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La vida no vale nada

“Allí se apuesta la vida y se respeta al que gana; allí en mi León Guanajuato la vida no vale nada”. De las canciones mejicanas siempre nos quedarán importantes reflexiones.

Fausto Cotes, columnista de EL PILÓN.

Fausto Cotes, columnista de EL PILÓN.

Por: Fausto

@el_pilon

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“Allí se apuesta la vida y se respeta al que gana; allí en mi León Guanajuato la vida no vale nada”. De las canciones mejicanas siempre nos quedarán importantes reflexiones.

Aquí en nuestro medio también se apuesta la vida y no solo se respeta al que gana, sino que lo exaltamos con los máximos honores destinados para la gente que, con dignidad y patriotismo, ha defendido el desarrollo político, social y económico de esta patria de horrores cotidianos propiciados por esos falsos líderes disfrazados de benefactores de la sociedad que les rodea.

“No vale nada la vida, comienza siempre llorando y así llorando se acaba”, y en especial cuando se trunca un destino en personas que albergan esperanzas para un mundo mejor.

¿Qué queremos decir cuando expresamos que la vida no vale nada?

Cuando decimos que “la vida no vale nada”, generalmente expresamos una sensación de desesperanza, desencanto o resignación frente a la realidad. Esta frase puede tener múltiples interpretaciones dependiendo del contexto emocional, social o filosófico en el que se use.

En un contexto personal, puede reflejar una profunda tristeza, el sentimiento de que la existencia carece de propósito o valor. Este pensamiento surge cuando alguien atraviesa momentos difíciles, como pérdidas, fracasos o situaciones de sufrimiento que hacen que todo parezca insignificante.

En un contexto social, la frase suele denunciar la falta de respeto por la vida humana en sociedades marcadas por la violencia, la injusticia o la desigualdad. Se utiliza para señalar cómo, en ciertos entornos, la vida parece ser tratada como desechable, ya sea por la indiferencia de las autoridades, la brutalidad de los conflictos o la falta de oportunidades que condena a millones.

No busco que se interprete esta expresión como una visión nihilista, donde se cuestiona el sentido último de la existencia como si esta no valiera nada, sin significado, sin propósito. Sin embargo, esta misma perspectiva puede abrir puertas para construir un significado propio, reconociendo que, si la vida no tiene un valor intrínseco, depende de nosotros darle sentido.

No matarás, lo dice el quinto mandamiento de la ley De Dios, pero en el momento de promulgarlo el hombre entendió todo lo contrario que como un grito de angustia negaba a una invitación para reflexionar sobre el valor que otorgamos a nuestra existencia y a la de los demás.

La vida vale mucho, es la filosofía natural; respetar la vida como don natural sin dejar de recordar que para morir hay tiempo suficiente, es más que revestirse de dignidad humana, por eso basta en estar de acuerdo con las emociones y los sentimientos, pero bajo la espiritualidad del pensamiento.

La vida es un viaje lleno de emociones y es necesario detenerse por un momento en cada estación y observar con cuidado todo lo que no parezca tener significado, pues allí es donde está la verdadera esencia de la existencia y, por consiguiente, el verdadero valor de vivir y su debido respeto por vivir al lado de todo lo que nos rodea.

Por: Fausto Cotes N.

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