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Columnista - 24 julio, 2024

¿De qué estamos hechos?

El poeta y escritor Manuel Vilas escribió que “dentro de nosotros hay playas, mares, palmeras; hay montañas, pueblos, casas; dentro de nosotros hay seres humanos, hay vida allá adentro. Búscala”.

Boton Wpp

El poeta y escritor Manuel Vilas escribió que “dentro de nosotros hay playas, mares, palmeras; hay montañas, pueblos, casas; dentro de nosotros hay seres humanos, hay vida allá adentro. Búscala”.

Como lector antes que escritor, y no soy el único, creo, que la lectura, más aun tratándose de obras literarias, tiene mucho que ver con el espacio y también con lo contrario, la falta del mismo, el acorralamiento, pues tal como lo señala la antropóloga Michéle Petit en su libro “Somos animales poéticos”, creo que la primera forma de violencia es la violencia del encierro, la violencia de la geografía y que las demás formas de violencia no hacen sino derivarse de ésta.

Nadie nos puede obligar a permanecer en un lugar y a no movernos de él, sin control sobre lo que lo rodea a uno, más allá. Y es por ello, que en mi pasión por la literatura acudo muchas veces a incentivar la lectura, pues con ella se nos permite expandir nuestras mentes y sobrepasar cualquier frontera, geográfica o mental y hacer que viaje nuestro espíritu hacia  espacios existentes o no, pero finalmente nuestros. No permitimos con este viaje de la mente protegernos del mundo que nos rodea pero sin aislarnos de él, dándole cabida a ese afuera del que tantas veces nos sentimos desposeídos.

Los libros, sin duda alguna (y no me cansaré de repetirlo), son nuestro refugio, nuestras casas, nuestros hogares y que siempre están ahí para recibirnos con el cariño que soñamos. Nos calman del frío y también de la angustia, nos escuchan cuando le hablamos, nos hablan cuando deben hacerlo y nos abrazan en la soledad, nos iluminan cuando hay oscuridad y nos permiten habitarlos dentro de sus paredes de papel abiertas al mundo. Siempre hay uno abierto para que lo habitemos y mostrarnos de qué estamos hechos. Los libros respiran con nuestro aliento y ellos nos lo retribuyen permitiéndonos verlos desde adentro, escuchar sus cantos, sus gritos y sus olores.

Estamos hechos de emociones, de sentimientos que volcamos constantemente en nuestros pensamientos, identificándonos con lo que leemos o lo que escuchamos, estamos llenos de vida, somos seres humanos que solo debemos encontrarnos en el momento preciso que consideremos estar preparados. Pero, no debemos olvidar que tenemos alma (al menos yo lo creo), y ésta es un depredador insaciable de paisajes que alimentan el inconsciente como nos lo señala Claude Burgelin, por lo tanto, hay que alimentarla de manera constante.

La materia prima de la que estamos hechos son “sueños”, si, sueños que podemos convertirlos en realidad si nos lo proponemos, sueños que pueden angustiarnos si permitimos que se conviertan en pesadillas, sueños que podemos despertarlos cuando deseemos, sueños que todavía sobreviven en un mundo colmado de intolerancia, de odios y violencia, sueños que se aferran a la esperanza de ver a nuestros niños crecer en paz, recordándoles que la vida es una inmensa corriente en la que compartimos no solo con otras personas de nuestra propia especie, sino también con animales y naturaleza, con desiertos y mares y con cielos aun estrellados aunque ya las estrellas se escondan en la oscuridad de las noches.

Pero, también estamos hechos de recuerdos y de ausencias, de gritos y de lágrimas que brotan sin saberlo, porque solo siguen ahí, esperando algún día desaparecer. Dentro de nosotros se mezclan los recuerdos felices con la tristeza, animándonos y apaciguándonos, alentándonos o deteniéndonos, al final, todo depende de nosotros mismos, lo que queramos eso será.

Debemos buscar dentro de nosotros, como mencioné, al ser humano, a la vida que hay ahí, porque al encontrarla, al verla, sentiremos lo que al final somos, viajeros hechos de sentimientos acompañados de recuerdos que estarán siempre con nosotros aunque ni siquiera pensemos en ellos.

Somos, amigos míos, de la misma materia de la que están hechos los sueños. Averigua ahora cuáles son los tuyos, porque algún día tal vez ya no dormiremos más.

Por: Jairo Mejía.

