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Columnista - 1 octubre, 2024

Homenajes al Dr. Jorge Juan Bendeck Olivella

En la hermosa ermita de la población de El Molino, en acción de gracias, se celebró una Eucaristía, ya que en ella, muchas décadas atrás, había tenido lugar el bautizo del niño Jorge Juan; no obstante su nacimiento en la de Villanueva.

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Pluralizo, porque fueron varios los merecidísimos homenajes que recibió este epónimo hijo de Villanueva durante las festividades septembrinas recientes de Santo Tomás, patrono del homónimo municipio; pero también fuera de ese marco festivo, por sus gestiones eficaces y pulcras cada vez que desempeñó encargos públicos de la Nación, entre ellos, ministro de Estado, embajador de Colombia ante la República Federal Alemana y en instituciones especializadas del sector petrolero, y que sus amigos y paisanos no quisimos que pasaran en silencio sus desvelos, no sólo por su región caribe, sino por todo el país. Nos colmó de alegría que él nos hubiera visitado con su señora esposa Gloria, sus hijos, yernos y nueras. Gracias especiales al ciudadano y pariente Juan Celedón, organizador principal de lo merecido.

En la hermosa ermita de la población de El Molino, en acción de gracias, se celebró una Eucaristía, ya que en ella, muchas décadas atrás, había tenido lugar el bautizo del niño Jorge Juan; no obstante su nacimiento en la de Villanueva. Su madre, doña Josefa, lo deseó así, seguramente en virtud de haber sido ella oriunda de allí, apoyada por su esposo, don Jorge Juan. Bella la ermita, cuya restauración conservativa de su estilo colonial, el Dr. Bendeck había contribuido cuando fue Ministro de Estado de Obras Públicas, hacia los comienzos de la década de los años 90 del pasado siglo. Aquí debo lamentar, sobre manera, la destrucción de una hermosa semejante en Urumita, cuando la furia del bueno del sacerdote español José María de Alfara, párroco allí, de grata recordación, delante de un bulldozer Caterpillar no dejó hueso humano, en ella sepultados, que no removiera inmisericordemente; si bien en esa barahúnda, porque se hizo un milagro, salvamos los de mi tío abuelo, sacerdote Miguel Arcángel Barros Alvarado, cofrade del destructor. Por eso en Urumita no tenemos una hermosa ermita, sino otra cosa.

Finalizada la Eucaristía, nos dirigimos hacia la Universidad de Villanueva y aquí se celebró el homenaje mayor.

Escuchamos elocuencias honoríficas de los presidentes de los concejos municipales de El Molino, Urumita y La Jagua del Pedregal; de los alcaldes de Villanueva, El Molino y San Juan del César; el alcalde de Valledupar decretó honores, haciéndose representar por la Jefe de Oficina de Cultura, Dra. Yaneli González Maestre; el gobernador de La Guajira, Dr. Jairo Aguilar Deluque, de brillante oratoria, y otros participantes, todos poniendo en alto relieve las excelentes condiciones morales como servidor público del Dr. Bendeck. Por demás, escritor prolífico y ameno de variados libros de literatura; otros técnicos relativos a su profesión de ingeniero de petróleos. Estudiante y estudioso de altos conocimientos a propósito de su carrera, en Colombia y el exterior. Finalmente, escuchamos su discurso de gratitud, acunado en la clásica cultura griega —que nos sigue sustentando—, llegada hasta él con exquisito esmero, y poniendo de manifiesto en su enseñanza discreta la vía a recorrer por todo buen ciudadano —que él lo es, cum laude—, la diferencia ética entre este y la del simple habitante no comprometido con la ciudad. Magnífico Maestro para devotos alumnos.

Y el domingo 22, el Dr. Rafael Castro Socarrás, su hijo José Francisco y su nuera Carolina, lo agasajaron con un espléndido almuerzo en el Club Valledupar, haciéndonos partícipes a algunos amigos del loado y su familia. Fue un grato rato de intimidades amistosas donde todos nos expresábamos con amena confianza, siendo parlantes y oyentes confidentes los unos de los otros. El sentido de amistad se hizo presente con efusión. El Dr. Augusto Socarrás Maestre hizo uso de la palabra, quién, como paisano y vecino, en aquella época, de la familia Bendeck Olivella, le recordó gratas vivencias juveniles con un grupo de amigos residentes en la Calle Grande del viejo Valledupar. Lo cual resultó muy emocionante. Lamentamos sí que el Dr. Amílkar Acosta Medina, amigo-hermano del Dr. Bendeck, como este lo había considerado en su discurso, contra su voluntad no pudo acompañarnos, falta que todos lamentamos mucho, ya que había participado en todos los actos precedentes y pronunciado un grandilocuente discurso destacando los hechos gloriosos del homenajeado.

Conviene, pues, proponer la vida del Dr. Jorge Juan Bendeck Olivella como excepcional ejemplo de sabiduría y decoro, para las presentes y futuras generaciones de nuestro terruño provincial.

Por: Rodrigo López Barros.

