Más de ocho horas al día trabajan para mantener a sus familias. Hace más de 20 años se dedican al comercio independiente.
Pasadas las fiestas decembrinas, los ciudadanos poco a poco se reintegran a la cotidianidad de la rutina laboral, algunos más rápido que otros, como pudo EL PILÓN constatar en el Mercado Popular que según el gerente general, Jovani Santana Manosalva, “este 2020 inicia con una expectativa muy buena, los comerciantes tuvieron una venta extraordinaria este fin de año. Ya a partir del 7 de enero se normaliza todo lo que es frutas, verduras y carnes”.
El mercado maneja “un número considerable de compradores, entre cuatro mil a 5 mil millones de pesos en ventas a nivel general del mercado. El área suma un total de 824 locales que se dividen entre ventas de verduras, víveres, abarrotes, carnicería, quesería, cacharros y droguería”, explicó Santana.
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Entre los primeros siete días de enero, la mayoría de los comerciantes mantienen su local cerrado, unos para descansar y compartir con la familia y también recargar baterías de año nuevo. En porcentajes “un 80 % tiene su negocio cerrado, y un 20 % si están laborando. A partir del tres de enero se normaliza todo entre la plaza y mercado público”, informó a EL PILÓN el gerente Manosalva.
Entre los primeros días del año, algunos productos escasean. “Frutas, verduras y carnes, es lo que está escaso porque a nivel de Colombia en temas de transporte se reorganiza la carga pesada, por eso los suficientes rubros en la plaza y mercado”, especificó el gerente.
Los que visitan el mercado se benefician de los precios competitivos, pues al no haber una tasa de precio fijo, cada comerciante puede ‘negociar’ con el cliente la compra final.
En algunos casos, como EL PILÓN pudo presenciar, se rebaja hasta un 40 % el precio de un artículo o alimento, con la intención de lograr la venta pero también hacer que ese cliente vuelva a comprar al mismo comerciante de los 823 restantes.
Entre las frases que resuenan por los callejones del mercado, se escucha a todo pulmón: ‘Venga pa´ hacerle una buena oferta vecina’. Aquí la economía se vive día a día como dijo Manosalva, “el comerciante es libre de manejar sus propios precios de su local comercial”.
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Desde el inicio del mercado, hace 47 años, todos los días llegan al mercado diversos tipos de proveedores que generan la mercancía de cada local, el gerente del mercado, comentó: “Hay entre 100 a 150 empresas que nos distribuyen acá; empresas de nivel nacional y local”.
Entre los 824 comerciantes que ocupan el Mercado Popular hay algunos que destacan. “Entre 5 a 7 comerciantes están aquí desde el principio, son los pioneros. Se llamaban los pequeños comerciantes. En ese tiempo ellos arrancaron con frutas y verduras, hasta que el mercado fue creciendo con variedad de productos”, contó Manosalva.
Entre uno de los pasillos del mercado, hacia una zona de verduras, encontramos a Rafael Fuentes, conocido como el vendedor de limones, tiene tanto tiempo en el mercado que con solo preguntar: ¿Dónde está el que vende limón? Los comerciantes de inmediato lo identificaron.
El señor Fuentes tiene 65 años de los cuales lleva 40 trabajando en el mercado, proviene de Santander, cerca de Bucaramanga. Con ánimo y energía le contó a EL PILÓN que un tiempo después de inaugurado el Mercado Popular por el entonces gobernador ‘Pepe’ mudó de la plaza al Mercado.
Eran las 10:52 a.m., cuando inició su relato: “Yo empecé vendiendo tomate, queso y víveres; es decir, he trabajado una cantidad de cosas. Inicié con poco porque era muy difícil, o sea aquí no lo dejaban a uno entrar a trabajar con ese producto (el limón) pero las cosas se van emparejando”.
Fuentes se ha adaptado a los cambios del comercio, y fue variando lo que vende en función del comportamiento de los clientes: “Yo vendía queso y me di cuenta un día que compré un poquito de limón que llegó un señor y me lo compró. Fueron 100 limones, le gané más de lo que le ganaba como a tres kilos de queso, y era menos la inversión. Al otro día salí a ver dónde compraba limón, y me fui a donde era el parque el viajero y allá los compradores viejos no me dejaban comprar, pero los vendedores de la Vega me conocían y me vendieron”.
Con tono eufórico, explicó: “El limón lo compraba por el colegio La Sierra, de 21 hectáreas de limón yo sacaba 100 canastas diarias, y pues ahora casi no hay el producto; me envían el limón de San Roque, de Lebrijas Santander. En la ciénaga ya no compro porque lo acabó una plaga que se llama ‘dragón amarillo’. En este momento tengo 40 canastas, y estas las vendo rápido, porque no hay en otras partes. Los restaurantes son casi los que siempre compran”.
