En 1998, 28 países experimentaron tensión o escasez hídrica y se prevé que esta cifra aumente a 56 para el año 2025.
Antes de finalizar este año 2023, hemos querido enviar este mensaje de fin de año, teniendo en cuenta lo fundamental de este tema para toda la vida en el planeta Tierra, en el entendido, sin lugar a equivocarnos que el agua es la matriz de la cultura, y el sostén de la vida.
El agua ha sido clave para el bienestar material y cultural de las sociedades de todo el mundo. Desafortunadamente, este precioso líquido se encuentra amenazado. Si bien dos terceras partes de nuestro planeta son agua, enfrentamos una grave escasez de este líquido.
La crisis del agua es la faceta más penetrante, aguda e invisible de la devastación ecológica de La Tierra. En 1998, 28 países experimentaron tensión o escasez hídrica y se prevé que esta cifra aumente a 56 para el año 2025.
Se contempla que el número de personas que viven en países sin suficiente agua aumentará de 131 millones en 1990 a 817 millones en 2025. Se espera que algunos países del mundo ingresen a la categoría de países con falta de agua mucho antes del año 2025.
Se dice que un país enfrenta una grave crisis del agua cuando el agua disponible no llega a 1.000 metros cúbicos por persona al año. Cualquier cifra inferior a esta implica un gran menoscabo de la salud y el desarrollo económico de una nación. Cuando el agua anual disponible por persona es inferior a 500 metros cúbicos, la vida del pueblo queda gravemente comprometida.
En 1951 la disponibilidad promedio del agua para mencionar un país como la India era de 3.450 metros cúbicos por persona al año. Para finales de los 90 esta cifra había disminuido a 1.250 metros cúbicos. Para 2050, se calcula que disminuirá a 760 metros cúbicos. Desde 1970, el suministro global de agua per cápita ha menguado 33%. Esta reducción no se debe únicamente al crecimiento demográfico. Se ve exacerbada también por la utilización excesiva del agua.
Durante el último siglo, la tasa de extracción de agua ha rebasado la tasa de crecimiento de la población por una relación de dos a un medio.
Hemos sido testigos de cómo en nuestra tierra natal ha dejado de ser una región con abundante agua para convertirse en una con falta de ella. Presenciamos cómo las últimas corrientes perennes en nuestros valles se secaban en 1982 debido a la captación de acuífero en cuencas fluviales.
Hemos observado como estanques y arroyos se secan debido al monocultivo de ciertas especies vegetales. A nivel mundial hemos visto que países tras países han caído en hambruna mientras las tecnologías de la Revolución Verde se deben a falta de este líquido. Se ha venido luchando con las comunidades en regiones ricas en agua mientras la contaminación envenena sus fuentes de agua. Vemos que la historia de la escasez del agua ha sido una historia de avaricia, de tecnología negligente y de tomar más de lo que la naturaleza puede reponer y limpiar.
El ciclo hidrológico es el proceso ecológico mediante el cual el ecosistema recibe el agua en forma de lluvias o nieve. Esta caída de humedad reabastece ríos, acuíferos y fuentes de agua subterránea. La dotación de agua de un sistema en particular depende del clima, la fisiografía, la vegetación y geología de la región. En cada uno de esos niveles, los seres humanos modernos hemos abusado de La Tierra y destruido su capacidad para recibir, absorber y almacenar agua.
La deforestación y la minería han destruido la capacidad de las cuencas fluviales para retenerlas. Los monocultivos y la silvicultura les han chupado el agua a los ecosistemas. La utilización, cada vez mayor, de combustibles fósiles ha ocasionado contaminación atmosférica y el cambio climático responsable de inundaciones, ciclones y sequías recurrentes.
Los bosques son presas naturales que mantienen el agua en cuencas fluviales y liberan lentamente en forma de riachuelos y manantiales. Las copas de los árboles interceptan las lluvias y la nieve, protegen el suelo e incrementan el potencial de las tierras forestales para absorber agua. Parte de esta agua se evapora y se reincorpora nuevamente a la atmósfera. Si los suelos forestales están cubiertos de hojarasca y humus, retienen y regeneran el agua. La tala forestal y los monocultivos permiten que el agua escurra y destruyen la capacidad de los suelos para conservarla.
La crisis ecológica cada vez más profunda está haciendo imprescindible tomar en cuenta los valores y las funciones de la naturaleza mediante auditorías ecológicas adecuadas que asignen un valor a las funciones naturales partiendo del costo de las alternativas tecnológicas para proveer la misma serie de bienes y servicios. Por lo tanto, el valor de las colinas, serranías y montañas y su potencial para el suministro de agua equivaldría al costo de las instalaciones técnicas que se requerirían para proveer la misma cantidad y calidad de agua.
Resulta bastante obvio que el daño implicado equivale a destruir una gigantesca instalación para el abastecimiento de agua. Reconocer el valor social y ecológico de un recurso conduce a su utilización equitativa y sostenible, en contraste, evaluar un recurso sólo en términos de su precio de mercado crea patrones de uso insostenible e injusto.
De acuerdo con lo expresado anteriormente, podemos darnos cuenta que uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible es asegurar la disponibilidad y la gestión disponible del agua y el sostenimiento para todos. Para 2030, se recomienda ampliar la cooperación internacional y el apoyo a la creación de capacidad a los países en desarrollo en programas y actividades relacionadas con el agua y el saneamiento, incluyendo la cosecha de agua, la desalinización, la eficiencia del agua, tratamientos de agua residuales, el reciclaje y la reutilización de tecnologías.
En estos Objetivos de Desarrollo Sostenible se recomienda también apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales para mejorar la gestión del agua y el saneamiento.
Por: Hernán Maestre Martínez.
