¡Maldita sea! Dije mientras me levantaba del ya zarrapastroso edredón. Ha pasado el tiempo y siento como aún la miseria se apodera de mí.
¡Maldita sea! Dije mientras me levantaba del ya zarrapastroso edredón. Ha pasado el tiempo y siento como aún la miseria se apodera de mí. En esta desolada y triste habitación solo quedan los restos de las botellas de whisky que bebí para olvidarme de ti ¿cómo si eso fuese posible?.
Mi mente en un acto de traición se llena de recuerdos, de cosas que intente reprimir, cosas como el maldito último abrazo, el último beso, y el sexo perfecto.
Me había mantenido ebria para no recordar, pero ahora que todo el alcohol se había acabado y nuevamente me encontraba sobria las imágenes volvieron.
Comencé a tener recuerdos más claros, ya no era solo sexo lo que recordaba y acudió a mí la primera fecha “22 de octubre de 1887” vi tu cara en aquel bulevar, recordé como nos miramos, el buen rock que nos hizo acercar, pude recordar incluso la pasión con la que nos besamos vaya que época, pensé “15 de enero de 1888” para esa fecha ya teníamos algo más concreto, una relación aunque no muy feliz, pues éramos completamente opuestos pero eso sin duda era lo que me gustaba ¿sería yo una masoquista? me sobresalte ante esa pregunta, rato después poco a poco mi mente se llenó de más fechas, recordé peleas, incontables rupturas, días en los que sentía que podía olvidarme de ti ¿y qué importa si ahora intento recobrar mi vida y me dispongo netamente a eso? ¿qué importa si trato de olvidarte de algún escondido bar al otro lado de la ciudad?¿Qué importa si lleno mi cuerpo de más cuerpos que sean capaces de borrar tu aroma que se ha quedado impregnado en mi ser y que solo me va a hacer enloquecer? más de lo que ya estoy, dije con un hilo de voz.
Y aunque intente olvidarte sé que sabes cuánto te quise pues lo hice y no de esa forma burda en la que el querer suele ser proclamado. Yo te quise en medio de mis tormentas, en medio de las epifanías que me revelaban cuánto daño me harías. Hoy solo debo quererme a mí, dejar de embriagarme con lo amargo de tus recuerdos. Hoy solo debo abrir mis alas y volar lejos.
Por: Maryelys Carranza Correa – Instutición Educativa Bello Horizonte.
¡Maldita sea! Dije mientras me levantaba del ya zarrapastroso edredón. Ha pasado el tiempo y siento como aún la miseria se apodera de mí.
¡Maldita sea! Dije mientras me levantaba del ya zarrapastroso edredón. Ha pasado el tiempo y siento como aún la miseria se apodera de mí. En esta desolada y triste habitación solo quedan los restos de las botellas de whisky que bebí para olvidarme de ti ¿cómo si eso fuese posible?.
Mi mente en un acto de traición se llena de recuerdos, de cosas que intente reprimir, cosas como el maldito último abrazo, el último beso, y el sexo perfecto.
Me había mantenido ebria para no recordar, pero ahora que todo el alcohol se había acabado y nuevamente me encontraba sobria las imágenes volvieron.
Comencé a tener recuerdos más claros, ya no era solo sexo lo que recordaba y acudió a mí la primera fecha “22 de octubre de 1887” vi tu cara en aquel bulevar, recordé como nos miramos, el buen rock que nos hizo acercar, pude recordar incluso la pasión con la que nos besamos vaya que época, pensé “15 de enero de 1888” para esa fecha ya teníamos algo más concreto, una relación aunque no muy feliz, pues éramos completamente opuestos pero eso sin duda era lo que me gustaba ¿sería yo una masoquista? me sobresalte ante esa pregunta, rato después poco a poco mi mente se llenó de más fechas, recordé peleas, incontables rupturas, días en los que sentía que podía olvidarme de ti ¿y qué importa si ahora intento recobrar mi vida y me dispongo netamente a eso? ¿qué importa si trato de olvidarte de algún escondido bar al otro lado de la ciudad?¿Qué importa si lleno mi cuerpo de más cuerpos que sean capaces de borrar tu aroma que se ha quedado impregnado en mi ser y que solo me va a hacer enloquecer? más de lo que ya estoy, dije con un hilo de voz.
Y aunque intente olvidarte sé que sabes cuánto te quise pues lo hice y no de esa forma burda en la que el querer suele ser proclamado. Yo te quise en medio de mis tormentas, en medio de las epifanías que me revelaban cuánto daño me harías. Hoy solo debo quererme a mí, dejar de embriagarme con lo amargo de tus recuerdos. Hoy solo debo abrir mis alas y volar lejos.
Por: Maryelys Carranza Correa – Instutición Educativa Bello Horizonte.