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Para poder encontrar el producto que le generara mejor ganancia, el señor Fuentes tardó 20 años, de los 40 que lleva en el ejercicio del comercio independiente.
“Del limón le di la universidad a mis cuatro hijos. Todos se graduaron. Yo trabajo todos los días, el único día que no lo hago es el Viernes Santo y primero de enero, porque se abre aquí”, concluyó Fuentes haciendo memoria a su gran esfuerzo; ocho horas trabaja, desde las 5 a.m., que abre hasta la 1:00 p.m. que cierra.
Por el área de la carnicería, caminamos hasta encontrar a otro de los vendedores con más trayectoria en el mercado. Su puesto de venta se ubica al lado de una las entradas.
Con mucha seguridad en sí mismo, Juan Jiménez Zapata le dijo al equipo de EL PILÓN: “Yo inauguré el mercado este”. Entre risas continúa su relato: “Ya yo vendía carne con mi papá en la Galería donde era el mercado viejo, en esa era yo tenía unos 14 años cuando empecé. Después yo venía al mercado con mi papá a ayudarlo a él, tipo tres de la mañana”.
“Mi día a día es levantarme a las dos de la mañana y venirme acá, desde hace 50 años que tengo de estar laborando. Hoy día tengo 72 años. Aquí uno llega y encuentra el ganado en canales o en la mesa, y uno empieza a colgarlo y hacer los cortes, limpio las carnes y se comienza a vender con la entrada al público a las 5:00 de la mañana. A una res se le sacan varios tipos de corte como lomo fino, fondo, batata, sobre barriga, uno va clasificando todo”, explicó Jiménez mientras sostenía una res.
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Con su trabajo diario y arduo ha sacado a su familia adelante. “Todos mis hijos los he mantenido con esto, ahora mismo tengo seis personas a mi cargo, pero mis hijos pronto se independizarán como es la ley de la vida”.
“Yo vendo en días de semana una res; fines de semana 2 reses. Siempre depende qué circunstancia traiga el día, si se me acaba mando a pedir al otro día la cantidad que calculamos se pueda vender. En números, yo tengo un promedio de 200 kilos de carnes diarios que vendo, desde las tres de mañana que uno entra, hasta las 12:00 o 1:00 del mediodía”.
Por: Daniela Minorta / EL PILÓN
[email protected]
Más de ocho horas al día trabajan para mantener a sus familias. Hace más de 20 años se dedican al comercio independiente.
Pasadas las fiestas decembrinas, los ciudadanos poco a poco se reintegran a la cotidianidad de la rutina laboral, algunos más rápido que otros, como pudo EL PILÓN constatar en el Mercado Popular que según el gerente general, Jovani Santana Manosalva, “este 2020 inicia con una expectativa muy buena, los comerciantes tuvieron una venta extraordinaria este fin de año. Ya a partir del 7 de enero se normaliza todo lo que es frutas, verduras y carnes”.
El mercado maneja “un número considerable de compradores, entre cuatro mil a 5 mil millones de pesos en ventas a nivel general del mercado. El área suma un total de 824 locales que se dividen entre ventas de verduras, víveres, abarrotes, carnicería, quesería, cacharros y droguería”, explicó Santana.
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Entre los primeros siete días de enero, la mayoría de los comerciantes mantienen su local cerrado, unos para descansar y compartir con la familia y también recargar baterías de año nuevo. En porcentajes “un 80 % tiene su negocio cerrado, y un 20 % si están laborando. A partir del tres de enero se normaliza todo entre la plaza y mercado público”, informó a EL PILÓN el gerente Manosalva.
Entre los primeros días del año, algunos productos escasean. “Frutas, verduras y carnes, es lo que está escaso porque a nivel de Colombia en temas de transporte se reorganiza la carga pesada, por eso los suficientes rubros en la plaza y mercado”, especificó el gerente.
Los que visitan el mercado se benefician de los precios competitivos, pues al no haber una tasa de precio fijo, cada comerciante puede ‘negociar’ con el cliente la compra final.
En algunos casos, como EL PILÓN pudo presenciar, se rebaja hasta un 40 % el precio de un artículo o alimento, con la intención de lograr la venta pero también hacer que ese cliente vuelva a comprar al mismo comerciante de los 823 restantes.
Entre las frases que resuenan por los callejones del mercado, se escucha a todo pulmón: ‘Venga pa´ hacerle una buena oferta vecina’. Aquí la economía se vive día a día como dijo Manosalva, “el comerciante es libre de manejar sus propios precios de su local comercial”.
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Desde el inicio del mercado, hace 47 años, todos los días llegan al mercado diversos tipos de proveedores que generan la mercancía de cada local, el gerente del mercado, comentó: “Hay entre 100 a 150 empresas que nos distribuyen acá; empresas de nivel nacional y local”.
