Las aspiraciones de Juan De Dios Rodríguez hicieron que a su corta edad incursionara en el mundo del entretenimiento y el negocio de los carros. Su madre, Ángela María Zuñiga, relató a EL PILÓN cómo el joven avanzó en ese proceso y cómo vivió sus últimas horas de vida.
El ‘principio’ del fin de Juan De Dios Rodríguez Zuñiga empezó en un restaurante donde fue a cenar con su pareja sentimental. Ellos estaban sentados en una mesa ubicada en la vía pública. La zona es transcurrida, puesto que es conocida en Valledupar como ‘La Bomba de Ava’ y tiene varios puestos de comida. Aun así, ese motivo no frenó las intenciones de dos hombres armados que abruptamente irrumpieron la tranquilidad del lugar.
Uno de ellos llegó a la mesa de Juan de Dios y con una mano cruzada debajo de la otra le apuntó con arma de fuego. “Juan se levantó de la silla, como él medía 1,90 de estatura y era acuerpado el tipo se asombró y suelta el tiro que fue letal”, expresó Ángela María Zuñiga, madre de la víctima.
El pistolero emprendió la huida junto con un cómplice en motocicleta. Al mismo tiempo, Juan de Dios alcanzó a caminar unos cuantos pasos y se desplomó ante la mirada estupefacta de la comunidad que salió a auxiliarlo.
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El caos y angustia quedó registrado en una cámara de teléfono celular. Los patrulleros de la Policía Nacional lo llevaron en el vehículo institucional a la Clínica Santa Isabel, donde no pudieron hacer nada para salvarlo del disparo que sufrió en el abdomen.
Mientras tanto, del otro lado de la ciudad sonó un celular que vaticinó la tragedia a la madre de la víctima. Se trataba de la novia de Juan de Dios, pidiéndole que por favor fuera al centro asistencial porque “algo muy feo había sucedido”. No le dijo nada directamente, pero la mujer presintió algo muy fuerte.
Ese mismo presentimiento quizá también lo sintió Máximo, uno de los dos perros de raza Pitbull que el joven tenía como mascota en su lugar de residencia en Valledupar. Esa noche el animal, que comúnmente es inquieto, estaba en total silencio y de repente tiró contra la pared su plato de comida.
“Iba con la esperanza que mi hijo estuviera mal, pero no muerto. Cuando llegué pregunté que dónde estaba, entré y en la sala de reanimación había una persona, que no supe si era enfermera o médico, pero me dijo que estaba muerto. El mundo se me derrumbó”, recordó la mujer.
Juan De Dios Rodríguez tenía una promisoria carrera como empresario, modelo y fisiculturista. Con tan solo con 25 años de edad había logrado construir su propio negocio de comercializadora de vehículos llamado ‘CarsMáximo’ en la capital del Cesar.
Todos los días trabajaba enfocado en ampliarlo, tal como lo venía haciendo desde que le surgió la idea en años anteriores en la ciudad de Riohacha, La Guajira, donde nació.
“Le dije que sacáramos un carro para que pudiera ayudarse y entre los dos lo pagáramos. Él estudiaba ingeniería industrial en la universidad de La Guajira, no terminó la carrera por el amor a los carros. Conoció a unos amigos que tenían un negocio de vehículos en Riohacha y ahí empezó. En ese momento vendió el carro y después no tenía uno sino dos. Comenzó con el mundo de las ventas, trabajando dignamente”, acotó la madre del fallecido.
Esa pasión la combinaba con el ejercicio y su interés en el modelaje. Por eso, ingresó a una academia con la que participó en el concurso de Míster Guajira. Su dedicación, carisma y esfuerzo permitió que saliera victorioso en el concurso para representar el departamento para el periodo 2016 -2017.
“Él empacó una ‘maleta’ de sueños y tenía buenas amistades que le abrieron puertas. Se vino a Valledupar, vivió en Villa Olga, alquiló un local y comenzó con tres carros; yo le pagaba su pensión, pensando en que no dejara de estudiar, pero el negocio de vehículos es absorbente y se enfocó en ese proyecto de vida”, explicó Zuñiga, quien es trabajadora social y también se vino a vivir a la capital cesarense.
