COLUMNA

La reina del Cesar

Las fiestas libertarias de Cartagena de Indias tienen este año una visitante oriunda del Departamento del Cesar, compitiendo por la corona del Concurso Nacional de la Belleza.

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Las fiestas libertarias de Cartagena de Indias tienen este año una visitante oriunda del Departamento del Cesar, compitiendo por la corona del Concurso Nacional de la Belleza. Se trata de María Camila Tamayo Socarrás, una joven que en medio de inquietudes e incertidumbre pasaba desapercibida en los pasillos de su colegio, el Gimnasio del Norte, pero que hoy es una arquitecta de 25 años dueña de todo el futuro del mundo.

En su claustro colegial se escondía detrás de su timidez, temía alzar la voz, guardando dentro de sí un tesoro inestimable: la capacidad de transformar cada experiencia en aprendizaje y cada dolor en sabiduría. Su historia es la de una mujer que decidió utilizar las circunstancias como elemento inequívoco en la definición de su destino; descubrió que la timidez sería su fortaleza, al observar y entender profundamente que cada miedo superado develaría su versión más auténtica.

En la Universidad del Norte, donde estudió arquitectura, descubrió que su verdadera vocación no era solo diseñar infraestructura física, sino diseñar experiencias, crear espacios capaces de impactar en el alma humana. En sus salones y pasillos comenzó a entender que la psicología y la arquitectura se abrazan, que los espacios influyen en el desarrollo del carácter y de los comportamientos, y que su sensibilidad especial le permitía crear no solo frías construcciones, sino santuarios para el espíritu.

Hoy no es solo una arquitecta graduada, empresaria y aspirante a reina. Es la autora de su propia transformación: de la niña invisible a la mujer que brilla con luz propia, de la pequeña que no podía hablar entre adultos a la joven que compite por dignificar la representación de su Departamento del Cesar ante Colombia entera.

Su madre, Marta Cecilia Socarrás Cuadrado, se convirtió sin saberlo en la primera arquitecta de su destino. Ella, enfermera de profesión, trabajadora incansable y mujer de principios inquebrantables, le enseñó que la honestidad no es opcional, que el servicio a otros da sentido a la vida, y que con disciplina y amor siempre se logran resultados extraordinarios.

María Camila Tamayo Socarrás es la prueba viviente de que no importa cuán humildes sean los comienzos, cuán dolorosas las circunstancias, cuán grande el miedo, cuando se tiene un propósito, valores claros y la determinación de servir. Hoy es testimonio de que en la superación se puede construir una vida de extraordinario servicio.

Por esto ella no busca una corona solo para brillar, busca una plataforma para servir, para inspirar a otras niñas tímidas a encontrar su voz, para demostrar que la verdadera belleza surge cuando se encuentra efectivamente al propio ser humano.

Podemos entonces estar seguros que estamos bien representados. Tal vez después de muchos años, este certamen de la belleza volverá a ocupar los primeros lugares de nuestra atención, precisamente porque el tesón de nuestra candidata nos llevó a convencernos que dejaremos de ser convidados de piedra a ser protagonistas en un concurso que año tras año ha ido incrementando su exigencia intelectual. La huella cesarense quedará indeleble, independiente a si ganamos o no. Fuerte abrazo. 

Por: Antonio María Araújo Calderón.

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