Entre los 824 comerciantes que ocupan el Mercado Popular hay algunos que destacan. “Entre 5 a 7 comerciantes están aquí desde el principio, son los pioneros. Se llamaban los pequeños comerciantes. En ese tiempo ellos arrancaron con frutas y verduras, hasta que el mercado fue creciendo con variedad de productos”, contó Manosalva.
Entre uno de los pasillos del mercado, hacia una zona de verduras, encontramos a Rafael Fuentes, conocido como el vendedor de limones, tiene tanto tiempo en el mercado que con solo preguntar: ¿Dónde está el que vende limón? Los comerciantes de inmediato lo identificaron.
El señor Fuentes tiene 65 años de los cuales lleva 40 trabajando en el mercado, proviene de Santander, cerca de Bucaramanga. Con ánimo y energía le contó a EL PILÓN que un tiempo después de inaugurado el Mercado Popular por el entonces gobernador ‘Pepe’ mudó de la plaza al Mercado.
Eran las 10:52 a.m., cuando inició su relato: “Yo empecé vendiendo tomate, queso y víveres; es decir, he trabajado una cantidad de cosas. Inicié con poco porque era muy difícil, o sea aquí no lo dejaban a uno entrar a trabajar con ese producto (el limón) pero las cosas se van emparejando”.
Fuentes se ha adaptado a los cambios del comercio, y fue variando lo que vende en función del comportamiento de los clientes: “Yo vendía queso y me di cuenta un día que compré un poquito de limón que llegó un señor y me lo compró. Fueron 100 limones, le gané más de lo que le ganaba como a tres kilos de queso, y era menos la inversión. Al otro día salí a ver dónde compraba limón, y me fui a donde era el parque el viajero y allá los compradores viejos no me dejaban comprar, pero los vendedores de la Vega me conocían y me vendieron”.
Con tono eufórico, explicó: “El limón lo compraba por el colegio La Sierra, de 21 hectáreas de limón yo sacaba 100 canastas diarias, y pues ahora casi no hay el producto; me envían el limón de San Roque, de Lebrijas Santander. En la ciénaga ya no compro porque lo acabó una plaga que se llama ‘dragón amarillo’. En este momento tengo 40 canastas, y estas las vendo rápido, porque no hay en otras partes. Los restaurantes son casi los que siempre compran”.
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Para poder encontrar el producto que le generara mejor ganancia, el señor Fuentes tardó 20 años, de los 40 que lleva en el ejercicio del comercio independiente.
“Del limón le di la universidad a mis cuatro hijos. Todos se graduaron. Yo trabajo todos los días, el único día que no lo hago es el Viernes Santo y primero de enero, porque se abre aquí”, concluyó Fuentes haciendo memoria a su gran esfuerzo; ocho horas trabaja, desde las 5 a.m., que abre hasta la 1:00 p.m. que cierra.
Por el área de la carnicería, caminamos hasta encontrar a otro de los vendedores con más trayectoria en el mercado. Su puesto de venta se ubica al lado de una las entradas.
Con mucha seguridad en sí mismo, Juan Jiménez Zapata le dijo al equipo de EL PILÓN: “Yo inauguré el mercado este”. Entre risas continúa su relato: “Ya yo vendía carne con mi papá en la Galería donde era el mercado viejo, en esa era yo tenía unos 14 años cuando empecé. Después yo venía al mercado con mi papá a ayudarlo a él, tipo tres de la mañana”.
“Mi día a día es levantarme a las dos de la mañana y venirme acá, desde hace 50 años que tengo de estar laborando. Hoy día tengo 72 años. Aquí uno llega y encuentra el ganado en canales o en la mesa, y uno empieza a colgarlo y hacer los cortes, limpio las carnes y se comienza a vender con la entrada al público a las 5:00 de la mañana. A una res se le sacan varios tipos de corte como lomo fino, fondo, batata, sobre barriga, uno va clasificando todo”, explicó Jiménez mientras sostenía una res.
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Con su trabajo diario y arduo ha sacado a su familia adelante. “Todos mis hijos los he mantenido con esto, ahora mismo tengo seis personas a mi cargo, pero mis hijos pronto se independizarán como es la ley de la vida”.
“Yo vendo en días de semana una res; fines de semana 2 reses. Siempre depende qué circunstancia traiga el día, si se me acaba mando a pedir al otro día la cantidad que calculamos se pueda vender. En números, yo tengo un promedio de 200 kilos de carnes diarios que vendo, desde las tres de mañana que uno entra, hasta las 12:00 o 1:00 del mediodía”.
Por: Daniela Minorta / EL PILÓN
[email protected]