En los asentamientos distribuidos en la ciudad padecen altos índices de desnutrición infantil, bandas delincuenciales, carencia de los servicios públicos e incluso divisiones sociales en los predios invadidos.
En su mayoría, los asentamientos ilegales en la ciudad de Valledupar son focos de delincuencia común y pobreza. En medio de la falta de autoridad e incertidumbre legal se convierten en zonas rojas. Ejemplo, el año pasado en las invasiones de la margen derecha del río Guatapurí se registraron siete homicidios. La cifra más alta de todos los barrios de la ciudad.
Aunque para algunos es un negocio, muchos ciudadanos apuestan por vivir en estos territorios por la falta de recursos. Fany Martínez, madre cabeza de hogar de dos niños, aseveró que la principal causa por la que ella y algunos de sus conocidos decidieron invadir en Altos de Pimienta es porque fue la “única oportunidad para tener una casa”.
Es una constante en los testimonios de invasores que el número de niños por casa sea mayor a uno. De acuerdo con la trabajadora social, Gabriela Orozco, las familias en pobreza extrema son las más propensas a tener un alto número de infantes. “La pobreza se relaciona con la natalidad debido a la falta de educación sexual, planeación y metas de superación a largo plazo. Esto incide en una mayor promiscuidad porque desconocen los alcances”, explicó Orozco.
Lea también: Una nueva invasión se estaría gestando en Valledupar
En los últimos días a través de las redes sociales denunciaron la expansión de una nueva invasión en la ciudad de Valledupar, ubicada entre la urbanización Rafael Escalona y el conjunto cerrado Casas de la Pradera Uno. Progresivamente, los particulares se han adueñado del terreno cercando pequeños lotes con madera, bolsas de plástico y zinc, para luego, en algunos casos, venderlos.
A la par, crece otro asentamiento a 500 metros de la misma urbanización Rafael Escalona. En dicho predio las familias ya tienen edificaciones más estables. En marzo de 2020 eran 20 cambuches: actualmente hay más de 90 viviendas.
Entre otras razones, este fenómeno es el resultado o la consecuencia de los altos índices de pobreza en la ciudad. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadísticas, Dane, Valledupar es la quinta capital del país con mayor pobreza a corte del 2020. Con un 53,3 % es la tercera ciudad del Caribe con mayor rezago económico, detrás de Riohacha (57,1 %) y Santa Marta (55,1 %). El porcentaje para el 2019 era de 40,8 %, lo cual demuestra un incremento de 12,5 puntos porcentuales. Esta cifra evidencia, principalmente, el golpe de la pandemia provocada por el covid-19 y las restricciones implementadas para controlarlo.
El gerente de Camacol-Cesar, Hernán Felipe Araújo, señaló que la problemática de las invasiones debe ser tratada en un consejo extraordinario de seguridad donde se convoque, además de la administración municipal, a la Fiscalía “para darle captura a los carteles que están promoviendo las invasiones”.
“Nosotros le hemos planteado a la administración que revise los programas de vivienda social que tienen habilitados porque los constructores estamos en la disposición de ampliar esos programas y profundizar esa oferta para suplir la necesidad de aquellas personas que no tienen casa”, comentó Araujo.
Además, el líder gremial explicó que las invasiones representan un detrimento urbano porque ocupan las áreas de cesión destinadas a construir parques, granjas o cualquier tipo de espacio recreativo. El problema es que cuando no hay control sobre ellas se convierten “en tierras de nadie” y son invadidas.
No deje de leer: Un solo proponente para un proyecto de $138.817 millones, ¿por qué?
La historia demuestra que Valledupar ha crecido a partir de invasiones, con las consecuencias negativas que esto representa. Asentamientos humanos populares como Altos de Pimienta, Los Guasimales, Bello Horizonte, Brisas de la Popa, Las Mercedes y La Fe son algunos de los sectores de la ciudad invadidos en los que sus habitantes luchan por tener todos los servicios públicos de un barrio. Sin embargo, es casi imposible que las 30 invasiones que hay en la ciudad cuenten con dicho beneficio sin un proceso jurídico a gran escala.