Columnista
24 julio, 2024

¿De qué estamos hechos?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Mejía Cuello

El poeta y escritor Manuel Vilas escribió que “dentro de nosotros hay playas, mares, palmeras; hay montañas, pueblos, casas; dentro de nosotros hay seres humanos, hay vida allá adentro. Búscala”.


El poeta y escritor Manuel Vilas escribió que “dentro de nosotros hay playas, mares, palmeras; hay montañas, pueblos, casas; dentro de nosotros hay seres humanos, hay vida allá adentro. Búscala”.

Como lector antes que escritor, y no soy el único, creo, que la lectura, más aun tratándose de obras literarias, tiene mucho que ver con el espacio y también con lo contrario, la falta del mismo, el acorralamiento, pues tal como lo señala la antropóloga Michéle Petit en su libro “Somos animales poéticos”, creo que la primera forma de violencia es la violencia del encierro, la violencia de la geografía y que las demás formas de violencia no hacen sino derivarse de ésta.

Nadie nos puede obligar a permanecer en un lugar y a no movernos de él, sin control sobre lo que lo rodea a uno, más allá. Y es por ello, que en mi pasión por la literatura acudo muchas veces a incentivar la lectura, pues con ella se nos permite expandir nuestras mentes y sobrepasar cualquier frontera, geográfica o mental y hacer que viaje nuestro espíritu hacia  espacios existentes o no, pero finalmente nuestros. No permitimos con este viaje de la mente protegernos del mundo que nos rodea pero sin aislarnos de él, dándole cabida a ese afuera del que tantas veces nos sentimos desposeídos.

Los libros, sin duda alguna (y no me cansaré de repetirlo), son nuestro refugio, nuestras casas, nuestros hogares y que siempre están ahí para recibirnos con el cariño que soñamos. Nos calman del frío y también de la angustia, nos escuchan cuando le hablamos, nos hablan cuando deben hacerlo y nos abrazan en la soledad, nos iluminan cuando hay oscuridad y nos permiten habitarlos dentro de sus paredes de papel abiertas al mundo. Siempre hay uno abierto para que lo habitemos y mostrarnos de qué estamos hechos. Los libros respiran con nuestro aliento y ellos nos lo retribuyen permitiéndonos verlos desde adentro, escuchar sus cantos, sus gritos y sus olores.

Estamos hechos de emociones, de sentimientos que volcamos constantemente en nuestros pensamientos, identificándonos con lo que leemos o lo que escuchamos, estamos llenos de vida, somos seres humanos que solo debemos encontrarnos en el momento preciso que consideremos estar preparados. Pero, no debemos olvidar que tenemos alma (al menos yo lo creo), y ésta es un depredador insaciable de paisajes que alimentan el inconsciente como nos lo señala Claude Burgelin, por lo tanto, hay que alimentarla de manera constante.

La materia prima de la que estamos hechos son “sueños”, si, sueños que podemos convertirlos en realidad si nos lo proponemos, sueños que pueden angustiarnos si permitimos que se conviertan en pesadillas, sueños que podemos despertarlos cuando deseemos, sueños que todavía sobreviven en un mundo colmado de intolerancia, de odios y violencia, sueños que se aferran a la esperanza de ver a nuestros niños crecer en paz, recordándoles que la vida es una inmensa corriente en la que compartimos no solo con otras personas de nuestra propia especie, sino también con animales y naturaleza, con desiertos y mares y con cielos aun estrellados aunque ya las estrellas se escondan en la oscuridad de las noches.

Pero, también estamos hechos de recuerdos y de ausencias, de gritos y de lágrimas que brotan sin saberlo, porque solo siguen ahí, esperando algún día desaparecer. Dentro de nosotros se mezclan los recuerdos felices con la tristeza, animándonos y apaciguándonos, alentándonos o deteniéndonos, al final, todo depende de nosotros mismos, lo que queramos eso será.

Debemos buscar dentro de nosotros, como mencioné, al ser humano, a la vida que hay ahí, porque al encontrarla, al verla, sentiremos lo que al final somos, viajeros hechos de sentimientos acompañados de recuerdos que estarán siempre con nosotros aunque ni siquiera pensemos en ellos.

Somos, amigos míos, de la misma materia de la que están hechos los sueños. Averigua ahora cuáles son los tuyos, porque algún día tal vez ya no dormiremos más.

Por: Jairo Mejía.