Dios bendijo aquel momento, noche del cuatro de abril
I
Carmelo Morelli fue
hombre de noble virtud,
su niñez y juventud
se nutrieron en la fe.
De frente estuvo de pie
descubriendo su camino,
trabajó desde muy niño
con honradez y empeño;
la vida premia a los buenos
es un mandato divino.
II
Dios bendijo aquel momento,
noche del cuatro de abril
a media luz de un candil
alegría en el aposento,
milagro del nacimiento
de hermoso niño elegante,
su madre Sara radiante
con su sonrisa de estaño;
se cumplen ciento dos años
de ese instante fascinante.
III
Con el nombre de Carmelo
el niño fue bautizado.
En el trabajo fue honrado
y nunca detuvo el vuelo.
Ahora es un ángel del cielo
por sus bondades sinceras,
fue incansable en sus quimeras,
siempre supo cultivar
en el jardín de su hogar
racimos de primaveras.
IV
El tiempo con su carroza
es la nave terrenal;
en la Casa Celestial
viven las almas piadosas.
Ena Socarrás, su esposa
feliz con sus ocho hijos
y nietos, también testigos
de los premios de la vida;
linda familia querida
que Santo Eccehomo bendijo.
Por José Atuesta Mindiola
Dios bendijo aquel momento, noche del cuatro de abril
I
Carmelo Morelli fue
hombre de noble virtud,
su niñez y juventud
se nutrieron en la fe.
De frente estuvo de pie
descubriendo su camino,
trabajó desde muy niño
con honradez y empeño;
la vida premia a los buenos
es un mandato divino.
II
Dios bendijo aquel momento,
noche del cuatro de abril
a media luz de un candil
alegría en el aposento,
milagro del nacimiento
de hermoso niño elegante,
su madre Sara radiante
con su sonrisa de estaño;
se cumplen ciento dos años
de ese instante fascinante.
III
Con el nombre de Carmelo
el niño fue bautizado.
En el trabajo fue honrado
y nunca detuvo el vuelo.
Ahora es un ángel del cielo
por sus bondades sinceras,
fue incansable en sus quimeras,
siempre supo cultivar
en el jardín de su hogar
racimos de primaveras.
IV
El tiempo con su carroza
es la nave terrenal;
en la Casa Celestial
viven las almas piadosas.
Ena Socarrás, su esposa
feliz con sus ocho hijos
y nietos, también testigos
de los premios de la vida;
linda familia querida
que Santo Eccehomo bendijo.
Por José Atuesta Mindiola