No es la primera vez que pongo el grito en el cielo, no solo ha sido Silvestre el que ha colocado el dedo en la llaga con relación al Parque de la Leyenda.
El corazón no me mintió cuando la tarde del 24 de septiembre del 2018, la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, por mandato del Consejo de Estado, entregara oficialmente el Parque al Municipio de Valledupar en cabeza del exalcalde Augusto Ramírez “Tuto” Uhía. Mis lágrimas en ese momento no fueron de cocodrilo, presentía la debacle que sufriría el escenario más hermoso creado por iniciativa de Consuelo Araújo ‘La Cacica’ y un grupo de amigos entre los cuales me encontraba.
Ese maravilloso espacio diseñado para albergar, conservar, preservar y difundir la máxima expresión musical que se originó en el Antiguo Magdalena Grande, hoy es todo un monumento a la desidia, al abandono por parte de todos nosotros, especialmente de dos administraciones locales encabezadas por Augusto Ramírez ‘Tuto’ Uhía y el actual alcalde Mello Castro González, totalmente inoperantes al no darle la importancia a este lugar emblemático de la región hoy convertido en un “templo al abandono”. ¿Será que a estos dos alcaldes no se les podrá imputar un juicio de responsabilidad por el deterioro al patrimonio público?
Recuerdo como hoy cuando visitamos el parque en compañía del artista Carlos Vives para mostrarle el escenario donde se le rendiría su homenaje y salimos estupefactos al encontrar los baños deteriorados, las unidades de los aires acondicionados habían desaparecido por arte de magia, al igual que algunas vallas metálicas de cerramiento del parque. la estructura de la tarima, presentaba un franco deterioro y el monte se adueñaba de toda el área de parqueaderos. Hoy la lectura es peor, un lugar donde pastan los caballos de la policía montada, canchas abandonadas que construyeron para los Juegos Bolivarianos, en fin, un “cascarón vuelto m…”.
No es la primera vez que pongo el grito en el cielo, no solo ha sido Silvestre el que ha colocado el dedo en la llaga con relación al Parque de la Leyenda. Al alcalde actual se lo dije como vicepresidente de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata en la plaza Alfonso López años atrás, para que constituyera una Asociación Pública Privada, y salváramos el parque, le expresé el ejemplo del Movistar Arena de Bogotá, donde el Distrito Capital lo había entregado por licitación pública a unos asociados privados y hoy es un escenario donde se presentan mensualmente espectáculos generando excelentes dividendos a la economía distrital, reinvirtiéndolos en proyectos culturales para la ciudad. Eso es emprendimiento cultural mis queridos lectores y si lográramos constituir esa APP, estoy seguro que conseguiríamos excelentes resultados durante todo el año para beneficio de la región.
El Parque de la Leyenda Vallenata necesita de urgencia la elaboración de un Plan de Desarrollo cuyos indicadores deben ser incluidos y respetados a la hora de la propuesta para la constitución de esa APP. El Parque debe tener definido su diseño urbanístico y arquitectónico de sus 23 hectáreas con una hoja de ruta segura que garantice su futuro desarrollo evitando cualquier improvisación. Hoy por lo menos debería estar ese parque en cabeza de un gerente que conozca la industria cultural que mueve el mundo actual. Entre otras, el sector del entretenimiento lo conforman empresas o instituciones cuya actividad es la producción de cultura con una finalidad económica, fomentando el consumo de sus objetos culturales y nosotros los tenemos de sobra. (Centros Culturales, cine, teatro, música, danza, turismo ecológico, gastronomía, patrimonio arquitectónico, medios digitales, videojuegos etc…).
Este proceso debe estar acompañado del Gobierno nacional, departamental y local, lograr que nuestros congresistas lleven la iniciativa y conviertan en Ley de la República la creación de una Zona Especial de la Cultura Vallenata, que abarcaría el municipio de Valledupar, Pueblo Bello, La Paz, San Diego, Manaure, los municipios guajiros de La Jagua del Pilar, Urumita, Villanueva, San Juan del Cesar, El Molino y Fonseca, logrando un marco general para promover la industria cultural con incentivos tributarios, fiscales, arancelarios y de financiación para quienes deseen invertir del sector privado en esa área específica. De esta manera lograríamos constituir una cadena de eventos altamente beneficiosos para el desarrollo de la provincia.
