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Editorial - 3 febrero, 2021

Volver al colegio II

La resistencia de profesores, en parte sindicalizados, importantes miembros de la comunidad de padres de familia, y el temor de los funcionarios, ha venido dilatando la urgente y necesaria presencia de los niños, y adolescentes, en los colegios.

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La resistencia de profesores, en parte sindicalizados, importantes miembros de la comunidad de padres de familia, y el temor de los funcionarios,  ha venido dilatando la urgente y necesaria presencia de los niños, y adolescentes, en los colegios. El 21 de enero en el editorial ‘Volver al Colegio’, insistimos en que era necesario dar ese paso no carente de riesgos pero mucho menores que los que estamos corriendo por dejar a los niños y jóvenes en casa, en el parque o en la calle deambulando.  A los pocos días el profesor Wasserman, el exrector de la Universidad Nacional, escribió una columna que tituló igual, Volver al Colegio (28 de enero, El Tiempo).

Por ser un tema de urgente consideración para las autoridades de educación, gobernador y alcaldes, reiteramos y traemos, a través del experto,  más argumentos.  Qué dice el profesor:

“En muchos países, el lema que se ha adoptado es que los colegios deben ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir”.

Ese axioma señala el criterio para definir los conflictos cuando se trata de atender variadas opiniones e intereses diversos,  pero que pueden complementarse,  frente al asunto. Veamos cómo continúa su disertación:

“Hay algunos hechos que eran claros al principio de la pandemia y hoy han sido reforzados con estudios contundentes. El peligro de contagio en los colegios es muy bajo y para los niños prácticamente nulo. Es posible manejar una presencialidad cautelosa (…) contrario de lo que algunos creen, los niños son disciplinados y colaboran.

…En los lugares con menor conectividad el contagio es bajo y las instituciones educativas son pequeñas y manejables.

Hay un innegable rezago en el proceso educativo y formativo. La cobertura de la red de datos es limitada. En las grandes ciudades puede ser del 60 % o menos, en las zonas rurales y rurales dispersas puede llegar a ser nula.

(…) El número de mujeres que han perdido sus trabajos por tener que cuidar a los niños es enorme, el aumento de la desocupación femenina triplicó el de la masculina. Para colmo, con la premisa de que se protege a los niños manteniéndolos en la casa muchos buscarán la calle, que sí es muy peligrosa. El Ministerio ha reportado ya más de 100.000 deserciones del estudio…

Tenemos que sincerarnos. Los datos del 2018 dicen que el 86 % de los maestros de primaria y el 90 % de los de secundaria tienen más de 45 años, y no hay evidencias de que hayan recibido formación en enseñanza virtual. En sus procesos formativos no adquirieron esa competencia (tampoco muchos entre los más jóvenes, hay que decirlo). La mayoría de los que usan el computador (muchos no lo hacen, no se sabe cuántos) utilizan programas limitados, que han sido diseñados para reuniones de trabajo o sociales, pero que están muy lejos de las sofisticadas y verdaderas plataformas educativas.

El impacto en el país va a ser grande, se va a notar dentro de unos años. Los jóvenes lo sienten ya. Me pregunto qué hubiera dicho la sociedad si el personal de salud, que tiene un riesgo inmensamente mayor que el de los educadores, hubiera declarado desobediencia civil y se hubiera negado a ir a los hospitales”.

Editorial
3 febrero, 2021

Volver al colegio II

La resistencia de profesores, en parte sindicalizados, importantes miembros de la comunidad de padres de familia, y el temor de los funcionarios, ha venido dilatando la urgente y necesaria presencia de los niños, y adolescentes, en los colegios.


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La resistencia de profesores, en parte sindicalizados, importantes miembros de la comunidad de padres de familia, y el temor de los funcionarios,  ha venido dilatando la urgente y necesaria presencia de los niños, y adolescentes, en los colegios. El 21 de enero en el editorial ‘Volver al Colegio’, insistimos en que era necesario dar ese paso no carente de riesgos pero mucho menores que los que estamos corriendo por dejar a los niños y jóvenes en casa, en el parque o en la calle deambulando.  A los pocos días el profesor Wasserman, el exrector de la Universidad Nacional, escribió una columna que tituló igual, Volver al Colegio (28 de enero, El Tiempo).

Por ser un tema de urgente consideración para las autoridades de educación, gobernador y alcaldes, reiteramos y traemos, a través del experto,  más argumentos.  Qué dice el profesor:

“En muchos países, el lema que se ha adoptado es que los colegios deben ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir”.

Ese axioma señala el criterio para definir los conflictos cuando se trata de atender variadas opiniones e intereses diversos,  pero que pueden complementarse,  frente al asunto. Veamos cómo continúa su disertación:

“Hay algunos hechos que eran claros al principio de la pandemia y hoy han sido reforzados con estudios contundentes. El peligro de contagio en los colegios es muy bajo y para los niños prácticamente nulo. Es posible manejar una presencialidad cautelosa (…) contrario de lo que algunos creen, los niños son disciplinados y colaboran.

…En los lugares con menor conectividad el contagio es bajo y las instituciones educativas son pequeñas y manejables.

Hay un innegable rezago en el proceso educativo y formativo. La cobertura de la red de datos es limitada. En las grandes ciudades puede ser del 60 % o menos, en las zonas rurales y rurales dispersas puede llegar a ser nula.

(…) El número de mujeres que han perdido sus trabajos por tener que cuidar a los niños es enorme, el aumento de la desocupación femenina triplicó el de la masculina. Para colmo, con la premisa de que se protege a los niños manteniéndolos en la casa muchos buscarán la calle, que sí es muy peligrosa. El Ministerio ha reportado ya más de 100.000 deserciones del estudio…

Tenemos que sincerarnos. Los datos del 2018 dicen que el 86 % de los maestros de primaria y el 90 % de los de secundaria tienen más de 45 años, y no hay evidencias de que hayan recibido formación en enseñanza virtual. En sus procesos formativos no adquirieron esa competencia (tampoco muchos entre los más jóvenes, hay que decirlo). La mayoría de los que usan el computador (muchos no lo hacen, no se sabe cuántos) utilizan programas limitados, que han sido diseñados para reuniones de trabajo o sociales, pero que están muy lejos de las sofisticadas y verdaderas plataformas educativas.

El impacto en el país va a ser grande, se va a notar dentro de unos años. Los jóvenes lo sienten ya. Me pregunto qué hubiera dicho la sociedad si el personal de salud, que tiene un riesgo inmensamente mayor que el de los educadores, hubiera declarado desobediencia civil y se hubiera negado a ir a los hospitales”.