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Merecido reconocimiento

Algo sobre Por: José Romero Churio Complacencia general porque al maestro Leandro Díaz en vida, el Congreso de la República y la gobernación del Cesar, le rindieron un gran homenaje, que en realidad es un merecido reconocimiento de la grandeza que ha logrado con su genial talento. Sin duda alguna, el maestro Leandro es un […]

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Algo sobre

Por: José Romero Churio

Complacencia general porque al maestro Leandro Díaz en vida, el Congreso de la República y la gobernación del Cesar, le rindieron un gran homenaje, que en realidad es un merecido reconocimiento de la grandeza que ha logrado con su genial talento.
Sin duda alguna, el maestro Leandro es un auténtico fenómeno de superación personal, ya que su ceguera congénita y carencia de educación formal no fueron limitaciones para figurar en el ámbito del folclor vallenato, al mismo nivel de los juglares videntes más connotados, entre los cuales sobresalen Rafael Escalona, Calixto Ochoa, Alejandro Durán, Emiliano Zuleta Baquero, Lorenzo Morales ‘Moralito’ y otros también consagrados como maestros por ser los mejores exponentes de la música vallenata, ahora considerada emblema de Colombia.
El maestro Leandro, humilde y tranquilo como siempre,  recibió tan merecido reconocimiento en el auditorio Luís Guillermo Vélez del Capitolio Nacional, ante una nutrida concurrencia, que regocijada lo aplaudió cuando fue condecorado con la medalla  del Congreso de la Republica en el grado Gran Cruz de Caballero y la entrega de una nota de estilo que resalta sus virtudes y logros.
En el mismo acto, el gobernador Cristian Moreno Panezo, le otorgó la distinción honorífica Gran Cruz Extraordinaria Máxima Categoría de la Gobernación del Cesar, como gratitud a su  legado que tanto nos engrandece y enorgullece, especialmente a la región Caribe del país y mucho más a la gente de los departamentos de la Guajira y del Cesar, donde mana la hermosa música vallenata, cuyas canciones ahora traspasan triunfantes nuestras fronteras.
Sorprende que este invidente de nacimiento en sus canciones describa aspectos de la naturaleza, de las mujeres y otras condiciones tangibles que sólo pueden ver los ojos de su sublime alma con que Dios lo premió.

La fiesta de Fermín

El 8 de diciembre llegué a la casa de Fermín Arias en Patillal, entre 11 y 12 del día, no fui más temprano porque tuve que acompañar por un rato suficiente, a una familia amiga en sus condolencias por el fallecimiento de una de sus parientes.
Fermín, como todo buen anfitrión, me saludó con un cordial abrazo, dándome las gracias por atender su invitación mientras recibía el regalito que le llevé. Seguidamente saludé a otros invitados presentes, ya sentados debajo de frondosos arboles del patio de su casa, con botellas de whisky Old Parr en las mesas.
No obstante del incumplimiento de compromiso de llegar temprano a desayunar, después de conducirme a saludar a la señora Matilde su compañera sentimental, con quien ha convivido durante 37 años, que se encontraba en labor de cocina, me sirvió desayuno, que esta vez no fue chicharronada crocante acompañada de yuca blanca harinosa con queso fresco y café con leche humeante, sino dos platos de asadura de chivo guisada, arepa y bollo limpio con Coca-Cola fría, menú tan delicioso, que Marta mi esposa se comió todo a pesar de su rigurosa dieta.
Comenzó la parranda con ‘Chente’ Munive y ‘Beto’ Daza cantando sus composiciones, en el descanso de los músicos se contaban anécdotas y chistes, entre los cuentistas estaba, como todos los años, Laureano Daza Araujo, más conocido como ‘Gómez’.
Esta fiesta que se prolonga hasta el otro día, me cuenta Fermín que la hace desde el año 1977 en devoción a la Virgen Inmaculada Concepción a la cual le profesa profunda fe. Tuvo un receso por su traslado a Valledupar debido al peligro de la puja entre la guerrilla y paramilitares.
Antes la fiesta de Fermín, que así la llaman en Patillal, era muy concurrida por familias de Valledupar, San Juan del Cesar, Atanquez, La Junta, Guacoche, Badillo y otros pueblos, que ya están comenzando a volver por la normalización de la seguridad.
El almuerzo lo sirven a las dos de la tarde, su menú es un delicioso sancocho de carne de res en abundancia, maíz verde, plátano, yuca, malanga, ahuyama, es un sancocho bien sabroso que sobra a pesar de la gran multitud  de comensales y como si fuera poco, a las 5 de la tarde sirven jugosa carne asada con yuca en porción grande.
En fin, esta es una  fiesta tan agradable que quien asiste por primera vez queda amañado y dispuesto a volver el otro año para disfrutarla; por lo tanto, a Dios le ruego para que mantenga a mi amigo Fermín en buenas condiciones de salud.

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