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Columnista - 27 diciembre, 2023

Por los que se van y los que se han ido

Vemos que en agonía se extingue otro año calendario, otro tiempo, que inventado por los hombres, se aleja aferrado al recuerdo desafiando el olvido.

Boton Wpp

Por Jairo Mejìa.

Vemos que en agonía se extingue otro año calendario, otro tiempo, que inventado por los hombres, se aleja aferrado al recuerdo desafiando el olvido.

Otro año que se toma de la mano a uno que nace con la esperanza que haya sueños que se cumplan o se olviden las tristezas y aunque haya dejado cicatrices se mantengan vivos los recuerdos. Culmina inevitablemente otro ciclo solar, por denominarlo de otra manera, y muchas cosas han pasado; algunas nos han gustado, otras, de las cuales ni siquiera nos hemos enterado, y quizás unas que nos han enfrentado a la tristeza y a la nostalgia.

Hace poco estuve en el campo y al respirar profundamente pude sentir el olor a flores esparcido en el ambiente, en la lejanía se mecían algunas y parecían dispensar aromas y fragancias agradables al olfato que al llegar a nuestras narices transformaba los otros sentidos asociándolos con cosas bellas. ¡Qué delicia! Expresé. Mi acompañante sonrió y me dijo que el olor de las flores es el único que se puede interpretar de diferentes maneras dependiendo el lugar y la ocasión en donde se perciba. 

La verdad, no había pensado nunca en lo que acababa de decir y como si hubiera digerido e interpretado con una rapidez asombrosa sus palabras, reflexioné sobre la certeza de las mismas.

El olor a flores no solo anuncia la llegada de la primavera o la estancia en un jardín, sino, igualmente, la despedida de la vida y la llegada de la muerte. 

Parece paradójico que algo tan agradable a los sentidos, ese dulce aroma, también triture el alma. Pero, de igual manera, quizás ese bálsamo al olfato, mitiga de alguna forma el quebrado corazón de aquellos que rodean y acompañan a los que aún se quedan o nos quedamos en el mundo de los vivos.

Liao Yiwu, un poeta, músico y escritor chino escribió hace algunos años varios relatos que caben perfectos en el género que conocemos como Realismo Mágico. Este escritor en uno de sus relatos ‘El paseante de cadáveres’, independiente a la historia fantástica que se teje en ella, nos enseña que muchos andamos en la vida paseando cadáveres (de toda especie), ocultándolos de los demás, algunos por necesidad, otros por intereses. 

El consejo, quizás, es enfrentar la nostalgia y decidir en la calma si nos conviene aferrarnos a la esperanza o sepultar del todo nuestros cadáveres y nuestras tristezas, claro está, aunque se considere otra cosa, los recuerdos siempre estarán. Hoy, alguien nos hace falta y deseamos que retorne, así como anhelamos que algún día de este año vuelva, ya sea para que se repita una y mil veces o para que no suceda lo que en él sucedió. Nuestras mentes evocan los que se han ido, nuestros recuerdos nos permiten escuchar las voces y hasta los susurros en grito de los que se van, así como las situaciones que se han ido y que tal vez no volverán. 

Despedir nos cuesta, tanto que no vemos lo que nace a nuestro lado o lo que llega sino hasta después de algún tiempo que va esparciendo olvido sobre los recuerdos que luchan por vivir. Ya muchos hemos mirado de frente a los que amamos y seguimos tan embelesados que no nos atrevemos a dejar de mirarnos para poder, al contrario, andar tomados de la mano mirando hacia el frente, hacia ese futuro que se nos muestra, que apenas nace como el sol, independiente del punto cardinal de donde lo haga. 

Abracemos igual nuestra nostalgia y con un soplo de nuestra vida ayudémosla a esparcirse en el pasado reservando algo del recuerdo que la mantenga alejada del olvido, pero no permitamos que nos afecte en el futuro, que la soñemos como algo que se va y lo que se ha ido, que sea ella la que nos abra las nuevas puertas de un año que en la distancia se apresura a aparecer, que como un recién nacido anhelemos alegrías más que llanto, porque aunque llegue, si seguimos tomados de la mano mirando hacia el frente, el viento de amor que se avecina y nos dé en el rostro secará rápidamente las lágrimas venideras y esparcirá nuestras risas como el aroma de las flores evocando amor y nacimiento aunque haya despedida. Feliz Año, queridos lectores.        