La creatividad de Juan De Dios en el mundo del comercio era evidente. Por ejemplo, en pleno confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus, las ventas se estancaron y eso lo llevó a reivindicarse con otra idea de negocio: la venta de implementos deportivos para hacer ejercicios en casa.
A este lo llamó ‘Sport Máximo’, una palabra con la que se encontraba obsesionado porque consideraba que ‘todo debía hacerlo al máximo y bien’.
Los móviles son materia de investigación. Sin embargo, la primera línea investigativa apuntó a que se trató de un intento de hurto, una versión que todavía no convence.
“Inicialmente partimos de la hipótesis de hurto, pero no descartamos otras dos que estamos valorando con inteligencia e investigación judicial”, manifestó el coronel Jesús Manuel de los Reyes Valencia, comandante de Policía Cesar.
Hasta ahora las autoridades cuentan con las entrevistas entregadas por los testigos presenciales y las cámaras de seguridad de la zona.
“Ya se están verificando las cámaras del sector y se maneja una información que nos permitiría identificar a uno de estos dos sujetos”, puntualizó de los Reyes Valencia.
Mientras tanto, el misterio e incertidumbre rodea a la familia, la cual dijo no reconocer de algún peligro que se cerniera sobre los hombros del joven. Él llevaba una vida aparentemente normal, de hecho horas antes del crimen fue al gimnasio en la mañana, hizo diligencias personales y tras salir de un taller se reunió con la novia.
“Hay una ley y una justicia divina en la que Dios no da por inocente al culpable. Mi hijo no le hizo daño a nadie. Jamás recibió una amenaza. Llegaba hasta la una de la mañana y transitaba normal, si tuviera problemas no hubiese andado así. Enemigos tampoco porque no hacía cosas malas ni le debía a nadie, una persona con problema no exhibe su vida como él lo hacía; si se tomaba un café lo publicaba enseguida y sabían dónde estaba”, finalizó Ángela María Zuñiga.
Las aspiraciones de Juan De Dios Rodríguez hicieron que a su corta edad incursionara en el mundo del entretenimiento y el negocio de los carros. Su madre, Ángela María Zuñiga, relató a EL PILÓN cómo el joven avanzó en ese proceso y cómo vivió sus últimas horas de vida.
El ‘principio’ del fin de Juan De Dios Rodríguez Zuñiga empezó en un restaurante donde fue a cenar con su pareja sentimental. Ellos estaban sentados en una mesa ubicada en la vía pública. La zona es transcurrida, puesto que es conocida en Valledupar como ‘La Bomba de Ava’ y tiene varios puestos de comida. Aun así, ese motivo no frenó las intenciones de dos hombres armados que abruptamente irrumpieron la tranquilidad del lugar.
Uno de ellos llegó a la mesa de Juan de Dios y con una mano cruzada debajo de la otra le apuntó con arma de fuego. “Juan se levantó de la silla, como él medía 1,90 de estatura y era acuerpado el tipo se asombró y suelta el tiro que fue letal”, expresó Ángela María Zuñiga, madre de la víctima.
El pistolero emprendió la huida junto con un cómplice en motocicleta. Al mismo tiempo, Juan de Dios alcanzó a caminar unos cuantos pasos y se desplomó ante la mirada estupefacta de la comunidad que salió a auxiliarlo.
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El caos y angustia quedó registrado en una cámara de teléfono celular. Los patrulleros de la Policía Nacional lo llevaron en el vehículo institucional a la Clínica Santa Isabel, donde no pudieron hacer nada para salvarlo del disparo que sufrió en el abdomen.
Mientras tanto, del otro lado de la ciudad sonó un celular que vaticinó la tragedia a la madre de la víctima. Se trataba de la novia de Juan de Dios, pidiéndole que por favor fuera al centro asistencial porque “algo muy feo había sucedido”. No le dijo nada directamente, pero la mujer presintió algo muy fuerte.
