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Columnista - 16 mayo, 2013

El Cantor del Valle sigue ahí

Por allá por los años 70 en el folclor vallenato algunos compositores se autodenominaron cantores de sus respectivos pueblos; se habló del cantor de Fonseca, Carlos Huertas; del cantor de Valencia, Calixto Ochoa; del cantor de Villanueva, Fabio Zuleta y por supuesto del cantor del Valle, Alvaro Cabas Pumarejo; todos compusieron canciones con esos nombres y se adjudicaron para sí esos remoquetes.

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Por: Jorge Nain Ruiz

Por allá por los años 70 en el folclor vallenato algunos compositores se autodenominaron cantores de sus respectivos pueblos; se habló del cantor de Fonseca, Carlos Huertas; del cantor de Valencia, Calixto Ochoa; del cantor de Villanueva, Fabio Zuleta y por supuesto del cantor del Valle, Alvaro Cabas Pumarejo; todos compusieron canciones con esos nombres y se adjudicaron para sí esos remoquetes.
 
Cuando hablamos de músico completo, es decir aquel que canta, compone y toca acordeón, allí debemos indudablemente incluir al cantor del Valle, Alvaro Cabas; este hombre proveniente de una familia de verdaderos ancestros folclóricos, que transpira y respira vallenato del más auténtico, que se radicó hace muchos años en la capital del País, pero que sigue conservando a plenitud sus costumbres, su dialecto, su idiosincrasia, nos ha demostrado a quienes vivimos pendientes de nuestro folclor que la persistencia, la perseverancia y el amor profundo por lo que se hace es y debe permanecer incólume aún con el pasar de los años.
 
Fueron los hermanos Zuleta quienes, a finales del siglo pasado, le grabaron sus más hermosas canciones, entre ellas su inmortal Rosalbita; pero también le grabaron Los Hermanos López, El Binomio de Oro, Diomedes Díaz e Iván Villazón entre otros. “Alvarito” como cariñosamente le decimos sus amigos, hace parte de aquellos grandes juglares a los que la desapacible Sociedad de Autores y Compositores SAYCO ha relegado, desconocido y maltratado persistentemente, pero a él siempre se le ve sonriente y jovial por las calles de Bogotá, con su mochila Arhuaca llena de clásicos vallenatos, que él mismo compone, toca, canta, produce y distribuye entre sus innumerables amigos.

Por estos días “Alvarito” se encuentra promocionando y vendiendo su más reciente producción que bien vale la pena coleccionar, la cual tituló El Regreso del Cantor; yo diría que no hay tal regreso; el cantor nunca se ha ausentado, él se ha encargado de grabar su música año tras años y personalmente entregársela a quienes admiramos su lirica autentica y su amor constante por este arte, por eso he querido rendir este pequeño homenaje al hombre sincero, amable, extremadamente cariñoso y excelente amigo, Álvaro Cabas Pumarejo, el Cantor del Valle, quien hoy con más de sesenta años se mantiene aún vigente en el auténtico vallenato.

Columnista
16 mayo, 2013

El Cantor del Valle sigue ahí

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Nain

Por allá por los años 70 en el folclor vallenato algunos compositores se autodenominaron cantores de sus respectivos pueblos; se habló del cantor de Fonseca, Carlos Huertas; del cantor de Valencia, Calixto Ochoa; del cantor de Villanueva, Fabio Zuleta y por supuesto del cantor del Valle, Alvaro Cabas Pumarejo; todos compusieron canciones con esos nombres y se adjudicaron para sí esos remoquetes.


Por: Jorge Nain Ruiz

Por allá por los años 70 en el folclor vallenato algunos compositores se autodenominaron cantores de sus respectivos pueblos; se habló del cantor de Fonseca, Carlos Huertas; del cantor de Valencia, Calixto Ochoa; del cantor de Villanueva, Fabio Zuleta y por supuesto del cantor del Valle, Alvaro Cabas Pumarejo; todos compusieron canciones con esos nombres y se adjudicaron para sí esos remoquetes.
 
Cuando hablamos de músico completo, es decir aquel que canta, compone y toca acordeón, allí debemos indudablemente incluir al cantor del Valle, Alvaro Cabas; este hombre proveniente de una familia de verdaderos ancestros folclóricos, que transpira y respira vallenato del más auténtico, que se radicó hace muchos años en la capital del País, pero que sigue conservando a plenitud sus costumbres, su dialecto, su idiosincrasia, nos ha demostrado a quienes vivimos pendientes de nuestro folclor que la persistencia, la perseverancia y el amor profundo por lo que se hace es y debe permanecer incólume aún con el pasar de los años.
 
Fueron los hermanos Zuleta quienes, a finales del siglo pasado, le grabaron sus más hermosas canciones, entre ellas su inmortal Rosalbita; pero también le grabaron Los Hermanos López, El Binomio de Oro, Diomedes Díaz e Iván Villazón entre otros. “Alvarito” como cariñosamente le decimos sus amigos, hace parte de aquellos grandes juglares a los que la desapacible Sociedad de Autores y Compositores SAYCO ha relegado, desconocido y maltratado persistentemente, pero a él siempre se le ve sonriente y jovial por las calles de Bogotá, con su mochila Arhuaca llena de clásicos vallenatos, que él mismo compone, toca, canta, produce y distribuye entre sus innumerables amigos.

Por estos días “Alvarito” se encuentra promocionando y vendiendo su más reciente producción que bien vale la pena coleccionar, la cual tituló El Regreso del Cantor; yo diría que no hay tal regreso; el cantor nunca se ha ausentado, él se ha encargado de grabar su música año tras años y personalmente entregársela a quienes admiramos su lirica autentica y su amor constante por este arte, por eso he querido rendir este pequeño homenaje al hombre sincero, amable, extremadamente cariñoso y excelente amigo, Álvaro Cabas Pumarejo, el Cantor del Valle, quien hoy con más de sesenta años se mantiene aún vigente en el auténtico vallenato.