Una de las disertaciones que se dio durante el panel: “Valledupar, ciudad creativa: Talento e identidad que inspiran desarrollo”, realizado este jueves, en el marco de la Expounisimon 2025, tuvo que ver con el llamado de advertencia sobre la poca importancia que se le ha dado al reconocimiento que la UNESCO hizo a la música vallenata tradicional como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
“Eso está en riesgo de perderse”, dijo de manera categórica el filósofo y vocero de la Secretaría de Educación del Cesar, Alfonso Cabanzo, al referirse a la forma como ahora se produce música vallenata, opinión que fue compartida por los compositores Santander Durán Escalona y Efraín ‘Mono’ Quintero, además de Julieth Peraza, gestora cultural y directora del museo ‘Cocha’ Molina. Todos panelistas de ese conversatorio.
Pero justo ese mismo día, el gestor cultural Carlos Llanos Diazgranados publicó en EL PILÓN un artículo referido al mismo tema en el que lanza una voz de alerta al afirmar que “la mayor expresión de la identidad cultural de una subregión del Caribe colombiano, símbolo patrimonial del Magdalena Grande, está a punto de desaparecer como activo de la memoria”.
A renglón seguido Llanos asegura que “el esfuerzo que se hizo para lograr el reconocimiento de la UNESCO para la Música Vallenata Tradicional no ha tenido la respuesta que se esperaba. Nuestros gobernantes, anteriores y actuales, llámense alcaldes, gobernadores, ministros y presidente, no han asimilado la importancia y dimensión que representa para el desarrollo socioeconómico de la región vallenata este reconocimiento, a pesar de tener, sobre sus hombros, la responsabilidad de aplicar las iniciativas de protección definidas en el Plan Especial de Salvaguardia PES”.
Ese llamado de alerta es pertinente en estos momentos debido a que el próximo primero de diciembre se cumplen 10 años de la declaratoria de la UNESCO, es decir, una década que, lejos de consolidar esa expresión de identidad del Magdalena Grande, ha revelado una preocupante verdad y es que no hemos sabido valorar aquello que el mundo reconoció como uno de nuestros más preciados activos de memoria cultural de nuestra región.
Decir que el vallenato tradicional está en riesgo es un tema que nos debe preocupar a todos. Es triste que eso este sucediendo no por falta de reconocimiento internacional, sino por la indiferencia interna nuestra.
Recordemos que ese reconocimiento de la Unesco era una advertencia y un compromiso para preservar las tradiciones, pero tanto la institucionalidad como algunos actores musicales y culturales han descuidado el tema.
Es necesario que se cumpla el Plan Especial de Salvaguardia, PES, diseñado para proteger la tradición. No se les puede olvidar a las autoridades que sobre sus hombros recae la obligación de preservar la identidad del Caribe colombiano, ahí está inmersa nuestra música tradicional vallenata.
Debe evitarse ese fenómeno de desconexión creciente entre la música que se produce y graba hoy y las raíces costumbristas que dieron vida al vallenato auténtico. Los compositores tradicionales se ven relegados por tendencias comerciales que, aunque legítimas en su propia lógica, no representan la esencia narrativa tradicional.
Ante ese panorama, resulta de gran importancia el conversatorio programado para el primero de diciembre a partir de las 7 p.m. en el restobar Guacaó, con la presencia de intérpretes, detentores, gestores, actores y entidades públicas y privadas que tengan la disposición de firmar un acta de compromiso en defensa del folclor vallenato.





