El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define trabalenguas como palabra o locución difícil de pronunciar, en especial cuando sirve de juego para hacer que alguien se equivoque.
Por Luis Augusto González Pimienta
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define trabalenguas como palabra o locución difícil de pronunciar, en especial cuando sirve de juego para hacer que alguien se equivoque.
Algunas personas se hicieron famosas por valerse de ese artilugio, como Eliseo Herrera, el famoso cantante de los Corraleros de Majagual, exitosa agrupación musical que conformó Antonio Fuentes en 1962 para contrarrestar la fuerza avasalladora de la competencia representada en Aníbal Velázquez. A los nombres de Calixto Ochoa, Alfredo Gutiérrez, César Castro, Lisandro Meza, Chico Cervantes, los hermanos Benítez, Rosendo Martínez, Julio César Estrada “Fruko”, se sumó Eliseo Herrera, quien cumplió hace poco 88 años de edad.
Herrera hizo de los trabalenguas su especialidad al punto de crear un género. Son inolvidables y aún se tararean Tres tigres, Tingo al tango, La matica de mafafa, La adivinanza, El pájaro picón picón, Culebra cascabel y muchas más. Lamentablemente no se conoce un sucesor de las calidades interpretativas de este cartagenero.
Muchos vocablos de uso diario y algunos no tan comunes son verdaderos trabalenguas. Aunque, a decir verdad, depende de quién los pronuncie. Términos de difícil articulación para algunos resultan fáciles para otros. A los estudiantes de anatomía nos costaba aprender a decir sin respiro esternocleidomastoideo, para identificar al músculo situado a los lados del cuello. O paralelepípedo en geometría Eran pruebas de fuego que una vez superadas henchían de satisfacción a los alumnos.
En cada año de su gobierno Alfonso López Michelsen se sirvió de un término definidor de sus programas y ejecutorias. Uno de ellos fue una palabra que nunca pudo pronunciar de un solo tirón sin equivocarse. Siempre balbucía cuando decía institucionalización. Nunca pudo superarlo.
Me creía ajeno al uso de los trabalenguas pero descubrí que no es tan complicado. Basta con pulsar mal un comando del computador para que surja una locución con esa característica. Así, la semana pasada escribí dos palabras en latín para titular mi artículo: “Habemus” e “instructorum” (tenemos entrenador). Las mismas fueron unidas sin mi participación y surgió una graciosa e ininteligible palabra: Habemusinstructorum, que de aquí en adelante utilizaré como ejercicio para ayudar a los alumnos con problemas de lenguaje.
Esto me recuerda que nada en la vida es en vano. También me sirve para aclararles a mis contados lectores que no me volví loco, sino que sin buscarlo, resulté inventando un voquible.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define trabalenguas como palabra o locución difícil de pronunciar, en especial cuando sirve de juego para hacer que alguien se equivoque.
Por Luis Augusto González Pimienta
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define trabalenguas como palabra o locución difícil de pronunciar, en especial cuando sirve de juego para hacer que alguien se equivoque.
Algunas personas se hicieron famosas por valerse de ese artilugio, como Eliseo Herrera, el famoso cantante de los Corraleros de Majagual, exitosa agrupación musical que conformó Antonio Fuentes en 1962 para contrarrestar la fuerza avasalladora de la competencia representada en Aníbal Velázquez. A los nombres de Calixto Ochoa, Alfredo Gutiérrez, César Castro, Lisandro Meza, Chico Cervantes, los hermanos Benítez, Rosendo Martínez, Julio César Estrada “Fruko”, se sumó Eliseo Herrera, quien cumplió hace poco 88 años de edad.
Herrera hizo de los trabalenguas su especialidad al punto de crear un género. Son inolvidables y aún se tararean Tres tigres, Tingo al tango, La matica de mafafa, La adivinanza, El pájaro picón picón, Culebra cascabel y muchas más. Lamentablemente no se conoce un sucesor de las calidades interpretativas de este cartagenero.
Muchos vocablos de uso diario y algunos no tan comunes son verdaderos trabalenguas. Aunque, a decir verdad, depende de quién los pronuncie. Términos de difícil articulación para algunos resultan fáciles para otros. A los estudiantes de anatomía nos costaba aprender a decir sin respiro esternocleidomastoideo, para identificar al músculo situado a los lados del cuello. O paralelepípedo en geometría Eran pruebas de fuego que una vez superadas henchían de satisfacción a los alumnos.
En cada año de su gobierno Alfonso López Michelsen se sirvió de un término definidor de sus programas y ejecutorias. Uno de ellos fue una palabra que nunca pudo pronunciar de un solo tirón sin equivocarse. Siempre balbucía cuando decía institucionalización. Nunca pudo superarlo.
Me creía ajeno al uso de los trabalenguas pero descubrí que no es tan complicado. Basta con pulsar mal un comando del computador para que surja una locución con esa característica. Así, la semana pasada escribí dos palabras en latín para titular mi artículo: “Habemus” e “instructorum” (tenemos entrenador). Las mismas fueron unidas sin mi participación y surgió una graciosa e ininteligible palabra: Habemusinstructorum, que de aquí en adelante utilizaré como ejercicio para ayudar a los alumnos con problemas de lenguaje.
Esto me recuerda que nada en la vida es en vano. También me sirve para aclararles a mis contados lectores que no me volví loco, sino que sin buscarlo, resulté inventando un voquible.