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Columnista - 9 marzo, 2025

¿Qué carajos es la cultura?

El término tiene tantas definiciones como olas el mar.

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Si hay alguna cosa que mueve a la sociedad es la cultura, el término tiene tantas definiciones como olas el mar. El viejo maestro Emiliano Zuleta Baquero en su ofensa de gota fría le grita a Lorenzo Miguel, su compadre y contendor, en versos: qué cultura va a tener un negro yumeca como Lorenzo Morales, qué cultura va a tener, si nació en Los Cardonales. El lugar de nacimiento lo marcaba, ni siquiera su comportamiento, ni su nota clara y sabrosa, además que ya tenía el nombre de Moralitos por su tamaño. Mejor dicho, pequeño y, de ñapa, inculto, ¡qué desventaja ante el hombre grande que era Emiliano!
Hoy cuando la maravillosa Internet la tenemos entre los dedos, es fácil encontrar por montones falsos personajes haciendo alarde de su vasta cultura, que no pasa más de tres frases aprendidas de algún libro de superación personal que existen por montones y decir a boca llena que la culpa es de la vaca o las frases citables de la vieja revista Selecciones, incluso del almanaque Bristol que aparece cada enero con su color ladrillo de zanahoria antigua.


Entonces inician cualquier charla hablando de pizza napolitana como cualquier pizzaiolo, es decir, el mismo pizzero de la cuadra que aprendió a amasar hace apenas dos meses. Y suelta su fórmula con detalles y, de ñapa, amenaza con invitarte a su casa cualquier día de estos (nunca dicen un día fijo porque ellos mismos saben que en su casa ni derecho a entrar a la cocina tienen). Y ni para qué hablar de marca de carros, ni menos de fútbol, conozco muchos que se mueren por el Real Madrid o Barcelona y nunca han ido a Europa, ni creo que les alcance la vida, menos el dinero para conocer el viejo mundo que llaman los turistas.


Aquellos fanáticos de la política criolla que recuerdan grandes líderes inexistentes de tiempos pasados dicen que hoy vivimos revocaos en un merengue, que cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, más vale un burro que un gran profesor como dice el clásico tango. En el Valledupar de hoy existen varios movimientos con algunas ganas de hacer cultura, o al menos actos culturales, como la mayoría no tenemos ese bagaje podemos aburrirnos fácilmente en una tarde de piano o con el sonido de la joven orquesta filarmónica, ni para qué hablar de la llamada música clásica sea Beethoven, Vivaldi o Mozar, fallecidos hace 198, 284 y 234 años en su orden, es decir más de 200 años; como dice la gente de izquierda que nunca había gobernado el país, por siempre fueron los mismos.


Si bien es cierto que cada ciencia o arte tiene su propia jerga, aquí mezclamos cada cosa con un personaje real o inventado. Chipuco era aguatero, Francisco El Hombre acordeonero derrotador de diablos, Evangelista Triana el primer embustero de la ciudad y Joaco Guillén el más fiel amigo que pueda encontrarse en la región. Guillén tiene muchas etapas, conoció a Diomedes con meses de nacido hasta volverlo un ídolo, fue quien inventó el servicio de taxis por teléfono en la ciudad, mezcló los colores a su antojo, creando la palabra “ajoacada”, marca registrada de la moda vallenata y ahora es referente de gastronomía, cada día publica los que debemos desayunar o almorzar donde la yuca de “mi finquita” pone los ojos verdes, es recomendación de los superchefs criollos en la costa caribe. Creo es hora de inaugurar, con una estatua de Joaco como la de Alfredo Gutiérrez, Gustavo Gutiérrez y Omar Geles, en el gran museo vallenato, que cualquier día estrenaremos.


Hoy tenemos teatreros, pintores, cineastas, ecologistas, animalistas, libreros, periodistas creativos, creyentes y cretinos, animales políticos, expertos en PAE, Reyes del transporte escolar y unas bibliotecas sin nuevos libros hace años, a excepción de la desconocida Banrepública que tan buenos servicios presta, pero con poco público como debiera. Pero si quieren conocer sabios del vallenato, esperen el festival que viene, ahí llegan lo máximo en investigadores, es decir, los summa cumme laude de toda la vallenatía, junto a un ejército de embusteros y doctorados embaucadores. Estamos avisados, otro día hablamos de cultura, no queda espacio.

