En Colombia, el narcotráfico sigue siendo un tema sensible y a muchos les molestan los contenidos de este tipo porque dañan la imagen del país, pero no se puede tapar el sol con un dedo, hemos sido y seguimos siendo un país de narcos, eso es irrefutable.
Mucho se está hablando de la serie de Netflix protagonizada por la actriz barranquillera Sofía Vergara que recrea la vida de Griselda Blanco, una ambiciosa criminal también conocida como ‘La viuda negra’ y ‘La madrina de la coca’, quien inició la ruta del narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos y logró forjar un imperio en Miami en los años 70-80.
Dos vidas que convergen por la fatalidad de las drogas y la mafia: Griselda, por ser una mujer temible que se apoderó del tráfico de cocaína, un negocio que parece fácil, pero que después pasa la factura de cobro de la peor manera; esa sangrienta espiral de drogas, ambición y violencia la llevó a la cárcel y tiempo después, fue asesinada por sicarios.
Y Sofía, por duras realidades familiares que le marcaron la vida, afectada como muchos colombianos, de alguna u otra manera, por el cáncer del narcotráfico, ella lo vivió en carne propia con la muerte de su hermano Rafael Vergara ‘Comegato’, asesinado en 1995 en el norte de Barranquilla, según mis fuentes, por el narco Víctor Mejía Múnera, alias el Mellizo, en disputa por una mujer se fue a las manos con el narco, quien días después mandó a unos sicarios a asesinarlo.
Fue una trágica y muy dura noticia para la actriz, se trataba de su hermano querido, su cómplice de juventud, esto la obligó a salir hacia Estados Unidos con toda su familia. Incluso, tiempo después, Sofia contrató un investigador gringo para que esclareciera el caso, pero todo quedó a medias tintas.
También su padre, Julio Vergara, un ganadero oriundo de Fundación, Magdalena, fue secuestrado por otro narco, Salomón Camacho, socio de alias Caracol, aunque fue liberado después de negociaciones. Pero ahí no para la tragedia de Sofía con la droga, también la adicción de su otro hermano, Julio, quien ingresó al mundo de los estupefacientes y perdió el control, fue arrestado muchas veces y terminó deportado, hoy se desconoce su rumbo.
La miniserie, que en solo una semana logró más de 20 millones de reproducciones, desde mi punto de vista, es una producción muy bien lograda, seis capítulos en los se destacan el elenco actoral, las locaciones, el maquillaje, la fotografía y la publicidad, que me pareció muy buena, aunque ha despertado una gran polémica; y es que de eso se trata la publicidad, crear estrategias innovadoras para generar emociones diversas y lograr la mayor atención posible del público.
En Colombia, el narcotráfico sigue siendo un tema sensible y a muchos les molestan los contenidos de este tipo porque dañan la imagen del país, pero no se puede tapar el sol con un dedo, hemos sido y seguimos siendo un país de narcos, eso es irrefutable.
Aunque tengamos muchas otras potencialidades para resaltar como el folclor, los lugares mágicos, la gente, la biodiversidad y tantos temas que son orgullo, hoy en día, la coca sigue saliendo y tenemos cifras récord de cultivos, así que darnos golpes de pecho no nos queda, lo que se necesita es buscar alternativas para terminar con una guerra que lleva 50 años y cada día se ve más perdida.
Es una situación compleja que necesita un plan integral, el crimen organizado evoluciona y se perfecciona con nuevas herramientas tecnológicas y nuevos canales de distribución.
La actuación de Sofía Vergara merece un capítulo aparte, me quedó faltando el acento paisa de Griselda, pero es entendible la elección de un acento neutro. Sofía definitivamente era la indicada para este papel, nuestra talentosa barranquillera en su primer papel dramático deja ver una nueva faceta que ha recibido muchos elogios, merece además que se le reconozca la valentía de enfrentarse a un personaje que debió removerle tristes recuerdos, mirando ese pasado espinoso, pero que no se puede esconder y a pesar de todo lo sacó adelante.
“Conozco a esas personas, vivía rodeada de ellas, sé lo que hicieron, sé lo que ese tipo de negocio puede hacerle a una familia, a una persona, a un país”, declaró en una entrevista. En vez de considerar la serie como una apología al delito, es una gran oportunidad para que mucha gente en Colombia entienda que al narcotráfico hay que frenarlo de entrada, porque atrae e involucra, pero trae consigo drama y muchas tristezas.