Columnista
27 diciembre, 2023

Por los que se van y los que se han ido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Mejía Cuello

Vemos que en agonía se extingue otro año calendario, otro tiempo, que inventado por los hombres, se aleja aferrado al recuerdo desafiando el olvido.


Por Jairo Mejìa.

Vemos que en agonía se extingue otro año calendario, otro tiempo, que inventado por los hombres, se aleja aferrado al recuerdo desafiando el olvido.

Otro año que se toma de la mano a uno que nace con la esperanza que haya sueños que se cumplan o se olviden las tristezas y aunque haya dejado cicatrices se mantengan vivos los recuerdos. Culmina inevitablemente otro ciclo solar, por denominarlo de otra manera, y muchas cosas han pasado; algunas nos han gustado, otras, de las cuales ni siquiera nos hemos enterado, y quizás unas que nos han enfrentado a la tristeza y a la nostalgia.

Hace poco estuve en el campo y al respirar profundamente pude sentir el olor a flores esparcido en el ambiente, en la lejanía se mecían algunas y parecían dispensar aromas y fragancias agradables al olfato que al llegar a nuestras narices transformaba los otros sentidos asociándolos con cosas bellas. ¡Qué delicia! Expresé. Mi acompañante sonrió y me dijo que el olor de las flores es el único que se puede interpretar de diferentes maneras dependiendo el lugar y la ocasión en donde se perciba. 

La verdad, no había pensado nunca en lo que acababa de decir y como si hubiera digerido e interpretado con una rapidez asombrosa sus palabras, reflexioné sobre la certeza de las mismas.

El olor a flores no solo anuncia la llegada de la primavera o la estancia en un jardín, sino, igualmente, la despedida de la vida y la llegada de la muerte. 

Parece paradójico que algo tan agradable a los sentidos, ese dulce aroma, también triture el alma. Pero, de igual manera, quizás ese bálsamo al olfato, mitiga de alguna forma el quebrado corazón de aquellos que rodean y acompañan a los que aún se quedan o nos quedamos en el mundo de los vivos.

Liao Yiwu, un poeta, músico y escritor chino escribió hace algunos años varios relatos que caben perfectos en el género que conocemos como Realismo Mágico. Este escritor en uno de sus relatos ‘El paseante de cadáveres’, independiente a la historia fantástica que se teje en ella, nos enseña que muchos andamos en la vida paseando cadáveres (de toda especie), ocultándolos de los demás, algunos por necesidad, otros por intereses. 

El consejo, quizás, es enfrentar la nostalgia y decidir en la calma si nos conviene aferrarnos a la esperanza o sepultar del todo nuestros cadáveres y nuestras tristezas, claro está, aunque se considere otra cosa, los recuerdos siempre estarán. Hoy, alguien nos hace falta y deseamos que retorne, así como anhelamos que algún día de este año vuelva, ya sea para que se repita una y mil veces o para que no suceda lo que en él sucedió. Nuestras mentes evocan los que se han ido, nuestros recuerdos nos permiten escuchar las voces y hasta los susurros en grito de los que se van, así como las situaciones que se han ido y que tal vez no volverán. 

Despedir nos cuesta, tanto que no vemos lo que nace a nuestro lado o lo que llega sino hasta después de algún tiempo que va esparciendo olvido sobre los recuerdos que luchan por vivir. Ya muchos hemos mirado de frente a los que amamos y seguimos tan embelesados que no nos atrevemos a dejar de mirarnos para poder, al contrario, andar tomados de la mano mirando hacia el frente, hacia ese futuro que se nos muestra, que apenas nace como el sol, independiente del punto cardinal de donde lo haga. 

Abracemos igual nuestra nostalgia y con un soplo de nuestra vida ayudémosla a esparcirse en el pasado reservando algo del recuerdo que la mantenga alejada del olvido, pero no permitamos que nos afecte en el futuro, que la soñemos como algo que se va y lo que se ha ido, que sea ella la que nos abra las nuevas puertas de un año que en la distancia se apresura a aparecer, que como un recién nacido anhelemos alegrías más que llanto, porque aunque llegue, si seguimos tomados de la mano mirando hacia el frente, el viento de amor que se avecina y nos dé en el rostro secará rápidamente las lágrimas venideras y esparcirá nuestras risas como el aroma de las flores evocando amor y nacimiento aunque haya despedida. Feliz Año, queridos lectores.