Hoy la ciudad de Valledupar cumple 472 años de haber sido nombrada como el Valle de Upar por los invasores españoles, proceso que marcó el curso de la historia vallenata que este jueves conmemora su aniversario.
Cada 6 de enero, la capital del departamento del Cesar se engalana para conmemorar su fundación, la cual se dio luego de la popularidad que este territorio adquirió en los años de conquista española, lo que desencadenó que la población indígena chimila de este gran valle, a pesar de su lucha, se sometiera a las transformaciones de ese periodo de colonización.
En primer lugar, el concepto de ‘Valle de Upar’, hoy integrado al alma nacional, partió de los conquistadores cuando estos, al llegar por primera vez a este hermoso territorio oculto entre la Sierra Nevada de Santa Marta, la cordillera de Los Andes y el río Magdalena, resolvieron con absoluta espontaneidad darle el nombre de Upar, persona a quien conocieron como el máximo jerarca de la nación chimila de dicho valle. Así lo relata el historiador Tomás Darío Gutiérrez en su obra ‘Cultura Vallenata: origen, teorías y pruebas’.
Sin embargo, a este lugar también se le referenció como Valle de los Pocabuyes por la división de las comarcas en aquel entonces. Esa población caribe, según Gutiérrez, solo hasta mediados del siglo XX aceptó relaciones formales con la civilización, ya que anteriormente se opuso, con sangre, valentía y resistencia al amenazante colonizaje, donde las voluminosas montañas se convirtieron en una barrera infranqueable, incluso, hasta hace poco tiempo.
Superada la conquista, la autonomía de la ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar cobró mayor fuerza cuando se logró la separación de la antigua provincia de la Magdalena Grande, cuando se creó oficialmente el departamento del Cesar por iniciativa del parlamentario José Antonio Murgas.
Poco después, nació el Festival de la Leyenda Vallenata en 1968, gracias a la visión de Consuelo Araújo Noguera, Rafael Escalona y Alfonso López Michelsen, quienes creyeron en el potencial de las melodías y composiciones de los juglares que se movían de pueblo en pueblo cantando los hechos que eran noticia y que les generaban inspiraciones. Desde entonces, se impulsó una cultura musical que se ha convertido en el emblema folclórico de esta zona de la costa Caribe.
Sobre ello, el escritor sandiegano Celso Guerra Gutiérrez comentó que la música vallenata estaba rezagada a su entorno campesino, por eso “a nuestros acordeoneros no los querían en eventos sociales, sino que se preferían a las orquestas, por lo que las parrandas se hacían en los patios de las casas, con trago y comida, a veces de mala calidad, y de ahí partían a otros pueblos en las mismas condiciones”.
El locutor recordó que antes del impulso del vallenato, las disqueras no querían grabar dicha música, pero la gestión permitió la promoción de la música vallenata, que al expandirse, también divulgó las bondades de la ciudad de Valledupar y atrajo inversiones y el interés de muchos turistas por conocer la región del vallenato, más allá de la ganadería y la agricultura.
Es indudable el crecimiento poblacional que ha tenido Valledupar, como se ha simplificado su nombre. La extensión de este territorio es de 4.978 km2.
Respecto a los avances económicos, desde la administración señalaron que a pesar de la crisis sanitaria, los índices de desempleo y la informalidad registrada, hoy la ciudad cuenta con una ruta turística que está evolucionando.
Incluso, muchos sectores se están dinamizando porque la demanda de turistas está exigiendo actividades qué hacer, lugares donde ir, la contratación de grupos típicos vallenatos.
“Definitivamente el turismo es uno de nuestros polos de desarrollo, pero también debe impulsarse el empleo joven de la mano de las empresas que tengan puestos para personas entre 18 y 28 años, ya que esa población es una de las más afectadas”, dijo Emma Carrascal, secretaria de Desarrollo Económico.
Carrascal también afirmó que se deben apoyar a los miles de emprendedores que han tomado la valiente decisión de crear sus empresas, para que puedan formalizarse y generar mejores condiciones en el comercio de la ciudad.
Cabe recordar que según datos históricos, solo hasta la década cuarenta del siglo XX se pudo construir una vía que comunicara a esta región con el interior del país. Antes se viajaba en mula hasta Riohacha y de allí por el mar hasta Bocas de Ceniza.
Además del desempleo y la informalidad, una de las grandes falencias que tiene Valledupar en la actualidad es la inseguridad, un problema que ha crecido al mismo tiempo que la ciudad.
Sobre esto, el secretario de Gobierno, Luis Galvis, afirmó que para que las personas de otras zonas tengan la intención de venir a conocer estas tierras, y que los locales estén tranquilos, se debe tener un alto grado de seguridad, por eso, según el funcionario, “se está buscando que la fuerza pública cada vez sea más contundente y que logren hacer lo que les corresponde para turbar las acciones delictivas que se están cometiendo”.
Además, Galvis manifestó que el alto porcentaje de homicidios que se ha presentado en Valledupar se desprende, entre otras cosas, por la lucha de poderes entre las bandas que se dedican al tráfico y que han sido más de 30 las que se han desarticulado durante los últimos meses.
Finalmente, aunque este año no se realizará el concierto tradicional de celebración, la ciudadanía vallenata podrá participar de eventos deportivos y culturales realizados desde la administración municipal para mantener viva la memoria histórica y las tradiciones del Valle de Upar, una ciudad creativa y pujante que se destaca en el país.