En 1998, 28 países experimentaron tensión o escasez hídrica y se prevé que esta cifra aumente a 56 para el año 2025.
Antes de finalizar este año 2023, hemos querido enviar este mensaje de fin de año, teniendo en cuenta lo fundamental de este tema para toda la vida en el planeta Tierra, en el entendido, sin lugar a equivocarnos que el agua es la matriz de la cultura, y el sostén de la vida.
El agua ha sido clave para el bienestar material y cultural de las sociedades de todo el mundo. Desafortunadamente, este precioso líquido se encuentra amenazado. Si bien dos terceras partes de nuestro planeta son agua, enfrentamos una grave escasez de este líquido.
La crisis del agua es la faceta más penetrante, aguda e invisible de la devastación ecológica de La Tierra. En 1998, 28 países experimentaron tensión o escasez hídrica y se prevé que esta cifra aumente a 56 para el año 2025.
Se contempla que el número de personas que viven en países sin suficiente agua aumentará de 131 millones en 1990 a 817 millones en 2025. Se espera que algunos países del mundo ingresen a la categoría de países con falta de agua mucho antes del año 2025.
Se dice que un país enfrenta una grave crisis del agua cuando el agua disponible no llega a 1.000 metros cúbicos por persona al año. Cualquier cifra inferior a esta implica un gran menoscabo de la salud y el desarrollo económico de una nación. Cuando el agua anual disponible por persona es inferior a 500 metros cúbicos, la vida del pueblo queda gravemente comprometida.
En 1951 la disponibilidad promedio del agua para mencionar un país como la India era de 3.450 metros cúbicos por persona al año. Para finales de los 90 esta cifra había disminuido a 1.250 metros cúbicos. Para 2050, se calcula que disminuirá a 760 metros cúbicos. Desde 1970, el suministro global de agua per cápita ha menguado 33%. Esta reducción no se debe únicamente al crecimiento demográfico. Se ve exacerbada también por la utilización excesiva del agua.
Durante el último siglo, la tasa de extracción de agua ha rebasado la tasa de crecimiento de la población por una relación de dos a un medio.
Hemos sido testigos de cómo en nuestra tierra natal ha dejado de ser una región con abundante agua para convertirse en una con falta de ella. Presenciamos cómo las últimas corrientes perennes en nuestros valles se secaban en 1982 debido a la captación de acuífero en cuencas fluviales.
Hemos observado como estanques y arroyos se secan debido al monocultivo de ciertas especies vegetales. A nivel mundial hemos visto que países tras países han caído en hambruna mientras las tecnologías de la Revolución Verde se deben a falta de este líquido. Se ha venido luchando con las comunidades en regiones ricas en agua mientras la contaminación envenena sus fuentes de agua. Vemos que la historia de la escasez del agua ha sido una historia de avaricia, de tecnología negligente y de tomar más de lo que la naturaleza puede reponer y limpiar.
El ciclo hidrológico es el proceso ecológico mediante el cual el ecosistema recibe el agua en forma de lluvias o nieve. Esta caída de humedad reabastece ríos, acuíferos y fuentes de agua subterránea. La dotación de agua de un sistema en particular depende del clima, la fisiografía, la vegetación y geología de la región. En cada uno de esos niveles, los seres humanos modernos hemos abusado de La Tierra y destruido su capacidad para recibir, absorber y almacenar agua.
La deforestación y la minería han destruido la capacidad de las cuencas fluviales para retenerlas. Los monocultivos y la silvicultura les han chupado el agua a los ecosistemas. La utilización, cada vez mayor, de combustibles fósiles ha ocasionado contaminación atmosférica y el cambio climático responsable de inundaciones, ciclones y sequías recurrentes.
Los bosques son presas naturales que mantienen el agua en cuencas fluviales y liberan lentamente en forma de riachuelos y manantiales. Las copas de los árboles interceptan las lluvias y la nieve, protegen el suelo e incrementan el potencial de las tierras forestales para absorber agua. Parte de esta agua se evapora y se reincorpora nuevamente a la atmósfera. Si los suelos forestales están cubiertos de hojarasca y humus, retienen y regeneran el agua. La tala forestal y los monocultivos permiten que el agua escurra y destruyen la capacidad de los suelos para conservarla.
La crisis ecológica cada vez más profunda está haciendo imprescindible tomar en cuenta los valores y las funciones de la naturaleza mediante auditorías ecológicas adecuadas que asignen un valor a las funciones naturales partiendo del costo de las alternativas tecnológicas para proveer la misma serie de bienes y servicios. Por lo tanto, el valor de las colinas, serranías y montañas y su potencial para el suministro de agua equivaldría al costo de las instalaciones técnicas que se requerirían para proveer la misma cantidad y calidad de agua.
Resulta bastante obvio que el daño implicado equivale a destruir una gigantesca instalación para el abastecimiento de agua. Reconocer el valor social y ecológico de un recurso conduce a su utilización equitativa y sostenible, en contraste, evaluar un recurso sólo en términos de su precio de mercado crea patrones de uso insostenible e injusto.
De acuerdo con lo expresado anteriormente, podemos darnos cuenta que uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible es asegurar la disponibilidad y la gestión disponible del agua y el sostenimiento para todos. Para 2030, se recomienda ampliar la cooperación internacional y el apoyo a la creación de capacidad a los países en desarrollo en programas y actividades relacionadas con el agua y el saneamiento, incluyendo la cosecha de agua, la desalinización, la eficiencia del agua, tratamientos de agua residuales, el reciclaje y la reutilización de tecnologías.
En estos Objetivos de Desarrollo Sostenible se recomienda también apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales para mejorar la gestión del agua y el saneamiento.
Por: Hernán Maestre Martínez.