JACOBO SOLANO C. / @JACOBOSOLANOC
En Colombia, el narcotráfico sigue siendo un tema sensible y a muchos les molestan los contenidos de este tipo porque dañan la imagen del país, pero no se puede tapar el sol con un dedo, hemos sido y seguimos siendo un país de narcos, eso es irrefutable.
Mucho se está hablando de la serie de Netflix protagonizada por la actriz barranquillera Sofía Vergara que recrea la vida de Griselda Blanco, una ambiciosa criminal también conocida como ‘La viuda negra’ y ‘La madrina de la coca’, quien inició la ruta del narcotráfico entre Colombia y Estados Unidos y logró forjar un imperio en Miami en los años 70-80.
Dos vidas que convergen por la fatalidad de las drogas y la mafia: Griselda, por ser una mujer temible que se apoderó del tráfico de cocaína, un negocio que parece fácil, pero que después pasa la factura de cobro de la peor manera; esa sangrienta espiral de drogas, ambición y violencia la llevó a la cárcel y tiempo después, fue asesinada por sicarios.
Y Sofía, por duras realidades familiares que le marcaron la vida, afectada como muchos colombianos, de alguna u otra manera, por el cáncer del narcotráfico, ella lo vivió en carne propia con la muerte de su hermano Rafael Vergara ‘Comegato’, asesinado en 1995 en el norte de Barranquilla, según mis fuentes, por el narco Víctor Mejía Múnera, alias el Mellizo, en disputa por una mujer se fue a las manos con el narco, quien días después mandó a unos sicarios a asesinarlo.
Fue una trágica y muy dura noticia para la actriz, se trataba de su hermano querido, su cómplice de juventud, esto la obligó a salir hacia Estados Unidos con toda su familia. Incluso, tiempo después, Sofia contrató un investigador gringo para que esclareciera el caso, pero todo quedó a medias tintas.
También su padre, Julio Vergara, un ganadero oriundo de Fundación, Magdalena, fue secuestrado por otro narco, Salomón Camacho, socio de alias Caracol, aunque fue liberado después de negociaciones. Pero ahí no para la tragedia de Sofía con la droga, también la adicción de su otro hermano, Julio, quien ingresó al mundo de los estupefacientes y perdió el control, fue arrestado muchas veces y terminó deportado, hoy se desconoce su rumbo.
La miniserie, que en solo una semana logró más de 20 millones de reproducciones, desde mi punto de vista, es una producción muy bien lograda, seis capítulos en los se destacan el elenco actoral, las locaciones, el maquillaje, la fotografía y la publicidad, que me pareció muy buena, aunque ha despertado una gran polémica; y es que de eso se trata la publicidad, crear estrategias innovadoras para generar emociones diversas y lograr la mayor atención posible del público.
En Colombia, el narcotráfico sigue siendo un tema sensible y a muchos les molestan los contenidos de este tipo porque dañan la imagen del país, pero no se puede tapar el sol con un dedo, hemos sido y seguimos siendo un país de narcos, eso es irrefutable.
Aunque tengamos muchas otras potencialidades para resaltar como el folclor, los lugares mágicos, la gente, la biodiversidad y tantos temas que son orgullo, hoy en día, la coca sigue saliendo y tenemos cifras récord de cultivos, así que darnos golpes de pecho no nos queda, lo que se necesita es buscar alternativas para terminar con una guerra que lleva 50 años y cada día se ve más perdida.
Es una situación compleja que necesita un plan integral, el crimen organizado evoluciona y se perfecciona con nuevas herramientas tecnológicas y nuevos canales de distribución.
La actuación de Sofía Vergara merece un capítulo aparte, me quedó faltando el acento paisa de Griselda, pero es entendible la elección de un acento neutro. Sofía definitivamente era la indicada para este papel, nuestra talentosa barranquillera en su primer papel dramático deja ver una nueva faceta que ha recibido muchos elogios, merece además que se le reconozca la valentía de enfrentarse a un personaje que debió removerle tristes recuerdos, mirando ese pasado espinoso, pero que no se puede esconder y a pesar de todo lo sacó adelante.
“Conozco a esas personas, vivía rodeada de ellas, sé lo que hicieron, sé lo que ese tipo de negocio puede hacerle a una familia, a una persona, a un país”, declaró en una entrevista. En vez de considerar la serie como una apología al delito, es una gran oportunidad para que mucha gente en Colombia entienda que al narcotráfico hay que frenarlo de entrada, porque atrae e involucra, pero trae consigo drama y muchas tristezas.
JACOBO SOLANO C. / @JACOBOSOLANOC