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Columnista - 8 septiembre, 2022

Saber jugar las cartas

Un concepto cuyo contenido no sabemos todavía a qué sabe y cómo se cocina.

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El nuevo Gobierno no habla hoy de otra cosa que no sea la llamada “paz total”. Un concepto cuyo contenido no sabemos todavía a qué sabe y cómo se cocina. La paz que definió la elección presidencial del 2014 vuelve a estar en la prioridad de la agenda pública luego de haber estado en modo avión. Es una buena noticia pues no se puede lograr la justicia social y una democracia robusta sin terminar la guerra. Sin embargo, hasta el momento solo hay anuncios y poca claridad sobre el camino. 

Todavía no sabemos si “la paz total” es un tema numérico por el cual se va a negociar con todos los grupos armados o si se refiere a una paz más cualitativa donde el Estado garantice unos mínimos de bienes y servicios en territorios donde estos no existen. 

En todo caso, no hay mejor momento para buscar la paz con grupos armados con estatus político como el ELN que este donde un exguerrillero ostenta la jefatura de Estado. Es Petro la demostración de que la vía armada no es la vía para llegar al poder, al que se llega en democracia, a voto limpio. Y en eso el ELN debe estar claro de su fracaso por conseguir el poder. 

Sin embargo, sobre el tema hay varias cosas que llaman la atención. El primero de ellos es que hasta el momento hay una variedad de anuncios por parte del presidente y altos funcionarios sin una hoja de ruta clara, lo que puede dar lugar a la improvisación. El nuevo Gobierno debe saber que el ELN de hoy no es el mismo de hace 4 años que quiso negociar con Santos como lo dice un reciente informe de la Fundación Ideas para la Paz. Hoy es una guerrilla binacional, con un eje oriental muy fuerte en la frontera, que incluye el sur del Cesar bastante azotado. Y un eje pacífico en Chocó y Cauca un poco más mermado. 

Lo segundo es que parece que al Gobierno se le ha ido la mano hablando de concesiones a estos grupos como un cese al fuego bilateral que la ha ofrecido al ELN, la suspensión de operaciones ofensivas donde se identifique la posible presencia de menores de edad y revisar la extradición. No se sabe si es audacia o ingenuidad esos anuncios, pero corren el riesgo de salir mal. Y son anuncios que no resultan convenientes porque desde un comienzo, sin haber comenzado la partida de póker, el Gobierno está lanzando sus mejores cartas. 

¿Con qué herramientas de presión o disuasión queda el Estado?,¿qué garantiza que estos anuncios propicien el diálogo y no hagan más fuerte estos grupos? El otro día en el Colombiano leía: “los miembros de grupos criminales y terroristas—como las personas en general—responden a incentivos. El nuevo gobierno de Gustavo Petro ha realizado diversos anuncios de cambios en políticas públicas que parecen tener un elevado riesgo de generar incentivos perversos”. 

Por eso el Gobierno debe tener tacto y estrategia a la hora de invitar a los grupos armados y bandas criminales a negociar por los incentivos que esto puede generar. A los grupos armados se les sienta a negociar por una combinación de zanahoria y garrote. Difícilmente la sola zanahoria los hace negociar y por el contrario si puede quitarle poder de negociación al gobierno. El dialogo siempre debe ir acompañado de una política de seguridad robusta que le cumpla a quienes cumplen y persiga a quienes incumplen. 

Respecto a otros grupos al margen de la ley de carácter ordinario, se habla de un sometimiento a la justicia con la posibilidad de reducir sus penas privativas de la libertad a cambio de abandonar sus actividades ilícitas. Otro chicharrón grande. Estos grupos mueven ríos de dinero fruto de economías ilícitas como el narcotráfico y la minería. No sé si estén dispuestos a dejar esas pulposas rentas para irse a la cárcel. 

No es un panorama nada fácil, habrá que esperar la llamada “ley de orden público” que expida el Gobierno Nacional que le permitirá explorar estos pasos. Ojalá la política de paz sea concreta, con objetivos alcanzables y cuente con voluntad política y presupuestal. Una parte de la paz es la desmovilización y otra es la construcción de Estado con inversión social. En todo caso, el camino que elija el gobierno para buscar una paz siempre imperfecta, con críticas o no, contara con mi apoyo. 

Adenda: en columna pasada había hablado de los impresentables que llegaban al Congreso como era el caso del sinvergüenza de Alex Florez del Pacto Histórico. Un tipo de prontuario que solo por ser el amigo de Daniel Quintero tuvo puesto asegurado en la lista al Senado. Tarde que temprano el país iba a conocer la joyita que es y así fue. 

