COLUMNA

Las pensiones

Que yo conozca, hay dos clases de pensiones: una, el negocio de alojamiento y alimentación que se paga por semana, quincena o mensualidades y en donde se vive en un ambiente familiar, donde no faltan algunos contertulios y el tinto mañanero es gratis, tal como acontece en el famoso Hostal Buenos Aires, de propiedad de La Mona del Patacón Pisao.

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Que yo conozca, hay dos clases de pensiones: una, el negocio de alojamiento y alimentación que se paga por semana, quincena o mensualidades y en donde se vive en un ambiente familiar, donde no faltan algunos contertulios y el tinto mañanero es gratis, tal como acontece en el famoso Hostal Buenos Aires, de propiedad de La Mona del Patacón Pisao. Ahí en esos negocios tienen que pagar varios impuestos, predial, industria y comercio y otros; y la otra pensión es la mesada que recibe una persona por haberle trabajado al Estado o a cualquier particular por espacio de 20 años o más y tener 62 si es hombre y 57 si es mujer y haber pagado puntualmente, todos los meses, el valor de su cuota para poder obtener ese beneficio que le asegura su supervivencia en la vejez, sin convertirse en una carga incómoda y onerosa para su familia en los últimos años de su vida.  

La primera pensión u hotel, además de pagar impuestos, también se puede embargar, mientras que la pensión mesada creada por mandato constitucional es in-gravable, no paga impuestos a pesar de que varios gobiernos han tratado de hacerlo, pero en el Congreso no le han dado pase a esa absurda iniciativa, porque entre otras cosas, saben que si lo hacen esa ley será derogada por la guardiana de nuestra Constitución, la Honorable Corte Constitucional; también esta pensión o mesada es inembargable por mandato de la Ley 100 de 1993 en su artículo 134, con dos excepciones: cuando la demanda es por alimentos o por créditos adquiridos en cooperativas, y nunca ese embargo puede exceder del 50 % del monto de la pensión.

Cuando ya hace muchos años que comenzó a funcionar el Banco Colpatria en esta ciudad, creo que su primer gerente fue “La Tía Bonita” Sonia Campo de Cuello, quien con su influencia política, social y financiera consiguió que la Gobernación abriera la cuenta de sus pensionados en forma exclusiva y como tal amparada por la inembargabilidad establecida en la Ley 100, pero Colpatria, por desconocimiento e ignorancia, cosa increíble de sus gerentes o abogados asesores, violando la ley olímpicamente, tiene la desfachatez de registrar los embargos que llegan para esa cuenta, cuando lo que debe contestar es: “Nos abstenemos de registrar el embargo solicitado por usted, porque esta es una cuenta exclusiva para pensionados y ella, por mandato legal, no es embargable”; además, existen otras normas de la Superintendencia Bancaria que fijan los topes a los embargos, que para Colpatria no existen y que todos los días violan en perjuicio de los clientes pensionados que todavía tenemos cuenta en ese banco.

Desde ya anuncio que solicitaré a la Gobernación el traslado de mi pensión para Bancolombia, donde abriré la respectiva cuenta exclusiva para pensiones, y así se los aconsejaré al resto de pensionados del departamento, porque además descansaremos de que la mayoría de las veces que vamos a los cajeros, se nos informe que no están en funcionamiento o no podamos sacar la suma que queremos, sino lo que a ellos les dé la gana, porque casi siempre o no hay saldo o no hay dinero suficiente.

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Insisto: ¿puede Coca-Cola instalar una cadena con candados en una vía pública obstaculizando el acceso a la Iglesia de la Natividad y al barrio Novalito, principalmente? Yo creo que no puede, pero aquí no hay autoridad que lo verifique y se las haga levantar.

Le recuerdo a la directora de Tránsito que los comerciantes de la calle 18 esperan con ansiedad su determinación sobre la petición de levantar las señales de no estacionamiento que los tiene al borde de la locura y de la quiebra inminente. Ojalá la respuesta y la determinación sean rápidas.

Por: José Manuel Aponte Martínez.

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