Lo que acaba de realizar el artista Silvestre Dangond “El Festival Silvestrista” en la ciudad, es el ejemplo claro de promover el sector del entretenimiento, un suceso que utilizó todos los medios tecnológicos y creativos que brinda el mundo actual para mover la economía. Quedó demostrado que sí se pueden hacer eventos durante todo el año en Valledupar convirtiéndola en el “Disney World de la cultura Vallenata” como lo expresara Carlos Vives. Lecturas como estas son las que debemos tener en cuenta para no fracasar y el equipo de Silvestre nos puso, la plana bien alta.
amentablemente en el extraño mundo vallenato somos así, por un oído nos entra y por el otro nos sale. ¿Cuándo será el día en que la envidia y las rencillas que genera la politiquería criolla nos permitan crecer como debe ser? La CULTURA NO TIENE TINTE POLÍTICO, la música vallenata es la impronta que nos ha dado a conocer en el mundo, un diamante en bruto y la industria del entretenimiento sería lo ideal para impulsar el desarrollo.
El alcalde elegido, Ernesto Orozco, conoce el asunto, él sabe, porque ha estado de cerca con quienes nos gusta y defendemos la cultura vallenata y las acotaciones que hago no las echará en saco roto. Hay que salvar el Parque de la Leyenda y reorientar la política del emprendimiento cultural en aras de mejorar la economía de la región. Doctor Ernesto, no debemos dejar por fuera del tintero lo que representa Macondo para el mundo y Macondo es la provincia, debemos explotar la imagen de nuestro Nobel Gabriel García Márquez porque Cien años de soledad es un vallenato de 350 páginas. (*Vicepresidente Fundación Festival de la Leyenda Vallenata)
POR: *EFRAÍN QUINTERO MOLINA/ ESPECIAL PARA EL PILÓN
No es la primera vez que pongo el grito en el cielo, no solo ha sido Silvestre el que ha colocado el dedo en la llaga con relación al Parque de la Leyenda.
El corazón no me mintió cuando la tarde del 24 de septiembre del 2018, la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata, por mandato del Consejo de Estado, entregara oficialmente el Parque al Municipio de Valledupar en cabeza del exalcalde Augusto Ramírez “Tuto” Uhía. Mis lágrimas en ese momento no fueron de cocodrilo, presentía la debacle que sufriría el escenario más hermoso creado por iniciativa de Consuelo Araújo ‘La Cacica’ y un grupo de amigos entre los cuales me encontraba.
Ese maravilloso espacio diseñado para albergar, conservar, preservar y difundir la máxima expresión musical que se originó en el Antiguo Magdalena Grande, hoy es todo un monumento a la desidia, al abandono por parte de todos nosotros, especialmente de dos administraciones locales encabezadas por Augusto Ramírez ‘Tuto’ Uhía y el actual alcalde Mello Castro González, totalmente inoperantes al no darle la importancia a este lugar emblemático de la región hoy convertido en un “templo al abandono”. ¿Será que a estos dos alcaldes no se les podrá imputar un juicio de responsabilidad por el deterioro al patrimonio público?
Recuerdo como hoy cuando visitamos el parque en compañía del artista Carlos Vives para mostrarle el escenario donde se le rendiría su homenaje y salimos estupefactos al encontrar los baños deteriorados, las unidades de los aires acondicionados habían desaparecido por arte de magia, al igual que algunas vallas metálicas de cerramiento del parque. la estructura de la tarima, presentaba un franco deterioro y el monte se adueñaba de toda el área de parqueaderos. Hoy la lectura es peor, un lugar donde pastan los caballos de la policía montada, canchas abandonadas que construyeron para los Juegos Bolivarianos, en fin, un “cascarón vuelto m…”.