POR ANDREA GUERRA PEÑA
@andreaguerraperiodista
Hoy la ciudad de Valledupar cumple 472 años de haber sido nombrada como el Valle de Upar por los invasores españoles, proceso que marcó el curso de la historia vallenata que este jueves conmemora su aniversario.
Cada 6 de enero, la capital del departamento del Cesar se engalana para conmemorar su fundación, la cual se dio luego de la popularidad que este territorio adquirió en los años de conquista española, lo que desencadenó que la población indígena chimila de este gran valle, a pesar de su lucha, se sometiera a las transformaciones de ese periodo de colonización.
En primer lugar, el concepto de ‘Valle de Upar’, hoy integrado al alma nacional, partió de los conquistadores cuando estos, al llegar por primera vez a este hermoso territorio oculto entre la Sierra Nevada de Santa Marta, la cordillera de Los Andes y el río Magdalena, resolvieron con absoluta espontaneidad darle el nombre de Upar, persona a quien conocieron como el máximo jerarca de la nación chimila de dicho valle. Así lo relata el historiador Tomás Darío Gutiérrez en su obra ‘Cultura Vallenata: origen, teorías y pruebas’.
Sin embargo, a este lugar también se le referenció como Valle de los Pocabuyes por la división de las comarcas en aquel entonces. Esa población caribe, según Gutiérrez, solo hasta mediados del siglo XX aceptó relaciones formales con la civilización, ya que anteriormente se opuso, con sangre, valentía y resistencia al amenazante colonizaje, donde las voluminosas montañas se convirtieron en una barrera infranqueable, incluso, hasta hace poco tiempo.
Superada la conquista, la autonomía de la ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar cobró mayor fuerza cuando se logró la separación de la antigua provincia de la Magdalena Grande, cuando se creó oficialmente el departamento del Cesar por iniciativa del parlamentario José Antonio Murgas.
Poco después, nació el Festival de la Leyenda Vallenata en 1968, gracias a la visión de Consuelo Araújo Noguera, Rafael Escalona y Alfonso López Michelsen, quienes creyeron en el potencial de las melodías y composiciones de los juglares que se movían de pueblo en pueblo cantando los hechos que eran noticia y que les generaban inspiraciones. Desde entonces, se impulsó una cultura musical que se ha convertido en el emblema folclórico de esta zona de la costa Caribe.
Sobre ello, el escritor sandiegano Celso Guerra Gutiérrez comentó que la música vallenata estaba rezagada a su entorno campesino, por eso “a nuestros acordeoneros no los querían en eventos sociales, sino que se preferían a las orquestas, por lo que las parrandas se hacían en los patios de las casas, con trago y comida, a veces de mala calidad, y de ahí partían a otros pueblos en las mismas condiciones”.
El locutor recordó que antes del impulso del vallenato, las disqueras no querían grabar dicha música, pero la gestión permitió la promoción de la música vallenata, que al expandirse, también divulgó las bondades de la ciudad de Valledupar y atrajo inversiones y el interés de muchos turistas por conocer la región del vallenato, más allá de la ganadería y la agricultura.
Es indudable el crecimiento poblacional que ha tenido Valledupar, como se ha simplificado su nombre. La extensión de este territorio es de 4.978 km2.
Respecto a los avances económicos, desde la administración señalaron que a pesar de la crisis sanitaria, los índices de desempleo y la informalidad registrada, hoy la ciudad cuenta con una ruta turística que está evolucionando.
Incluso, muchos sectores se están dinamizando porque la demanda de turistas está exigiendo actividades qué hacer, lugares donde ir, la contratación de grupos típicos vallenatos.
“Definitivamente el turismo es uno de nuestros polos de desarrollo, pero también debe impulsarse el empleo joven de la mano de las empresas que tengan puestos para personas entre 18 y 28 años, ya que esa población es una de las más afectadas”, dijo Emma Carrascal, secretaria de Desarrollo Económico.
Carrascal también afirmó que se deben apoyar a los miles de emprendedores que han tomado la valiente decisión de crear sus empresas, para que puedan formalizarse y generar mejores condiciones en el comercio de la ciudad.
Cabe recordar que según datos históricos, solo hasta la década cuarenta del siglo XX se pudo construir una vía que comunicara a esta región con el interior del país. Antes se viajaba en mula hasta Riohacha y de allí por el mar hasta Bocas de Ceniza.
Además del desempleo y la informalidad, una de las grandes falencias que tiene Valledupar en la actualidad es la inseguridad, un problema que ha crecido al mismo tiempo que la ciudad.
Sobre esto, el secretario de Gobierno, Luis Galvis, afirmó que para que las personas de otras zonas tengan la intención de venir a conocer estas tierras, y que los locales estén tranquilos, se debe tener un alto grado de seguridad, por eso, según el funcionario, “se está buscando que la fuerza pública cada vez sea más contundente y que logren hacer lo que les corresponde para turbar las acciones delictivas que se están cometiendo”.
Además, Galvis manifestó que el alto porcentaje de homicidios que se ha presentado en Valledupar se desprende, entre otras cosas, por la lucha de poderes entre las bandas que se dedican al tráfico y que han sido más de 30 las que se han desarticulado durante los últimos meses.
Finalmente, aunque este año no se realizará el concierto tradicional de celebración, la ciudadanía vallenata podrá participar de eventos deportivos y culturales realizados desde la administración municipal para mantener viva la memoria histórica y las tradiciones del Valle de Upar, una ciudad creativa y pujante que se destaca en el país.
POR ANDREA GUERRA PEÑA
@andreaguerraperiodista