Este artículo lo hacemos para aclarar ciertas equivocaciones. Lo primero que debemos hacer es definir el ecologismo y vale la pena definirlo o es más útil para todos invertir todos nuestros esfuerzos en vivirlo. Y la llamada “sociedad ecologista”, merece ser reducida a dos o tres frases de corte semántico o más bien optamos el […]
Este artículo lo hacemos para aclarar ciertas equivocaciones. Lo primero que debemos hacer es definir el ecologismo y vale la pena definirlo o es más útil para todos invertir todos nuestros esfuerzos en vivirlo. Y la llamada “sociedad ecologista”, merece ser reducida a dos o tres frases de corte semántico o más bien optamos el camino que propone, un ecologista español de jurar solamente nunca tratar de definirla, ni los ecologistas tratar de definirse ellos mismos “sino más bien indefinirse, que ya los definirán de sobra la Policía, el Estado, la prensa o el Fiscal de la nación”.
Lo que si debemos dejar claro, es que el ecologismo no es ni una ciencia, ni una ideología, ni un partido político, ni una nueva religión, ni mucho menos una moda pasajera, ni un negocio (como lo tienen algunos), así contenga elementos extraídos voluntaria o involuntariamente, de buena o de mala fé, de cada uno de los “fenómenos culturales” mencionados y de otros más que se nos escapan porque sería inoficioso enumerarlos.
El ecologismo podría entenderse mejor como una actitud determinada frente al mundo. Como una concepción filosófica. pero además, como una conducta coherente con esa concepción que no entiende al “mundo” como un conjunto de conceptos relativamente abstractos y transcendentales, sino como una realidad palpable tanto en lo “cósmico” como en lo cotidiano, tanto a nivel de “principios fundamentales”, si los hay como de comportamientos diarios y corrientes y ello incluye la actitud frente al llamado “desarrollo” frente al poder, las jerarquías, los convencionalismos y ritos sociales, el sexo, la lucha de clases, la ciencia y la tecnología, Dios, la religión, la política, el éxito, la paz, la naturaleza, entre otros.
El objetivo primordial del ecologismo, definitivamente no es la conservación de los recursos naturales ni la supervivencia de las especies de flora y fauna en peligro de extinción, ni la pureza de los ríos, la atmosfera y el suelo. El objetivo del ecologismo, su razón de ser, es la construcción de una sociedad más grata para el hombre, más justa, más verdadera, más estable.
Para que esa sociedad exista, se necesita que el aire, el agua y el suelo sean limpios, que los recursos naturales no se agoten y que la felicidad humana no se edifique como está pasando hasta ahora, sobre la destrucción inmisericorde de otras formas de vida. Pero sobre todo exige que la efímera prosperidad económica de unos no se logre mediante la explotación de otros, que el “desarrollo” de unos países no requiera del desangre de otros (como sucede en estos momentos), que la construcción de la cultura humana no implique la destrucción del medio vital de esa humanidad.
Nota: Se dice que el ser humano en las dificultades se las ingenia, es así como el amigo Julio Mario Celedón Sánchez diseñó y construyó una herramienta sencilla de cocina para raspar cucayo y claro hay que advertir que él es un gran chef, pero, además, es periodista, historiador e investigador gastronómico. Les informo que yo ya compré la raspa cucayo y me ha dado buen resultado.
Este artículo lo hacemos para aclarar ciertas equivocaciones. Lo primero que debemos hacer es definir el ecologismo y vale la pena definirlo o es más útil para todos invertir todos nuestros esfuerzos en vivirlo. Y la llamada “sociedad ecologista”, merece ser reducida a dos o tres frases de corte semántico o más bien optamos el […]
Este artículo lo hacemos para aclarar ciertas equivocaciones. Lo primero que debemos hacer es definir el ecologismo y vale la pena definirlo o es más útil para todos invertir todos nuestros esfuerzos en vivirlo. Y la llamada “sociedad ecologista”, merece ser reducida a dos o tres frases de corte semántico o más bien optamos el camino que propone, un ecologista español de jurar solamente nunca tratar de definirla, ni los ecologistas tratar de definirse ellos mismos “sino más bien indefinirse, que ya los definirán de sobra la Policía, el Estado, la prensa o el Fiscal de la nación”.
Lo que si debemos dejar claro, es que el ecologismo no es ni una ciencia, ni una ideología, ni un partido político, ni una nueva religión, ni mucho menos una moda pasajera, ni un negocio (como lo tienen algunos), así contenga elementos extraídos voluntaria o involuntariamente, de buena o de mala fé, de cada uno de los “fenómenos culturales” mencionados y de otros más que se nos escapan porque sería inoficioso enumerarlos.
El ecologismo podría entenderse mejor como una actitud determinada frente al mundo. Como una concepción filosófica. pero además, como una conducta coherente con esa concepción que no entiende al “mundo” como un conjunto de conceptos relativamente abstractos y transcendentales, sino como una realidad palpable tanto en lo “cósmico” como en lo cotidiano, tanto a nivel de “principios fundamentales”, si los hay como de comportamientos diarios y corrientes y ello incluye la actitud frente al llamado “desarrollo” frente al poder, las jerarquías, los convencionalismos y ritos sociales, el sexo, la lucha de clases, la ciencia y la tecnología, Dios, la religión, la política, el éxito, la paz, la naturaleza, entre otros.
El objetivo primordial del ecologismo, definitivamente no es la conservación de los recursos naturales ni la supervivencia de las especies de flora y fauna en peligro de extinción, ni la pureza de los ríos, la atmosfera y el suelo. El objetivo del ecologismo, su razón de ser, es la construcción de una sociedad más grata para el hombre, más justa, más verdadera, más estable.
Para que esa sociedad exista, se necesita que el aire, el agua y el suelo sean limpios, que los recursos naturales no se agoten y que la felicidad humana no se edifique como está pasando hasta ahora, sobre la destrucción inmisericorde de otras formas de vida. Pero sobre todo exige que la efímera prosperidad económica de unos no se logre mediante la explotación de otros, que el “desarrollo” de unos países no requiera del desangre de otros (como sucede en estos momentos), que la construcción de la cultura humana no implique la destrucción del medio vital de esa humanidad.
Nota: Se dice que el ser humano en las dificultades se las ingenia, es así como el amigo Julio Mario Celedón Sánchez diseñó y construyó una herramienta sencilla de cocina para raspar cucayo y claro hay que advertir que él es un gran chef, pero, además, es periodista, historiador e investigador gastronómico. Les informo que yo ya compré la raspa cucayo y me ha dado buen resultado.