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Columnista - 6 septiembre, 2013

Un país de Coyunturas

La biblia narra que por desobedecer a Dios el pueblo de Israel vivió como nómada durante 40 años en el desierto, desaprovechando la oportunidad de habitar un lugar que producía leche y miel.

Boton Wpp

Por Luis Elquis Díaz

La biblia narra que por desobedecer a Dios el pueblo de Israel vivió como nómada durante 40 años en el desierto, desaprovechando la oportunidad de habitar un lugar que producía leche y miel. 

Este paisaje bíblico tiene muchas similitudes con la historia de Colombia. El pueblo de Colombia durante 60 años ha convivido en un desierto social, carente de iniciativas,sin planificación,estructura y sin proyección;por lo tanto, las decisiones administrativas de cada periodo de tiempo responden a la coyuntura del momento.  

La coyuntura actual describe una situación que desembocó en el paro nacional, consecuencia histórica de un estado vacilante, desorientado y sin visión.

La responsabilidad de esta situación no es solo del presidente Juan Manuel Santos, sino compartida con todos los ex gobernantes que lo antecedieron.  

La crítica situación social y política con la que convive la nación nos acompaña desde el siglo XX. Nuestros gobernantes no lograron consolidar procesos armónicos,consecuentes con las ventajas comparativas y económicas de la  nación, en procura de alcanzar crecimientos económicos reales y desarrollo cualitativo. Estas prácticas inadecuadas,en consecuencia, no permitieron la madurez política y social de nuestra democracia. 

Tampoco comprendieron,pese a los intentos que la mejor manera para encarrilar al país era poniéndole fin al conflicto, con una perspectiva de hombres de estado y sin cálculos políticos.  Por esa razón la decisión osada, tal vez ingenua y sin cálculo político del presidente Juan Manuel Santos, dejara una huella indeleble en su vida, por creer que terminando con el conflicto se inicia la reconstrucción de la nación.

La iniciativa de los diálogos de paz se convirtió en el sepulcro de una decisión de buena fe, que solo ha causado impopularidad, desaprobación y el costo político tipificado en la imposibilidad de la reelección. 

El proceso que se adelanta en la habana es descalificado con razones jurídicas sustentables, no obstante, también tiene contradictores que amasan la coyuntura social con aspiraciones políticas en aras de condicionarlo favorablemente, con argumentos codiciosos anhelantes del poder para mantener vigentes escenarios de influencia.

Mientras el país no logre concebir la estructuración de la reconciliación, es muy probable que el ciclo vicioso se repita causando el mismo efecto con los problemas.

Y contemplaremos enfrentamientos dialecticos entre neoliberales y los que presumen que el país puede quedar en manos de comunistas o castro chavistas, soslayando que los errores no son por el sistema sino de sus dirigentes. 

Columnista
6 septiembre, 2013

Un país de Coyunturas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

La biblia narra que por desobedecer a Dios el pueblo de Israel vivió como nómada durante 40 años en el desierto, desaprovechando la oportunidad de habitar un lugar que producía leche y miel.


Por Luis Elquis Díaz

La biblia narra que por desobedecer a Dios el pueblo de Israel vivió como nómada durante 40 años en el desierto, desaprovechando la oportunidad de habitar un lugar que producía leche y miel. 

Este paisaje bíblico tiene muchas similitudes con la historia de Colombia. El pueblo de Colombia durante 60 años ha convivido en un desierto social, carente de iniciativas,sin planificación,estructura y sin proyección;por lo tanto, las decisiones administrativas de cada periodo de tiempo responden a la coyuntura del momento.  

La coyuntura actual describe una situación que desembocó en el paro nacional, consecuencia histórica de un estado vacilante, desorientado y sin visión.

La responsabilidad de esta situación no es solo del presidente Juan Manuel Santos, sino compartida con todos los ex gobernantes que lo antecedieron.  

La crítica situación social y política con la que convive la nación nos acompaña desde el siglo XX. Nuestros gobernantes no lograron consolidar procesos armónicos,consecuentes con las ventajas comparativas y económicas de la  nación, en procura de alcanzar crecimientos económicos reales y desarrollo cualitativo. Estas prácticas inadecuadas,en consecuencia, no permitieron la madurez política y social de nuestra democracia. 

Tampoco comprendieron,pese a los intentos que la mejor manera para encarrilar al país era poniéndole fin al conflicto, con una perspectiva de hombres de estado y sin cálculos políticos.  Por esa razón la decisión osada, tal vez ingenua y sin cálculo político del presidente Juan Manuel Santos, dejara una huella indeleble en su vida, por creer que terminando con el conflicto se inicia la reconstrucción de la nación.

La iniciativa de los diálogos de paz se convirtió en el sepulcro de una decisión de buena fe, que solo ha causado impopularidad, desaprobación y el costo político tipificado en la imposibilidad de la reelección. 

El proceso que se adelanta en la habana es descalificado con razones jurídicas sustentables, no obstante, también tiene contradictores que amasan la coyuntura social con aspiraciones políticas en aras de condicionarlo favorablemente, con argumentos codiciosos anhelantes del poder para mantener vigentes escenarios de influencia.

Mientras el país no logre concebir la estructuración de la reconciliación, es muy probable que el ciclo vicioso se repita causando el mismo efecto con los problemas.

Y contemplaremos enfrentamientos dialecticos entre neoliberales y los que presumen que el país puede quedar en manos de comunistas o castro chavistas, soslayando que los errores no son por el sistema sino de sus dirigentes.