esa canción debe ser para mí no para el fanfarrancho de Diomedes. Aurelio entre la espada y la pared le dice:  Oñate, estoy contigo. Finalmente lo convenció y Jorge Oñate llevó al acetato musical la canción del compositor sanjuanero “Te dedico mis triunfos”.

Mi padre era tan devoto de San Isidro Labrador que en cada una de sus fincas conservaba una imagen del santo de los labriegos y cada vez que necesitaba de su apoyo ante el Señor y  en aras de irrigar sus cultivos y sacar una buena cosecha,  fervientemente le imploraba. Si las lluvias no llegaban a tiempo, lo despojó de su sombrero y de inmediato se venía el invierno. 

Por: Pedro Norberto Castro Araújo.

Cultura
21 junio, 2024

El Cuento de Pedro: ‘San Isidro Labrador’

Mi padre era tan devoto de San Isidro Labrador que en cada una de sus fincas conservaba una imagen del santo de los labriegos.


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Cuando desde Valledupar subíamos, con mis hermanas a visitar a la bella población de Atánquez en compañía de mi padre Pepe Castro, el médico Hermes Pumarejo Hernández y José Antonio Mindiola, al pasar por La Mina, mi padre suspendía la música de Calixto que generalmente escuchaba para sacar del gavetero de su Jeep un casete que reproducía una linda canción interpretada por los hermanos Zuleta Díaz y que hace honor al patrono de las gentes del poblado que nos esperaba y de quienes  él sabía nos recibirían con cariño.

Una vez allí; en casa de Doris Mindiola, ganábamos confites y dulces extraídos de la mochila de Toño y nos hacía cantar en competencia la canción compuesta al patrono de los Atanqueros: 

“… San Isidro labrador, patrono de los labriegos, tu que estás allá en el Cielo me vas a hacer un favor; me le dices al Señor que con su mano derecha me vigile la cosecha que yo soy agricultor… ”.

El aparte transcrito corresponde a la canción titulada San Isidro Labrador, de la autoría del compositor plateño Mariano Enrique Pertuz, incluida en el LP “Mi Canto Sentimental” lanzado al público por discos CBS en el mes de junio de 1973.

Mi mente evocó bellos recuerdos  de mi niñez cuando  la agrupación Los Kankuis del Vallenato, hijos de Atánquez, interpretaron aquella canción que con nostalgia recibieron mis sentidos dado que ella se encuentra atada a lo más profundo de mi ser, igual le  sucedió a mi tía Petronila Mindiola Acosta, “La Male”, quien al escucharla gozó de  regocijo y alegría al sentir la sonora melodía y que a sus 97 años  la invitó  a mover finamente sus caderas ganando con su dantesco baile  los aplausos de todos los asistentes. 

Todo ocurrió en Patillal en una tarde esplendorosa en el onomástico del gran amigo y compadre Gonzalo Aroca Mindiola, allá copiosamente acudimos a homenajear a este hermano que nos regaló la vida, asistió la Mindiolera en pleno, amigos de la familia y de Hugo a quien magistralmente el maestro Rafael Manjarrez describió en una de sus célebres composiciones “Yo tenía un amigo”.

Marciano y Aurelio se lucieron, recordando a el Cacique de la Junta y al Jilguero a aquel Ruiseñor que se catapultó por su excelso canto pero que además tenía la mística para reclutar acordeoneros y hacerlos grandes; también tuvo olfato para sabanear de pueblo en pueblo a jóvenes compositores que luego triunfaron en el estrellato artístico como Diomedes Díaz, Fredy Molina y Aurelio Núñez.

A quien el Jilguero en alguna ocasión le recriminaba del porqué no le entregaba el tema “Listo para la Foto”. Aurelio le explicaba que la canción ya estaba comprometida con Diomedes, pero Jorge celoso por naturaleza le insistía en que esa obra debería llevarla al estrellato musical a través de su voz:

Dime Aurelio defínete, estás con Dios o con el Diablo… Defínete, esa canción debe ser para mí no para el fanfarrancho de Diomedes. Aurelio entre la espada y la pared le dice:  Oñate, estoy contigo. Finalmente lo convenció y Jorge Oñate llevó al acetato musical la canción del compositor sanjuanero “Te dedico mis triunfos”.

Mi padre era tan devoto de San Isidro Labrador que en cada una de sus fincas conservaba una imagen del santo de los labriegos y cada vez que necesitaba de su apoyo ante el Señor y  en aras de irrigar sus cultivos y sacar una buena cosecha,  fervientemente le imploraba. Si las lluvias no llegaban a tiempo, lo despojó de su sombrero y de inmediato se venía el invierno. 

Por: Pedro Norberto Castro Araújo.