En la búsqueda de formalizar esos asentamientos se titularán 1.500 predios invadidos en el departamento del Cesar. Ese alto número de predios invadidos representa la misma situación de pobreza que hay en Valledupar: el 24,8 % de la población vive en la pobreza extrema, lo que significa que aproximadamente 270.806 personas no cuentan con los recursos suficientes para alimentarse y tener una vivienda digna.
A pesar de que con la oficialización de algunos barrios subnormales los entes gubernamentales buscan disminuir las precarias condiciones de los invasores, un daño al ordenamiento urbanístico de los municipios es causado con la con la legalidad de algunos asentamientos. De acuerdo con el diseñador urbano Santander Beleño, las invasiones al no ser planeadas interrumpen la malla vial de la ciudad y rompen la debida estructura urbanística.
“Las invasiones de las décadas de los 60 y 70 fueron dirigidas por la Secretaría de Obras Públicas de ese momento. Se puede constatar que la trama vial del barrio Primero de Mayo, Las Tablitas y 12 de Octubre es perfecta. No se ven los laberintos que han propiciado los nuevos invasores en la ciudad”, argumentó el experto.
Precisó que en las invasiones alrededor del barrio Divino Niño y las cercanas al cerro La Popa, la trama vial es “extraña”. Los asentamientos que están próximos a la pista del Aeropuerto Alfonso López también han perjudicado el espacio para el tránsito de los vehículos y las calles se vuelven “un laberinto medieval” en el que el ciudadano no sabe a dónde llegará.
Según las autoridades, bandas delincuenciales tienen casas matrices en algunas invasiones de la ciudad. Por años los actos de violencia y hurto se han arraigado en esos asentamientos humanos que afectan, además, a los barrios que colindan con esos terrenos.
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Reportes de la Policía Nacional señalan que en lo corrido del año se han presentado siete homicidios en las invasiones Brisas de la Popa, Esperanza Oriente (margen derecha), Altos de Pimienta, Bello Horizonte y Singapur.
Además, el entorno de pobreza extrema facilita la propagación de negocios ilegales como única fuente de ingresos, el mayor ejemplo es el microtráfico, principal generador de violencia en Valledupar.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
En los asentamientos distribuidos en la ciudad padecen altos índices de desnutrición infantil, bandas delincuenciales, carencia de los servicios públicos e incluso divisiones sociales en los predios invadidos.
En su mayoría, los asentamientos ilegales en la ciudad de Valledupar son focos de delincuencia común y pobreza. En medio de la falta de autoridad e incertidumbre legal se convierten en zonas rojas. Ejemplo, el año pasado en las invasiones de la margen derecha del río Guatapurí se registraron siete homicidios. La cifra más alta de todos los barrios de la ciudad.
Aunque para algunos es un negocio, muchos ciudadanos apuestan por vivir en estos territorios por la falta de recursos. Fany Martínez, madre cabeza de hogar de dos niños, aseveró que la principal causa por la que ella y algunos de sus conocidos decidieron invadir en Altos de Pimienta es porque fue la “única oportunidad para tener una casa”.
Es una constante en los testimonios de invasores que el número de niños por casa sea mayor a uno. De acuerdo con la trabajadora social, Gabriela Orozco, las familias en pobreza extrema son las más propensas a tener un alto número de infantes. “La pobreza se relaciona con la natalidad debido a la falta de educación sexual, planeación y metas de superación a largo plazo. Esto incide en una mayor promiscuidad porque desconocen los alcances”, explicó Orozco.
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En los últimos días a través de las redes sociales denunciaron la expansión de una nueva invasión en la ciudad de Valledupar, ubicada entre la urbanización Rafael Escalona y el conjunto cerrado Casas de la Pradera Uno. Progresivamente, los particulares se han adueñado del terreno cercando pequeños lotes con madera, bolsas de plástico y zinc, para luego, en algunos casos, venderlos.
A la par, crece otro asentamiento a 500 metros de la misma urbanización Rafael Escalona. En dicho predio las familias ya tienen edificaciones más estables. En marzo de 2020 eran 20 cambuches: actualmente hay más de 90 viviendas.