Ese mismo presentimiento quizá también lo sintió Máximo, uno de los dos perros de raza Pitbull que el joven tenía como mascota en su lugar de residencia en Valledupar. Esa noche el animal, que comúnmente es inquieto, estaba en total silencio y de repente tiró contra la pared su plato de comida.
“Iba con la esperanza que mi hijo estuviera mal, pero no muerto. Cuando llegué pregunté que dónde estaba, entré y en la sala de reanimación había una persona, que no supe si era enfermera o médico, pero me dijo que estaba muerto. El mundo se me derrumbó”, recordó la mujer.
Juan De Dios Rodríguez tenía una promisoria carrera como empresario, modelo y fisiculturista. Con tan solo con 25 años de edad había logrado construir su propio negocio de comercializadora de vehículos llamado ‘CarsMáximo’ en la capital del Cesar.
Todos los días trabajaba enfocado en ampliarlo, tal como lo venía haciendo desde que le surgió la idea en años anteriores en la ciudad de Riohacha, La Guajira, donde nació.
“Le dije que sacáramos un carro para que pudiera ayudarse y entre los dos lo pagáramos. Él estudiaba ingeniería industrial en la universidad de La Guajira, no terminó la carrera por el amor a los carros. Conoció a unos amigos que tenían un negocio de vehículos en Riohacha y ahí empezó. En ese momento vendió el carro y después no tenía uno sino dos. Comenzó con el mundo de las ventas, trabajando dignamente”, acotó la madre del fallecido.
Esa pasión la combinaba con el ejercicio y su interés en el modelaje. Por eso, ingresó a una academia con la que participó en el concurso de Míster Guajira. Su dedicación, carisma y esfuerzo permitió que saliera victorioso en el concurso para representar el departamento para el periodo 2016 -2017.
“Él empacó una ‘maleta’ de sueños y tenía buenas amistades que le abrieron puertas. Se vino a Valledupar, vivió en Villa Olga, alquiló un local y comenzó con tres carros; yo le pagaba su pensión, pensando en que no dejara de estudiar, pero el negocio de vehículos es absorbente y se enfocó en ese proyecto de vida”, explicó Zuñiga, quien es trabajadora social y también se vino a vivir a la capital cesarense.
La creatividad de Juan De Dios en el mundo del comercio era evidente. Por ejemplo, en pleno confinamiento provocado por la pandemia del coronavirus, las ventas se estancaron y eso lo llevó a reivindicarse con otra idea de negocio: la venta de implementos deportivos para hacer ejercicios en casa.
A este lo llamó ‘Sport Máximo’, una palabra con la que se encontraba obsesionado porque consideraba que ‘todo debía hacerlo al máximo y bien’.
Los móviles son materia de investigación. Sin embargo, la primera línea investigativa apuntó a que se trató de un intento de hurto, una versión que todavía no convence.
“Inicialmente partimos de la hipótesis de hurto, pero no descartamos otras dos que estamos valorando con inteligencia e investigación judicial”, manifestó el coronel Jesús Manuel de los Reyes Valencia, comandante de Policía Cesar.
Hasta ahora las autoridades cuentan con las entrevistas entregadas por los testigos presenciales y las cámaras de seguridad de la zona.
“Ya se están verificando las cámaras del sector y se maneja una información que nos permitiría identificar a uno de estos dos sujetos”, puntualizó de los Reyes Valencia.
Mientras tanto, el misterio e incertidumbre rodea a la familia, la cual dijo no reconocer de algún peligro que se cerniera sobre los hombros del joven. Él llevaba una vida aparentemente normal, de hecho horas antes del crimen fue al gimnasio en la mañana, hizo diligencias personales y tras salir de un taller se reunió con la novia.
“Hay una ley y una justicia divina en la que Dios no da por inocente al culpable. Mi hijo no le hizo daño a nadie. Jamás recibió una amenaza. Llegaba hasta la una de la mañana y transitaba normal, si tuviera problemas no hubiese andado así. Enemigos tampoco porque no hacía cosas malas ni le debía a nadie, una persona con problema no exhibe su vida como él lo hacía; si se tomaba un café lo publicaba enseguida y sabían dónde estaba”, finalizó Ángela María Zuñiga.