Columnista
1 octubre, 2024

Homenajes al Dr. Jorge Juan Bendeck Olivella

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

En la hermosa ermita de la población de El Molino, en acción de gracias, se celebró una Eucaristía, ya que en ella, muchas décadas atrás, había tenido lugar el bautizo del niño Jorge Juan; no obstante su nacimiento en la de Villanueva.


Pluralizo, porque fueron varios los merecidísimos homenajes que recibió este epónimo hijo de Villanueva durante las festividades septembrinas recientes de Santo Tomás, patrono del homónimo municipio; pero también fuera de ese marco festivo, por sus gestiones eficaces y pulcras cada vez que desempeñó encargos públicos de la Nación, entre ellos, ministro de Estado, embajador de Colombia ante la República Federal Alemana y en instituciones especializadas del sector petrolero, y que sus amigos y paisanos no quisimos que pasaran en silencio sus desvelos, no sólo por su región caribe, sino por todo el país. Nos colmó de alegría que él nos hubiera visitado con su señora esposa Gloria, sus hijos, yernos y nueras. Gracias especiales al ciudadano y pariente Juan Celedón, organizador principal de lo merecido.

En la hermosa ermita de la población de El Molino, en acción de gracias, se celebró una Eucaristía, ya que en ella, muchas décadas atrás, había tenido lugar el bautizo del niño Jorge Juan; no obstante su nacimiento en la de Villanueva. Su madre, doña Josefa, lo deseó así, seguramente en virtud de haber sido ella oriunda de allí, apoyada por su esposo, don Jorge Juan. Bella la ermita, cuya restauración conservativa de su estilo colonial, el Dr. Bendeck había contribuido cuando fue Ministro de Estado de Obras Públicas, hacia los comienzos de la década de los años 90 del pasado siglo. Aquí debo lamentar, sobre manera, la destrucción de una hermosa semejante en Urumita, cuando la furia del bueno del sacerdote español José María de Alfara, párroco allí, de grata recordación, delante de un bulldozer Caterpillar no dejó hueso humano, en ella sepultados, que no removiera inmisericordemente; si bien en esa barahúnda, porque se hizo un milagro, salvamos los de mi tío abuelo, sacerdote Miguel Arcángel Barros Alvarado, cofrade del destructor. Por eso en Urumita no tenemos una hermosa ermita, sino otra cosa.

Finalizada la Eucaristía, nos dirigimos hacia la Universidad de Villanueva y aquí se celebró el homenaje mayor.

Escuchamos elocuencias honoríficas de los presidentes de los concejos municipales de El Molino, Urumita y La Jagua del Pedregal; de los alcaldes de Villanueva, El Molino y San Juan del César; el alcalde de Valledupar decretó honores, haciéndose representar por la Jefe de Oficina de Cultura, Dra. Yaneli González Maestre; el gobernador de La Guajira, Dr. Jairo Aguilar Deluque, de brillante oratoria, y otros participantes, todos poniendo en alto relieve las excelentes condiciones morales como servidor público del Dr. Bendeck. Por demás, escritor prolífico y ameno de variados libros de literatura; otros técnicos relativos a su profesión de ingeniero de petróleos. Estudiante y estudioso de altos conocimientos a propósito de su carrera, en Colombia y el exterior. Finalmente, escuchamos su discurso de gratitud, acunado en la clásica cultura griega —que nos sigue sustentando—, llegada hasta él con exquisito esmero, y poniendo de manifiesto en su enseñanza discreta la vía a recorrer por todo buen ciudadano —que él lo es, cum laude—, la diferencia ética entre este y la del simple habitante no comprometido con la ciudad. Magnífico Maestro para devotos alumnos.

Y el domingo 22, el Dr. Rafael Castro Socarrás, su hijo José Francisco y su nuera Carolina, lo agasajaron con un espléndido almuerzo en el Club Valledupar, haciéndonos partícipes a algunos amigos del loado y su familia. Fue un grato rato de intimidades amistosas donde todos nos expresábamos con amena confianza, siendo parlantes y oyentes confidentes los unos de los otros. El sentido de amistad se hizo presente con efusión. El Dr. Augusto Socarrás Maestre hizo uso de la palabra, quién, como paisano y vecino, en aquella época, de la familia Bendeck Olivella, le recordó gratas vivencias juveniles con un grupo de amigos residentes en la Calle Grande del viejo Valledupar. Lo cual resultó muy emocionante. Lamentamos sí que el Dr. Amílkar Acosta Medina, amigo-hermano del Dr. Bendeck, como este lo había considerado en su discurso, contra su voluntad no pudo acompañarnos, falta que todos lamentamos mucho, ya que había participado en todos los actos precedentes y pronunciado un grandilocuente discurso destacando los hechos gloriosos del homenajeado.

Conviene, pues, proponer la vida del Dr. Jorge Juan Bendeck Olivella como excepcional ejemplo de sabiduría y decoro, para las presentes y futuras generaciones de nuestro terruño provincial.

Por: Rodrigo López Barros.