Una de las principales virtudes que ha tenido el vallenato es la armonía existente entre la letra y la música. En sus inicios los juglares de los cantos de vaquería no le otorgaron tanta importancia a las letras y hubo cierta preponderancia de la melodía, con el tiempo este género se fue convirtiendo en un […]
Una de las principales virtudes que ha tenido el vallenato es la armonía existente entre la letra y la música. En sus inicios los juglares de los cantos de vaquería no le otorgaron tanta importancia a las letras y hubo cierta preponderancia de la melodía, con el tiempo este género se fue convirtiendo en un medio de comunicación con el que se llevaban noticias y se contaban historias. Cuando los compositores se percataron del papel que jugaba el vallenato entre los pueblos y las generaciones, empezaron a darle más importancia a las letras que a la música, sin descuidar esta última.
Es así como por allá entre las décadas de los cincuenta y los setenta se dieron muchos casos en los que letras de varias canciones llegaron a compartir una misma melodía e incluso se conocieron casos en los que canciones insignes de compositores muy importantes en el vallenato, compartían una misma música, y se controvirtió la verdadera autoría de la parte melódica de varias canciones. Se dio entre Rafael Escalona y Leandro Díaz; Alejo Durán y Luis Enrique Martínez, Calixto Ochoa y Alfredo Gutiérrez, entre otros.
Fue por esa época cuando se definió que en el vallenato debía prevalecer la letra sobre la música y a mi juicio esa decisión fue clave para que le compitiéramos al porro y a la cumbia que reinaban en el Caribe y donde la melodía tenía más peso. Recordemos que también por aquellos tiempos los boleros, rancheras, baladas, pasillos y guabinas, dependiendo de la región prevalecían en el gusto de los colombianos y todos estos últimos hacían un esfuerzo por competirle al merengue y a la salsa donde el ritmo y la música siempre han tendido más importancia que las letras.
El canto vallenato ganó importancia frente a la interpretación del acordeón y se pasó de un músico completo a las agrupaciones en las que se compartía el liderazgo entre el acordeonero y el cantante, caso los Hermanos Zuleta, Los Hermanos López y Jorge Oñate, Los Hermanos Meriño y Silvio Brito, Colacho Mendoza y Diomedes Díaz, por solo mencionar unos cuantos.
En mi criterio resulta paradójico que el mismo cantante del vallenato haya sido quien por el afán mercantilista y arrastrado por las compañías disqueras y los empresarios, quienes obviamente hacen prevalecer la música como mercancía ante su valor cultural y tradicional, los que hayan conducido al vallenato por el camino de darle prevalencia a lo rítmico y musical frente al contenido de las letras.
Por estas épocas hemos querido competir con el reguetón y con lo que llaman música popular con ese formato, desconociendo nuestra verdadera historia y es ese el error que nos tiene al borde de perder esta batalla.
COLOFÓN: Al conformarse la Junta Cívica del Folclor Vallenato en Valledupar, se unen esfuerzos públicos y privados en la gran causa de proteger nuestro tesoro cultural: El vallenato y nuestro festival.
Por Jorge Nain Ruiz
Una de las principales virtudes que ha tenido el vallenato es la armonía existente entre la letra y la música. En sus inicios los juglares de los cantos de vaquería no le otorgaron tanta importancia a las letras y hubo cierta preponderancia de la melodía, con el tiempo este género se fue convirtiendo en un […]
Una de las principales virtudes que ha tenido el vallenato es la armonía existente entre la letra y la música. En sus inicios los juglares de los cantos de vaquería no le otorgaron tanta importancia a las letras y hubo cierta preponderancia de la melodía, con el tiempo este género se fue convirtiendo en un medio de comunicación con el que se llevaban noticias y se contaban historias. Cuando los compositores se percataron del papel que jugaba el vallenato entre los pueblos y las generaciones, empezaron a darle más importancia a las letras que a la música, sin descuidar esta última.
Es así como por allá entre las décadas de los cincuenta y los setenta se dieron muchos casos en los que letras de varias canciones llegaron a compartir una misma melodía e incluso se conocieron casos en los que canciones insignes de compositores muy importantes en el vallenato, compartían una misma música, y se controvirtió la verdadera autoría de la parte melódica de varias canciones. Se dio entre Rafael Escalona y Leandro Díaz; Alejo Durán y Luis Enrique Martínez, Calixto Ochoa y Alfredo Gutiérrez, entre otros.
Fue por esa época cuando se definió que en el vallenato debía prevalecer la letra sobre la música y a mi juicio esa decisión fue clave para que le compitiéramos al porro y a la cumbia que reinaban en el Caribe y donde la melodía tenía más peso. Recordemos que también por aquellos tiempos los boleros, rancheras, baladas, pasillos y guabinas, dependiendo de la región prevalecían en el gusto de los colombianos y todos estos últimos hacían un esfuerzo por competirle al merengue y a la salsa donde el ritmo y la música siempre han tendido más importancia que las letras.
El canto vallenato ganó importancia frente a la interpretación del acordeón y se pasó de un músico completo a las agrupaciones en las que se compartía el liderazgo entre el acordeonero y el cantante, caso los Hermanos Zuleta, Los Hermanos López y Jorge Oñate, Los Hermanos Meriño y Silvio Brito, Colacho Mendoza y Diomedes Díaz, por solo mencionar unos cuantos.
En mi criterio resulta paradójico que el mismo cantante del vallenato haya sido quien por el afán mercantilista y arrastrado por las compañías disqueras y los empresarios, quienes obviamente hacen prevalecer la música como mercancía ante su valor cultural y tradicional, los que hayan conducido al vallenato por el camino de darle prevalencia a lo rítmico y musical frente al contenido de las letras.
Por estas épocas hemos querido competir con el reguetón y con lo que llaman música popular con ese formato, desconociendo nuestra verdadera historia y es ese el error que nos tiene al borde de perder esta batalla.
COLOFÓN: Al conformarse la Junta Cívica del Folclor Vallenato en Valledupar, se unen esfuerzos públicos y privados en la gran causa de proteger nuestro tesoro cultural: El vallenato y nuestro festival.
Por Jorge Nain Ruiz