Por Edgardo Mendoza Guerra
Tiro de chorro

Columnista
9 marzo, 2025

¿Qué carajos es la cultura?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

El término tiene tantas definiciones como olas el mar.


Si hay alguna cosa que mueve a la sociedad es la cultura, el término tiene tantas definiciones como olas el mar. El viejo maestro Emiliano Zuleta Baquero en su ofensa de gota fría le grita a Lorenzo Miguel, su compadre y contendor, en versos: qué cultura va a tener un negro yumeca como Lorenzo Morales, qué cultura va a tener, si nació en Los Cardonales. El lugar de nacimiento lo marcaba, ni siquiera su comportamiento, ni su nota clara y sabrosa, además que ya tenía el nombre de Moralitos por su tamaño. Mejor dicho, pequeño y, de ñapa, inculto, ¡qué desventaja ante el hombre grande que era Emiliano!
Hoy cuando la maravillosa Internet la tenemos entre los dedos, es fácil encontrar por montones falsos personajes haciendo alarde de su vasta cultura, que no pasa más de tres frases aprendidas de algún libro de superación personal que existen por montones y decir a boca llena que la culpa es de la vaca o las frases citables de la vieja revista Selecciones, incluso del almanaque Bristol que aparece cada enero con su color ladrillo de zanahoria antigua.


Entonces inician cualquier charla hablando de pizza napolitana como cualquier pizzaiolo, es decir, el mismo pizzero de la cuadra que aprendió a amasar hace apenas dos meses. Y suelta su fórmula con detalles y, de ñapa, amenaza con invitarte a su casa cualquier día de estos (nunca dicen un día fijo porque ellos mismos saben que en su casa ni derecho a entrar a la cocina tienen). Y ni para qué hablar de marca de carros, ni menos de fútbol, conozco muchos que se mueren por el Real Madrid o Barcelona y nunca han ido a Europa, ni creo que les alcance la vida, menos el dinero para conocer el viejo mundo que llaman los turistas.


Aquellos fanáticos de la política criolla que recuerdan grandes líderes inexistentes de tiempos pasados dicen que hoy vivimos revocaos en un merengue, que cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, más vale un burro que un gran profesor como dice el clásico tango. En el Valledupar de hoy existen varios movimientos con algunas ganas de hacer cultura, o al menos actos culturales, como la mayoría no tenemos ese bagaje podemos aburrirnos fácilmente en una tarde de piano o con el sonido de la joven orquesta filarmónica, ni para qué hablar de la llamada música clásica sea Beethoven, Vivaldi o Mozar, fallecidos hace 198, 284 y 234 años en su orden, es decir más de 200 años; como dice la gente de izquierda que nunca había gobernado el país, por siempre fueron los mismos.


Si bien es cierto que cada ciencia o arte tiene su propia jerga, aquí mezclamos cada cosa con un personaje real o inventado. Chipuco era aguatero, Francisco El Hombre acordeonero derrotador de diablos, Evangelista Triana el primer embustero de la ciudad y Joaco Guillén el más fiel amigo que pueda encontrarse en la región. Guillén tiene muchas etapas, conoció a Diomedes con meses de nacido hasta volverlo un ídolo, fue quien inventó el servicio de taxis por teléfono en la ciudad, mezcló los colores a su antojo, creando la palabra “ajoacada”, marca registrada de la moda vallenata y ahora es referente de gastronomía, cada día publica los que debemos desayunar o almorzar donde la yuca de “mi finquita” pone los ojos verdes, es recomendación de los superchefs criollos en la costa caribe. Creo es hora de inaugurar, con una estatua de Joaco como la de Alfredo Gutiérrez, Gustavo Gutiérrez y Omar Geles, en el gran museo vallenato, que cualquier día estrenaremos.


Hoy tenemos teatreros, pintores, cineastas, ecologistas, animalistas, libreros, periodistas creativos, creyentes y cretinos, animales políticos, expertos en PAE, Reyes del transporte escolar y unas bibliotecas sin nuevos libros hace años, a excepción de la desconocida Banrepública que tan buenos servicios presta, pero con poco público como debiera. Pero si quieren conocer sabios del vallenato, esperen el festival que viene, ahí llegan lo máximo en investigadores, es decir, los summa cumme laude de toda la vallenatía, junto a un ejército de embusteros y doctorados embaucadores. Estamos avisados, otro día hablamos de cultura, no queda espacio.

Por Edgardo Mendoza Guerra
Tiro de chorro