El cierre del segundo semestre del año, en el departamento del Cesar, brinda oportunidades laborales en el sector rural con motivo de la recolección de la cosecha cafetera. Es decir, hay empleo, pero en el campo.
Por estos días se escuchan mensajes publicitarios por los medios de comunicación en los que se informa que se necesitan recolectores de café en muchas zonas del departamento del Cesar. Sin embargo, los productores cafeteros manifiestan que no hay personal para esa actividad y cada vez escasea aún más.
Es una situación en la que se evidencia que la actividad laboral del campo dejó de ser atractiva para mucha gente, o por lo menos para la clase trabajadora. Es un tema que amerita un análisis que conlleve a diseñar estrategias institucionales, de la mano con el sector privado, para mirar hacia el campo en materia laboral y proyectos de vida de esencia rural.
Esta temporada de producción cafetera debería verse como una oportunidad para que mucha gente regrese al campo, de donde nunca debió salir para llegar a las calles de las ciudades a engrosar la lista de empleos informales. Estamos ante una coyuntura propicia para incentivar el trabajo rural en zonas como el Cesar, La Guajira y Magdalena, donde hay una significativa área de cultivos de café.
Los gobiernos locales, departamentales y nacional deben unirse para frenar ese fenómeno que en las últimas décadas se ha venido presentando en estas regiones, donde el éxodo rural hacia las ciudades ha sido una de las principales tendencias demográficas. La búsqueda de mejores oportunidades ha llevado a millones de campesinos a abandonar el campo. De seguro debe haber mecanismos que incentiven el retorno al campo y más específicamente, sobre el trabajo agrícola y las opciones de negocios rurales como un camino viable y prometedor en el corto, mediano y largo plazo.
Se necesita canalizar de mejor manera la necesidad urgente de mano de obra para la recolección de café en estas regiones, se deberían censar aquellas personas que en los últimos años se han visto obligadas a recurrir a trabajos informales en las ciudades, como el mototaxismo o el ‘rebusque’ en las calles. La reactivación del sector agrícola ayudaría mucho a la economía local y representa una alternativa para quienes buscan un empleo estable, con proyecciones de crecimiento y de forjar un futuro más próspero.
Hay que explorar iniciativas que hagan de la vida en el campo algo viable y digno para la población rural, eso se lograría eliminando factores como el aislamiento, la falta de infraestructura básica y la ausencia de servicios adecuados.
Todos los estudios revelan que el retorno a las labores agrícolas solo será realmente viable y sostenible si se implementan políticas públicas y estrategias de desarrollo rural que mejoren las condiciones de vida en estas zonas.
El acceso a educación de calidad, salud, infraestructura vial, y tecnología son elementos claves para fomentar una vida más amena y productiva en el campo. Se requiere de la promoción de la cultura emprendedora para que los nuevos campesinos también puedan explorar modelos de negocio innovadores, desde la agroindustria hasta el ecoturismo o el desarrollo de productos orgánicos, entre otras ideas.
Informes recientes dicen que 35 municipios del Cesar, Magdalena, La Guajira y Bolívar producen café, son el 5,4 % del área sembrada en todo el país, con cerca de 17.000 fincas y un número similar de productores.
Según el Cesore, en 19 de los 25 municipios del Cesar “el café da empleo a cerca de 25.000 cesarenses y la cosecha del año 2024 sumó alrededor de 430 mil millones de pesos, que irrigaron la economía y movieron varios sectores”. Por ahí se podría comenzar el retorno al campo en nuestra región.