No es la primera vez que pongo el grito en el cielo, no solo ha sido Silvestre el que ha colocado el dedo en la llaga con relación al Parque de la Leyenda. Al alcalde actual se lo dije como vicepresidente de la Fundación del Festival de la Leyenda Vallenata en la plaza Alfonso López años atrás, para que constituyera una Asociación Pública Privada, y salváramos el parque, le expresé el ejemplo del Movistar Arena de Bogotá, donde el Distrito Capital lo había entregado por licitación pública a unos asociados privados y hoy es un escenario donde se presentan mensualmente espectáculos generando excelentes dividendos a la economía distrital, reinvirtiéndolos en proyectos culturales para la ciudad. Eso es emprendimiento cultural mis queridos lectores y si lográramos constituir esa APP, estoy seguro que conseguiríamos excelentes resultados durante todo el año para beneficio de la región.
El Parque de la Leyenda Vallenata necesita de urgencia la elaboración de un Plan de Desarrollo cuyos indicadores deben ser incluidos y respetados a la hora de la propuesta para la constitución de esa APP. El Parque debe tener definido su diseño urbanístico y arquitectónico de sus 23 hectáreas con una hoja de ruta segura que garantice su futuro desarrollo evitando cualquier improvisación. Hoy por lo menos debería estar ese parque en cabeza de un gerente que conozca la industria cultural que mueve el mundo actual. Entre otras, el sector del entretenimiento lo conforman empresas o instituciones cuya actividad es la producción de cultura con una finalidad económica, fomentando el consumo de sus objetos culturales y nosotros los tenemos de sobra. (Centros Culturales, cine, teatro, música, danza, turismo ecológico, gastronomía, patrimonio arquitectónico, medios digitales, videojuegos etc…).
Este proceso debe estar acompañado del Gobierno nacional, departamental y local, lograr que nuestros congresistas lleven la iniciativa y conviertan en Ley de la República la creación de una Zona Especial de la Cultura Vallenata, que abarcaría el municipio de Valledupar, Pueblo Bello, La Paz, San Diego, Manaure, los municipios guajiros de La Jagua del Pilar, Urumita, Villanueva, San Juan del Cesar, El Molino y Fonseca, logrando un marco general para promover la industria cultural con incentivos tributarios, fiscales, arancelarios y de financiación para quienes deseen invertir del sector privado en esa área específica. De esta manera lograríamos constituir una cadena de eventos altamente beneficiosos para el desarrollo de la provincia.
Lo que acaba de realizar el artista Silvestre Dangond “El Festival Silvestrista” en la ciudad, es el ejemplo claro de promover el sector del entretenimiento, un suceso que utilizó todos los medios tecnológicos y creativos que brinda el mundo actual para mover la economía. Quedó demostrado que sí se pueden hacer eventos durante todo el año en Valledupar convirtiéndola en el “Disney World de la cultura Vallenata” como lo expresara Carlos Vives. Lecturas como estas son las que debemos tener en cuenta para no fracasar y el equipo de Silvestre nos puso, la plana bien alta.
amentablemente en el extraño mundo vallenato somos así, por un oído nos entra y por el otro nos sale. ¿Cuándo será el día en que la envidia y las rencillas que genera la politiquería criolla nos permitan crecer como debe ser? La CULTURA NO TIENE TINTE POLÍTICO, la música vallenata es la impronta que nos ha dado a conocer en el mundo, un diamante en bruto y la industria del entretenimiento sería lo ideal para impulsar el desarrollo.
El alcalde elegido, Ernesto Orozco, conoce el asunto, él sabe, porque ha estado de cerca con quienes nos gusta y defendemos la cultura vallenata y las acotaciones que hago no las echará en saco roto. Hay que salvar el Parque de la Leyenda y reorientar la política del emprendimiento cultural en aras de mejorar la economía de la región. Doctor Ernesto, no debemos dejar por fuera del tintero lo que representa Macondo para el mundo y Macondo es la provincia, debemos explotar la imagen de nuestro Nobel Gabriel García Márquez porque Cien años de soledad es un vallenato de 350 páginas. (*Vicepresidente Fundación Festival de la Leyenda Vallenata)
POR: *EFRAÍN QUINTERO MOLINA/ ESPECIAL PARA EL PILÓN