Entre otras razones, este fenómeno es el resultado o la consecuencia de los altos índices de pobreza en la ciudad. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadísticas, Dane, Valledupar es la quinta capital del país con mayor pobreza a corte del 2020. Con un 53,3 % es la tercera ciudad del Caribe con mayor rezago económico, detrás de Riohacha (57,1 %) y Santa Marta (55,1 %). El porcentaje para el 2019 era de 40,8 %, lo cual demuestra un incremento de 12,5 puntos porcentuales. Esta cifra evidencia, principalmente, el golpe de la pandemia provocada por el covid-19 y las restricciones implementadas para controlarlo.
El gerente de Camacol-Cesar, Hernán Felipe Araújo, señaló que la problemática de las invasiones debe ser tratada en un consejo extraordinario de seguridad donde se convoque, además de la administración municipal, a la Fiscalía “para darle captura a los carteles que están promoviendo las invasiones”.
“Nosotros le hemos planteado a la administración que revise los programas de vivienda social que tienen habilitados porque los constructores estamos en la disposición de ampliar esos programas y profundizar esa oferta para suplir la necesidad de aquellas personas que no tienen casa”, comentó Araujo.
Además, el líder gremial explicó que las invasiones representan un detrimento urbano porque ocupan las áreas de cesión destinadas a construir parques, granjas o cualquier tipo de espacio recreativo. El problema es que cuando no hay control sobre ellas se convierten “en tierras de nadie” y son invadidas.
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La historia demuestra que Valledupar ha crecido a partir de invasiones, con las consecuencias negativas que esto representa. Asentamientos humanos populares como Altos de Pimienta, Los Guasimales, Bello Horizonte, Brisas de la Popa, Las Mercedes y La Fe son algunos de los sectores de la ciudad invadidos en los que sus habitantes luchan por tener todos los servicios públicos de un barrio. Sin embargo, es casi imposible que las 30 invasiones que hay en la ciudad cuenten con dicho beneficio sin un proceso jurídico a gran escala.
En la búsqueda de formalizar esos asentamientos se titularán 1.500 predios invadidos en el departamento del Cesar. Ese alto número de predios invadidos representa la misma situación de pobreza que hay en Valledupar: el 24,8 % de la población vive en la pobreza extrema, lo que significa que aproximadamente 270.806 personas no cuentan con los recursos suficientes para alimentarse y tener una vivienda digna.
A pesar de que con la oficialización de algunos barrios subnormales los entes gubernamentales buscan disminuir las precarias condiciones de los invasores, un daño al ordenamiento urbanístico de los municipios es causado con la con la legalidad de algunos asentamientos. De acuerdo con el diseñador urbano Santander Beleño, las invasiones al no ser planeadas interrumpen la malla vial de la ciudad y rompen la debida estructura urbanística.
“Las invasiones de las décadas de los 60 y 70 fueron dirigidas por la Secretaría de Obras Públicas de ese momento. Se puede constatar que la trama vial del barrio Primero de Mayo, Las Tablitas y 12 de Octubre es perfecta. No se ven los laberintos que han propiciado los nuevos invasores en la ciudad”, argumentó el experto.
Precisó que en las invasiones alrededor del barrio Divino Niño y las cercanas al cerro La Popa, la trama vial es “extraña”. Los asentamientos que están próximos a la pista del Aeropuerto Alfonso López también han perjudicado el espacio para el tránsito de los vehículos y las calles se vuelven “un laberinto medieval” en el que el ciudadano no sabe a dónde llegará.
Según las autoridades, bandas delincuenciales tienen casas matrices en algunas invasiones de la ciudad. Por años los actos de violencia y hurto se han arraigado en esos asentamientos humanos que afectan, además, a los barrios que colindan con esos terrenos.
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Reportes de la Policía Nacional señalan que en lo corrido del año se han presentado siete homicidios en las invasiones Brisas de la Popa, Esperanza Oriente (margen derecha), Altos de Pimienta, Bello Horizonte y Singapur.
Además, el entorno de pobreza extrema facilita la propagación de negocios ilegales como única fuente de ingresos, el mayor ejemplo es el microtráfico, principal generador de violencia en Valledupar.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN