Por favor, no permitamos que el abandono institucional se vuelva costumbre. Pero también aprovechemos para ampliar los horizontes. Es lo que se puede hacer, recuperando el centro artesanal Calle Grande, ampliar la calle interna del centro histórico, en un centro de manzana, integrando la comunicación a la Academia de Historia en la calle 15, con unas obras civiles que abran espacios de circulación y encuentro social y cultural.
Ya hemos advertido de otras situaciones deplorables en zonas estratégicas de la ciudad, en especial sobre lo relacionado con el Centro Histórico de Valledupar, donde abundan los malos olores y materias fecales de animales y personas que habitan en las vías públicas.
Si bien no es la primera vez que abordamos estos temas, lo más lamentable es que muy seguramente tampoco será el último informe en el que desde estas páginas llamamos la atención sobre el deterioro de espacios fundamentales para la imagen y el desarrollo turístico de Valledupar. Lo hemos hecho con parques, vías, escenarios culturales y ahora lo reiteramos con el centro artesanal Calle Grande que vuelve a ser ejemplo del abandono institucional que empaña las aspiraciones de una ciudad que pretende proyectarse como destino turístico de Colombia y del mundo, lo cual será muy difícil sino cuenta con unas condiciones puntuales.
Lo de Calle Grande preocupa mucho. El informe publicado por EL PILÓN da cuenta de un panorama poco alentador, la respuesta oficial que dio a este medio la Secretaría de Obras Públicas no deja espacio para interpretaciones optimistas en razón a que no hay proyecto en ejecución ni recursos presupuestados para rescatar este espacio emblemático, pese a los años de denuncias, advertencias y solicitudes formales. Lo único vigente es una “formulación de proyecto de inversión integral” sin fecha, sin monto y sin fuente de financiación. En resumen, no se vislumbra una solución ni a mediano ni a largo plazo.
Además, en medio de todo eso, 34 comerciantes continúan pagando arriendos de hasta $800.000 por locales en ruinas, con paredes caídas, escaleras oxidadas, techos desmoronándose y baños que solo funcionan gracias a baldes cargados a mano. Esos artesanos vallenatos, a los que podríamos llamar guardianes de mochilas, mantas guajiras, sombreros y guacharacas, son los que sostienen la cara cultural que Valledupar le ofrece al visitante. Sin embargo, permanecen en un escenario indigno que ahuyenta a cualquier turista.
Al igual que las notas de EL PILÓN, las protestas del 28 de octubre y las reiteradas denuncias del vocero Luis Castellar Anillo tampoco han logrado que la administración se decida a planificar una solución concreta a ese problema. Las promesas del alcalde Ernesto Orozco, hechas en campaña, se han ido diluyendo entre la temporada alta, el festival y ahora la excusa de la “formulación”. La realidad es que no existe un solo peso asignado para baños, paredes, techos o pisos. Suena triste, pero así lo confirma la respuesta oficial.
Algo más, el cruce de responsabilidades entre Alcaldía y Mercabastos ha derivado que, desde su inauguración, hace nueve años, el centro artesanal haya sufrido el mismo juego del “pase la pelota”, mientras las soluciones se aplazan para 2026 y los comerciantes ven pasar otra administración y ellos continúan con sus problemas que también son los de una ciudad que está dejando de aprovechar su riqueza cultural.
Proponemos a la Administración que seamos más propositivos y juntos a los comerciantes, en una cooperación gana-gana se encuentren soluciones creativas y se trabaje a cuatro manos en la formulación del correspondiente y necesario proyecto.





