Hace unas pocas horas sostuve una grata conversación, un ameno encuentro con un señor, un hombre de discernimiento y de palabra sabia, Hernando Riaño Baute, ‘el Kuky’; ese personaje que habla con tono mesurado y profundidad de conocimiento.
Hablamos de todo un poco, incluso de lo que a veces no se puede hablar: personajes que han marcado una historia sentida en nuestro valle del alma, de los que siguen siendo incidentes en nuestro deambular. Hablamos de Evafe, de las mujeres que con su acordeón y su canto han marcado una pauta y sobresalen a nivel nacional e internacional; de Wendy Corzo, ‘la soberana del acordeón’; de Isabel Sofía Picón, ‘la ocañera de oro’; y de Rita Fernández, ‘la juglaresa’, como la bautizara Jacobo Solano.
Y es aquí donde me quiero detener: Rita Fernández Padilla, una mujer que nos ha puesto a cantar ‘Sombras perdidas’ en innumerables ocasiones, que nos dijo que hay un valle que lleva dentro, porque, a pesar de ser samaria, se siente muy vallenata.
“¿Hacia dónde va la vida? ¿Hacia dónde sopla el viento? Van perdiendo los caminos, cambiaron los sentimientos. Hacia donde el sol alumbre, hacia donde sople el viento, cantaré con mil latidos, el valle que llevo dentro”.
“Cambió el color de la esperanza por el temor de las traiciones, rayo de luz en la distancia se interrumpió por ambiciones. Siempre mi vallenato se expresa puro en el sentimiento, ese que calma las heridas, mata el dolor y el sufrimiento… ¿Hacia dónde va la vida? ¿Hacia dónde sopla el viento? Van perdiendo los caminos del valle que llevo dentro”.
Rita Fernández es esa mujer que nos llenó de Valledupar con un himno que marca la nostalgia de nuestros ancestros, de nuestro río fresco y cristalino, de nuestros aborígenes, de esa gente de idiosincrasia pura que defiende sus tradiciones, nuestro suelo: ese suelo de emporio y de riquezas.
“De la serranía se oye un acordeón y una melodía del más puro amor. Si en la noche triste sientes mi canción, ese es el reflejo de mi gran amor. Aunque esté muy lejos, siempre soñaré, y de tu recuerdo de amor yo viviré. Y si estoy contigo, ¿qué más pediré? De todas las penas así me olvidaré”.
Y entendemos que Rita Fernández merece todos los honores; merece más que un reconocimiento, ser exaltada como una mujer que ha dado su vida en función de un folclor bonito que ha trascendido a diferentes rincones del mundo. Ella, con su voz universitaria, ha dignificado la música vallenata desde ese sentir femenino: “Yo no tengo más que darte, tenía el corazón y ya te lo entregué”.
En medio de la lluvia y con el sabor de un café cargado de nostalgia, ‘Kuky’ se da cuenta de que Sandra lo está llamando. Hace rato salió y ella se preocupa por su amado. Decidimos suspender la conversación; queda pendiente una nueva. Así será. Mientras tanto, esta nota es un homenaje a Rita Fernández Padilla, nuestra juglaresa.
Ella se sabe amada, y nosotros, como vallenatos, así lo sentimos. ¿Cierto, Lucía Margarita? En Puerto Rico también la llevan en el corazón. Rita se merece lo mejor; Omaira Herrera así lo certifica. Sólo Eso.
Por: Eduardo Santos Ortega Vergara.