Twitter: @IvanLozanoba

Columnista
8 septiembre, 2022

Saber jugar las cartas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Iván Lozano

Un concepto cuyo contenido no sabemos todavía a qué sabe y cómo se cocina.


El nuevo Gobierno no habla hoy de otra cosa que no sea la llamada “paz total”. Un concepto cuyo contenido no sabemos todavía a qué sabe y cómo se cocina. La paz que definió la elección presidencial del 2014 vuelve a estar en la prioridad de la agenda pública luego de haber estado en modo avión. Es una buena noticia pues no se puede lograr la justicia social y una democracia robusta sin terminar la guerra. Sin embargo, hasta el momento solo hay anuncios y poca claridad sobre el camino. 

Todavía no sabemos si “la paz total” es un tema numérico por el cual se va a negociar con todos los grupos armados o si se refiere a una paz más cualitativa donde el Estado garantice unos mínimos de bienes y servicios en territorios donde estos no existen. 

En todo caso, no hay mejor momento para buscar la paz con grupos armados con estatus político como el ELN que este donde un exguerrillero ostenta la jefatura de Estado. Es Petro la demostración de que la vía armada no es la vía para llegar al poder, al que se llega en democracia, a voto limpio. Y en eso el ELN debe estar claro de su fracaso por conseguir el poder. 

Sin embargo, sobre el tema hay varias cosas que llaman la atención. El primero de ellos es que hasta el momento hay una variedad de anuncios por parte del presidente y altos funcionarios sin una hoja de ruta clara, lo que puede dar lugar a la improvisación. El nuevo Gobierno debe saber que el ELN de hoy no es el mismo de hace 4 años que quiso negociar con Santos como lo dice un reciente informe de la Fundación Ideas para la Paz. Hoy es una guerrilla binacional, con un eje oriental muy fuerte en la frontera, que incluye el sur del Cesar bastante azotado. Y un eje pacífico en Chocó y Cauca un poco más mermado. 

Lo segundo es que parece que al Gobierno se le ha ido la mano hablando de concesiones a estos grupos como un cese al fuego bilateral que la ha ofrecido al ELN, la suspensión de operaciones ofensivas donde se identifique la posible presencia de menores de edad y revisar la extradición. No se sabe si es audacia o ingenuidad esos anuncios, pero corren el riesgo de salir mal. Y son anuncios que no resultan convenientes porque desde un comienzo, sin haber comenzado la partida de póker, el Gobierno está lanzando sus mejores cartas. 

¿Con qué herramientas de presión o disuasión queda el Estado?,¿qué garantiza que estos anuncios propicien el diálogo y no hagan más fuerte estos grupos? El otro día en el Colombiano leía: “los miembros de grupos criminales y terroristas—como las personas en general—responden a incentivos. El nuevo gobierno de Gustavo Petro ha realizado diversos anuncios de cambios en políticas públicas que parecen tener un elevado riesgo de generar incentivos perversos”. 

Por eso el Gobierno debe tener tacto y estrategia a la hora de invitar a los grupos armados y bandas criminales a negociar por los incentivos que esto puede generar. A los grupos armados se les sienta a negociar por una combinación de zanahoria y garrote. Difícilmente la sola zanahoria los hace negociar y por el contrario si puede quitarle poder de negociación al gobierno. El dialogo siempre debe ir acompañado de una política de seguridad robusta que le cumpla a quienes cumplen y persiga a quienes incumplen. 

Respecto a otros grupos al margen de la ley de carácter ordinario, se habla de un sometimiento a la justicia con la posibilidad de reducir sus penas privativas de la libertad a cambio de abandonar sus actividades ilícitas. Otro chicharrón grande. Estos grupos mueven ríos de dinero fruto de economías ilícitas como el narcotráfico y la minería. No sé si estén dispuestos a dejar esas pulposas rentas para irse a la cárcel. 

No es un panorama nada fácil, habrá que esperar la llamada “ley de orden público” que expida el Gobierno Nacional que le permitirá explorar estos pasos. Ojalá la política de paz sea concreta, con objetivos alcanzables y cuente con voluntad política y presupuestal. Una parte de la paz es la desmovilización y otra es la construcción de Estado con inversión social. En todo caso, el camino que elija el gobierno para buscar una paz siempre imperfecta, con críticas o no, contara con mi apoyo. 

Adenda: en columna pasada había hablado de los impresentables que llegaban al Congreso como era el caso del sinvergüenza de Alex Florez del Pacto Histórico. Un tipo de prontuario que solo por ser el amigo de Daniel Quintero tuvo puesto asegurado en la lista al Senado. Tarde que temprano el país iba a conocer la joyita que es y así fue. 

Twitter: @IvanLozanoba